lunes, 10 de septiembre de 2007

Casandra otra vez,

Una mirada atrás, por F. Manfred Peter

La Odisea de su vida había sido tanto un viaje exterior como una migración permanente a través de las culturas y las lenguas de Europa. Ya que la época que vivió era de la gran confrontación de ideologías, las aguas revueltas lo habían llevado a los más variados puertos, islas y costas.
Iba bien provisto de instrumentos para viajar por este mundo lleno de trampas y engaños. Le acompañó primero el francés, luego el alemán, aparte del turco, su idioma materno, y otras más para lograr finalmente subirse al galeón castellano y dominar aguas del Caribe. Parece que había llegado donde su diosa guía quería que estuviera.


Había llegado a su casa, donde - desde el momento de su llegada - la diosa le mandó tirar flechas contra la barbarie y la incultura. Las flechas eran palabras con puntería, retórica de la liberación : ¡Los que no habían visto, vieran! ¡Los que no conocían, conocieran! ¡Los que no habían leido, leyeran! ¡Los que sabían, que enseñaran a los demás!
--“Más que el pan, es el saber que nos libera“.
Aquello había iluminado el camino inseguro del joven en Hamburgo, la ciudad hanseática bajo la pesadilla de la gran depresión económica. Todos estos jóvenes estudiantes de entonces a la deriva, desesperados ante la llegada del nazismo, atrapados en una carrera sin futuro profesional.
-- ¿Para qué sirvió toda esta filosofía? Las generaciones posteriores habían criticado enfáticamente esta -Torre de Marfil- construida por artistas e intelectuales en lugar de impedir el diluvio de la barbarie nazi.
--¡ No todos se encerraron y perecieron en esta torre. Muchos se atrevieron a dar el gran salto a la realidad!-
--¡ La Guerra de España, por ejemplo! Una salida para algunos, simple, eficaz y con frecuencia mortal! Yo me alisté en las Brigadas Internacionales, Batallón Thälmann. -- Pero usted, profesor, sobrevivió a aventura. --Sí, con suerte. Tengo presente dos imágenes. El primer recuerdo es aquel desfile por las calles de Barcelona. Nuestro batallón alemán con el puño en alto, cantando ibamos:
A Rosa Luxemburgo le estrechamos la mano! )
¿Y la filosofía, dónde estaba en este momento?- --Pues, muy presente, creo yo. ¡Yo quería que el mundo fuera justo y que esta justicia fuera compartida por todos los seres humanos.! -- Bueno, este era el ideal, pero la realidad fue otra, bien lo sabe ud. hoy. Se trató también de una lucha cruel por influencias y poder. Ud. no me haga creer que no hizo daño a nadie. ¿Para qué llevó este fusil Mauser? Así hablaría el lector. --No sólo llevé este fusil. También me acompañaba este tomo de poemas de Rilke que me quitaron después los franquistas. Pero tiene ud. razón. De política española sabíamos bien poco. Nosotros soñábamos que después de ganar esta batalla hundiríamos la esvástica en el río Rhín. El enemigo principal era Hitler y toda su chusma. Y ahora cito otra imagen grabada en mi memoria.
-- ¡Los moros de Franco nos cogieron, a mí y a todo el grupo!- --¿Dónde pasó esto?- -- En el frente del Ebro, cerca de Zaragoza. Todo iba muy rápido. No tuvimos tiempo de defendernos. -- ¿Qué pasó cuando se dieron cuenta que uds eran brigadistas?- --Fue de noche y nos habían encerrado en el patio de un cortijo. Me dí cuenta que había un ir y venir de distintas personalidades. Nos echaron un vistazo y desaparecieron otra vez. Durante la noche los moros bailaron y bebieron y en la madrugada nos sacaron de dos en dos. Empezaron los fusilamientos y -- ¡mataron a todos, menos a mí! -- ¿Por qué sucedió este milagro? --Antes de colocarme ante la pared del cortijo yo grité, grité:¡ Alahu Akbar, hermanos musulmanes! Y no tiraron. -- ¿Pero, es ud. musulmán? -- Mi familia lo era. Me educaron así. Para mi conciencia nunca tuvo importancia. --¿Y qué pasó después?- --Conocí un campo de prisioneros y varias cárceles más. En la última, en las Islas Canarias me prohibieron todo contacto con mi mujer catalana para castigarme por los diferentes intentos de fuga que cometí. Finalmente fui amnistiado después de la Segunda Guerra mundial y Colombia me dio refugio. --¿Cómo se considera hoy, ¿turco? ¿alemán? ¿ciudadano del mundo?- --¡No, soy de aquí, pertenezco a este mundo de la violencia que nos tiene cautivos a todos. Gozamos de igualdad porque todos somos víctimas! --¿No es vergonzoso, confesar esto?- --¡No, de ninguna manera, nos honra, porque somos capaces de mirarles a las caras de las Gorgonas! Así fue, que Alberto, alias Casandra, se había preparado ya para tirar la última flecha cuando se sintió en la fase terminal de su vida. Y le ayudó la pregunta que un profesor compañero universitario le hizo: --“¿Usted que ha tenido contacto con tantos pueblos y credos diferentes, cree en la validez del cristianismo?“ ¿Qué contestaba Casandra? --“Sea cual fuere el orígen o el credo de cualquier persona, de raza blanca, negra o amarilla, de religión más o menos cristiana en cualquiera de sus múltiples y a menudo contradictorias denominaciones, judía, musulmana, e inclusive budista -- --, y aun quienes se proclaman agnósticoso o ateos, nadie, absolutamente nadie, puede sustraerse al influjo de lo que se llama la era cristiana con todos los valores que implica, a pesar de todas las fallas que se le puedan descubrir y lo poco o nada que se cumple de sus enseñanzas.---- Quiérase o no, todos seguimos viviendo en la era --- cristiana.“ ( Entre otras cosas, El Heraldo de Barranquilla, enero 27 de 1994)



Y no fue como Ulises, triunfante después de larga navegación segando las vidas de sus rivales. Alberto se identificó con Casandra, la figura trágica de la antigua Troya, a la que todos oyen pero nadie escucha. Y bajo el seudónimo de Casandra publicó sus crónicas semanales en el diario del Caribe. Siempre estuvo convencido que sus lectores le aplaudirían y no le harían caso. No esperaba nunca recompensa ninguna.
Ahí estaba la impresión imborrable del filósofo de Hamburgo Vorlaender que le había abierto el camino hacia una interpretación moderna del marxismo:
...Muchos aun hoy creen que es el pan y el consumismo que libera a la gente...
¿Cómo se habían salvado para no ser arrasados por aquel diluvio?

¿Qué habían hecho ellos, encerrados como estaban en su plataforma filosófica - idealista?
Aquí interrumpería un lector impaciente el discurso sobre del viejo profesor: ---¡Contésteme por favor! diría este lector:
Y los ojos de Alberto empezarían a brillar y levantando la mano derecha manifestaría:
-¿Qué realidad?
- Dem Karl Liebknecht, dem haben wir`s geschworen, Der Rosa Luxemburg reichen wir die Hand!-
(¡A Karl Liebnecht se lo hemos jurado,
--Estos dos fueron los mártires de la revolució fracasada.

-- ¿Cuál es?-

Poco después de publicar eso, Alberto - Casandra murió. ¡Adios, viejo profesor y amigo mío!


FMP 2007 

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