El Siglo de Goethe --- ¡pasado de
moda!
“Esta fue la época en la que la burguesía
sembró su palabra de importante
peso sobre el balance de la historia”, escribía Walter Benjamin refiriéndose a los cien
años transcurridos entre 1780 y 1880,
siglo marcado en su inicio por la Revolución Francesa y por la constitución de Alemania
como Deutsches Reich al final.
El tiempo de antes poco importa,
el tiempo después fue terrorífico, el tiempo al que se refiere Benjamin aún no
terminamos de calificarlo.
Tal vez Goethe en su gran lucidez
sea quien anticipadamente haya previsto de qué se trataba y logra acertadamente
calificarlo. En una carta dirigida a su amigo Zelter escribió, refiriéndose a
ese que fuera su propio tiempo:
“El mundo admira la riqueza y la
velocidad; eso es lo que todos desean y
quieren tener: trenes, ferrocarriles, correos rápidos, barcos de vapor y una
fácil comunicación, tales son los objetivos de este mundo que deberíamos apoyar
al unísono para poder ser tomados por actuales y educados, pero cuyas consecuencias
nos dejarán paralizados en una herencia de MEDIOCRIDAD.
(…) Debería ser un siglo para
cabezas inteligentes, capaces de aprender fácil y rápidamente, pero en realidad
son los talentos prácticos, hábiles, dotados de ligera elegancia y no
cualificados para tareas de importancia, los que se elevan orgullosos sobre la
masa popular.
Nosotros dos, hagamos todo lo
posible para conservar el espíritu con el que nacimos porque tal vez con unos
pocos más, somos los últimos de una época que nunca más volverá.”
Pocos documentos me han
conmocionado tanto como estas palabras que Goethe escribió a la edad de 76
años. Son realmente proféticas. Los
términos velocidad y riqueza inician una colateral definición e incidencia
social definitiva desde aquellos tiempos cuando el anciano escritor aún viajaba
en diligencia tirada por dos o más caballos, cuando una carta escrita y
entregada a correo veloz tardaba días en llegar a su destinatario, cuando (precisamente,
en el año 1832 el mismo de la muerte de Goethe) el primer tren en Alemania
recorriera la distancia entre las dos ciudades alemanas, Nürnberg y Fürth,
cuando aún no se habían conquistado el aire ni la profundidad de los mares. Y
el pronóstico del escritor llamándonos despectivamente MEDIOCRES, nos alcanza
plenamente y a algunos de nosotros todavía nos golpea fuerte en el pecho.
Supongo que Mark Zuckerberg, el
inventor de Facebook, no habrá leído estas palabras de un lejano antepasado
europeo sin Premio Nobel. Poder económico y Velocidad están triunfando en
nuestra vida de todos los días, sin estos atributos no nos movemos, ni comemos,
ni dormimos; solo son personas aquellas que disponen de ellos con sus ventajas
y desventajas. TODO nos es dado por estos principios mágicos, el PODER
ECONÓNICO y la VELOCIDAD. El mundo de lo
clásico ya no existe porque la velocidad se traga todas las verdades e inventa
nuevas.
No somos tal como hemos nacido. Somos
tal como nos ha formado el ambiente que nos contiene. ¿A dónde nos dirige? A
pequeños triunfos tangibles -rara vez a grandes-
que nos colman de éxito y de orgullo.
MEDIOCRES somos, nos podría decir
Goethe, porque los verdaderos objetivos de una vida plena nunca los
alcanzaremos: viajando velozmente no alcanzamos a ver nada salvo fachadas y
escenarios; informándonos sin limitación no logramos saber ni entender mucho. No aprendemos y lo
que es peor, desaprendemos lo que desde un sano origen habríamos sabido, si hubiéramos prestado
atención. (Es que no “paramos bolas” a los aprendizajes esenciales, los
subestimamos).
Goethe aconseja al amigo,
mantengamos ese saber, el talento con que hemos nacido. ¿Tal vez haciendo esto
somos los últimos? ¿en qué consiste este saber? “Anschauen” recomienda Goethe:
observar y contemplar, reflexionar en vez
de recomponer fragmentos. Dividir y separar es “expulsar el espíritu de la vida” como expresa el doctor
Fausto; nos rodearán vivos que ya están muertos.
Vivimos casi doscientos años
después de la carta de Goethe a su amigo, una misiva sin e-mail o WhatsApp que
la transporte. Pero yo siento que me alcanza de lleno, porque me niego a ser
quien según criterios cibernáuticos debería ser.
Soy yo, igual tu lector o
lectora, ¡seamos los que somos! , tal vez somos los últimos. Más vale ser tontos que mediocres.
friedrichmanfredpeter diciembre
2016
anavictoriaoeding
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