jueves, 29 de septiembre de 2016

Muchas Caras tiene la Paz

Muchas Caras tiene la Paz

Y velas ardientes le prendo…



La imagen de la foto corresponde a un trabajo hecho con madera de un manzano que -en vida- formó parte de la huerta de mis padres en Okarben (Alemania). La talla tiene muchas caras, como La Paz –tal es su nombre y se encuentra en España;  la  tallé y velas ardientes le pondría el día de hoy, 29 de septiembre de 2016 --- dedicadas a Colombia.

¿De qué Paz se trata? Sólo hay una ideal: Paz que llena de felicidad a las  mentes,  Paz que dona prosperidad a las vidas, Paz que colma las almas con deseo de justicia y de optimismo, Paz que abre la puerta al futuro para cantar “Adieu auz Armes!”, el fin de las espadas que han de ser forjadas en arados. La palabra “Paz” sintoniza todo lo que es positivo en nuestro ser y querer.
Esa palabra la amamos y la intercambiamos dando el saludo de la “Paz” mutuamente nos lo damos esperando que de ello nazca el hacer, la acción pacificadora. “¡Benditos los pacíficos porque de ellos es el  Reino de Dios!” Eso me pasa por la cabeza al prender las velas… y las  caras talladas me responden con sonrisas.

¿Pero es esto todo?... ¿es esto verdad o sólo me consuela una bella ilusión?

Cierto es que la Paz tiene muchas caras, por lo menos dos en su acepción de antónimo de la guerra: por una parte la Paz consensuada, dialogada, diseñada sobre el compromiso, negándose a querer tener la razón única, verdadera y excluyente acerca de los motivos de la lucha,  esa razón que se le niega al contrario, al opositor, al enemigo de siempre.
Y en la otra cara, la Paz de la Victoria, la que formula el júbilo de unos y el llanto de otros al mismo tiempo: coexisten bajo el signo del triunfo, el triunfo y la derrota del otro, conviven los besos al victorioso y la violación de la vencida. ¡P A A Z! tocan las campanas desde los campanarios. Risas y llantos, euforia y desesperación se ven enfrentados, porque ha llegado la Paz.

En ese sentido bélico la Paz real es complicada, siempre lo fue, miro un poco de la historia del viejo continente y se me vienen a la cabeza dos casos:
Ejemplo 1: Cuando en el año 1648, después de años de ardua negociación se firmó lo que se llamó “La Paz de Westfalia” se selló  la guerra más devastadora jamás conocida en Europa central, la guerra de los 30años.  Una guerra que pareció eterna porque  inmoló dos generaciones, terminó en un compromiso negociado;  fue aceptada la paz entre religiones  que en realidad seguían odiándose, entre estados que continuaron en su confrontación por poder, se garantizaron intereses banales y egoístas. Esa Paz no salió del cielo ni de los deseos pacíficos de los hombres; era un compromiso negociado que se impuso porque la simple razón y la necesidad física así lo ordenaban. ¿Duró la paz por eso? – Estableció el balance de poderes durante siglos. Pero si preguntamos si trajo justicia de su mano, claro que no lo trajo. La única ventaja fue: evitó a males peores, los treinta años devastadores no se repitieron. Alabados sean los listos, los negociadores, los improvisadores y los demás pequeños egoístas de turno.
Ejempo 2: Cuando en 1918 callaron las miles de baterías de la artillería de media Europa que escupían fuego y muerte durante cuatro años feroces, se proclamó una Paz: la de “Versailles”. El tratado respectivo no habló de vencedores y vencidos, pero definió una responsabilidad: Alemania, declarada como  única culpable de haber causado los daños infinitos de esta guerra, de haber provocado incontables muertes  y por ello declarada responsable y causante de daños que tendría que  pagar. 
Pero  en pocos años Alemania pagando se alejó cada vez más de la Paz hasta que llegó quién pretendiera “sanear” esa “injusta” cláusula de única culpa y responsabilidad, Adolf Hitler.[1]
---El resto es conocido por todos--- hubo una “Paz” causante de sembrar la revancha y la repetición de la guerra perdida pocos años atrás. El desastre era aún mayor que al inicio y el remedio fue peor que la enfermedad.

Otros ejemplos, aun presentes están visibles. Estamos viviendo en la era de múltiples intentos de Paz fracasados, y todos los fracasos nacieron a raíz de las pretendidas  ”Victorias”.  Los pacificadores triunfantes suelen en mayoría causar males peores que los que pretendieron eliminar.

Concluyo afirmando sin dudas que las velas prendidas ante la talla de madera iluminan caras sonrientes que festejan el momento cuando las armas se callan, y que estas sonrisas son necesarias, aplauden los hechos. ¡Amemos a los que nos odian! nos lo aconsejó quien así lo vivía.
Pero para hacer la Paz hay que ser más que pacífico, (a veces ni es necesario serlo). Necesario es tener la mente clara y despierta, entregar los intereses sobre la mesa del Póquer de negociadores y conformarse con lo que es posible, conviene no perturbar la normalidad de las vidas, evitar los desastres institucionalizados.
Luego que se tome un vaso de vino, brindaremos e incendiaremos velas juntos.
--Sonreiremos, en Paz- hoy es el día. ¿Viva Colombia! Viva la paz!

friedrichmanfredpeter   29 de septiembre de 2016



Transformando espadas en arados, armas en instrumentos para labor agrícola.



[1] Conocida es la sentencia del  Primer Ministro Francés Clémenceau: “Le boche paiera!” – El “alemán” lo pagará todo --

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