¿quién lo necesita?
¿servirá como modelo a
seguir?
La primera edición muestra el grabado en cobre de un gigante que surge
trás un paisaje poblado de aldeas, y en primer plano, de una ciudad con sus
casas, su catedral y sus murallas. Numerosas iglesias pueblan el escenario
donde la vegetación sólo es insinuada. Pocas figuritas humanas se distinguen en
las plazas de la ciudad y en el campo. Se puede apreciar alguna actividad
civil: ¿un arado, molino de viento, humos de chimenea? La ciudad está fortificada y en la muralla se
observa una bandera desplegada. El gigante - el Leviatán - tiene extendido los
brazos y su sombra debe de cubrir todo el escenario. En cada mano lleva un
objeto, símbolos del poder:
La espada representa el poder terrenal, el bastón del pastor demuestra
que también posee autoridad eclesiástica; tiene puesto una corona. Llama la
atención que la corona, como símbolo de la monarquía, no lleva la cruz que la
definiría como monarquía cristiana.
La expresión de la cara es jerárquica y ausente.El pelo lo lleva largo,
mas no cubierto por la monstruosa peluca que solía caracterizar a los
mandatarios del siglo XVII. La mirada no contempla el paisaje que se encuentra
delante del Leviatán, que es inegablemente dueño absoluto de todo lo que le
rodea. Metáfora viva de pregunta fundamental: <<¿Quis interpretabitur,
quis judicabit?>> , “¿quién
interpretará los hechos y quén los juzgará?“
Sólo el Soberano, el Leviatán, posee esta competencia: está<<legibus
solutis>>, no está sometido a ninguna ley: Él es el Absoluto Soberano.
Pero hay un detalle importante: El cuerpo del gigante parece estar
cubierto de vida. Los seres humanos que faltan en el escenario parecen poblar
brazos y pecho del gigante. Es más, físicamente el cuerpo del Leviatán lo
componen las innumerables figuritas que se mueven y viven. El gigante no se las
tragó, sino parece que ellos se entregaron a él formando los músculos y órganos
de ese Ser Soberano.
¿Por qué se habrán entregado privándose de esta manera de su
estado libre original? ¿Se habrán aburrido de sufrir las consecuencias de
eternos conflictos bélicos y enfrentamientos entre las distintas confesiones
cristianas?
El grabado sólo en parte indica una respuesta: Han abandonado la
ciudad fortificada y la inseguridad de la campiña. Salieron también de sus
dieferentes templos y dejaron atrás los emblemas respectivos de sus creencias y
convivcciones. El bastón de mando eclesiástico lo indica: Mientras la espada
está levantada en gesto amenazante, el bastón del pastor topa la tierra. Todo
eso dice:
<<Aquí haya paz y orden. En caso contrario la espada que
llevo en la mano derecha sabrá imponerla>>.
¿Y la conciencia individual y privada de cada habitante bajo esta
tiranía monstruosa?
Se quedará atrás, porque todos formarán parte de un sólo y único
cuerpo que garantizará la ausencia de conflictos y disturbios tanto religiosos
como civiles.
¿Por qué tendrá que ser así?
Tendremos que abandonar el grabado para abrir el texto, donde
encontramos la imagen que se ha formado Hobbes del hombre:
Más que libertad de culto y autonomía personal, le vale al hombre
su integridad física:
<< Bonorum autem primum (maximum) cuique conservatio>>
dice Hobbes. El instinto fundamental de toda vida es conservarla. Por eso
tenemos que privarnos de la libertad para conseguir la seguridad de sobrevivir.
El hombre por necesidad, por temor a los demás hombres, abandona el estado
natural que es el conflicto y la guerra de todos contra todos: <Homo homini
lupus> para transformarse en ciudadano. Como tal forma parte de un solo
cuerpo orgánico donde debe haber libertad hasta donde sea posible y
organización controlada y vigilada cuando sea necesaria.
El Estado o el orden público no son imposiciones desde fuera sino
creaciones necesarias desde dentro. Surgen de las necesidades del hombre de
vivir en paz y de procrear su especie.
¿Qué nos puede enseñar la imagen del Leviatán?
---- un diálogo ---
M –¿No me vayas a insinuar que el grabado del Leviatán nos pueda
enseñar una solución para nuestra actualidad violenta?
Es cierto, se escuchan gritos en demanda de un estado fuerte,
capaz de defender el orden público y garantizar los derechos civiles de los
ciudadanos contra los peligros que le invaden desde dentro y desde fuera.
Pero Thomas Hobbes junto con Jean Bodin ha sido el teórico del
absolutismo europeo. ¿Qué podríamos aprender de una obra caduca por el tiempo?
F – ¡No tan caduca y fuera de tiempo me parece a mí!
Lo primero que aprendemos es el método del diagnóstico del autor.
Su forma de observar los sucesos, su visión del mundo. Luego hablaríamos de los
probables remedios, si los hubiere.
La descripción de las relaciones entre grupos, etnias, confesiones
o naciones bajo el signo de >homo homini lupus< no me parece tan
desacertado si observamos las relaciones políticas y sociales, crisis y
violencia.
Además, si aceptamos la sentencia de Hobbes que el interés del
Hombre fundamental es la conservación de la propia existencia, se vislumbra una
visión vigente para la problemática actual que en el fondo es la misma de
siempre.
M – ¿Pero no queda corta esa visión de un hombre centrado sobre si
mismo, enquistado en sus propios intereses? Miramos lo que el fanatismo
religioso o político es capaz de hacer.
Hobbes elabora su teoría sobre la ficción de un estado natural.
Era el término clave de aquella época para enfrentarse de modo teórico al
pensamiento medieval dominado por la teología escolástica. La iglesia católica
incluyó el Leviatán en la lista de los libros prohibidos. Ese estado natural es
ficción. El Hombre nunca conoció el estado natural, su existencia es histórica
desde el comienzo de la evolución. De la propia naturaleza del Hombre la filosofía
poco puede decir.
¿Qué me va decir el Leviatán?
F – Muy sencillamente: "Me necesitáis, estáis perdidos sin
mi".
M – Ya suponía yo, que fueras adicto a las dictaduras. Todas ellas
suelen presumir de poner el orden, las reglas y las leyes para terminar
eclavizando a la gente.
F – Correcto es decir, que sin el Leviatán no hay paz; sin
organización estatal y supranacional no puede haber paz ni justicia. También es
correcto afirmar, que con Leviatán organizando política y sociedad tampoco hay
garantía que se cumpla el proyecto de paz u orden.
Estados y naciones pueden originar violencia y guerras por múltiples
razones. Pero su función principal será: La seguridad de la vida del Hombre, su
supervivencia física; y eso sin organización nacional y supranacional no será
posible.
Por eso es fundamental la
legitimación de tales organismos. En el grabado del Leviatán observamos que
está compuesto por el conjunto de los hombres. Son ellos los que le dan
existencia. Sin ellos no sería nada el Leviatán.
Traducido al lenguaje de nuestro tiempo: la sociedad es llamada a
ejercer el control sobre las funciones del Leviatán y no al revés. Quedaría en pura teoría, si no se preven los
mecanismos para ejercer control. Tales
mecanismos son: las constituciones democráticas, los tratados y convenios
internacionales, los gremios de control como los parlamentos y los medios de
información libres, etc … Te recuerdo también la reciente fundación del
tribunal internacional para juzgar los abusos de poder de uno y otro Leviatán
moderno. Y eso está funcionando.
M –¿No me dirás que las democracias modernas son garantías para el
ejercicio adecuado de esta función? En ellas se materializan intereses
diferentes, de poder económico, social, cultural etc.
El poder de una nación que se transforma en Leviatán despierta
obviamente la rivalidad y el rechazo de otros, sean naciones o grupos culturales.
No ves que el conflicto fundamental no es solucionable por ningún camino
conocido actualmente y menos por el de un filósofo del siglo XVII. Además, todo
tipo de conflictos que la historia conoció, existen actualmente y a un mismo
tiempo: las guerras tribales, las religiosas y confesionales, las imperiales y
las nacionalistas. Todo el amplio abanico de conflictos que demuestran que el
>Homo homini lupus< sigue tan vigente como en tiempos de Hobbes.
¿Qué pretendes enseñar a gente agrupada en sus celdas de
aislamiento contra la celda vecina que a la fuerza quiere ser diferente de la
otra?
Todo esto sucede actualmente bajo la cubierta de un Superleviatán
que lo tapa todo con un mensaje globalizado económico, militar y cultural.
F – La experiencia histórica nos enseña que la rivalidad (
competititio diría Hobbes ) no es eliminable. Pero la rivalidad es modificable;
los imperios se establecen y nunca perduran y no son idénticos porque no
representan valores idénticos. Vivir bajo la ley del imperio soviético no era
lo mismo que vivir bajo el aguila imperial americano. El Leviatán humanizado y
democrático no es igual de demoledor que el Leviatán nazi. Sepamos distinguir y
no confundir valores con vicios. Vivir bajo un Leviatán llamado Obama no es lo
mismo que soportar un Leviatán en Oriente Medio.
Las actividades de la Cruz Roja Internacional no impiden las
guerras;
la organización de la Naciones Unidas no impone la paz universal;
los programas de educación para el desarrollo no acabarán con el
hambre y las enfermedades.
La globalización es un reto para la humanidad y de ninguna manera
una fuerza enemiga del hombre.
La Atenas de Sófocles era una fuerza globalizadora como el Imperio
Romano y España de los siglos XVI y XVII.
Debe existir Leviatán que gobierne con la ley y la
constitución contra las ideologías desenfrenadas que promueven el fanatismo y
la acción violenta. Soluciones definitivas no existen. Si los conflictos no se
pueden eliminar, hay que reducirlos y domesticar a sus contrincantes.
Se necesita el Leviatán culto y responsable ante la consciencia
universal humana.
No podrá renunciar a la espada, pero llevará corona y el concepto
de un legislador. Así lo pidió Manuel Kant en su ensayo <Vom ewigen
Frieden> de la paz eterna.
M – ¡Otra utopía !
F – ¡La de todos los tiempos!
fm peter / av oeding enero
2016
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