La crisis económica ha provocado esa voz que grita:–¡Más Europa! – Sin
embargo, el observador realista del escenario político y económico, se
pregunta: ¿Quién de verdad quiere eso? ¿Quién desea ser antes europeo que alemán
o español o italiano?
Repartir deudas
sobre muchas espaldas no hace que desaparezcan, pero causaría alivio a quien
carga un saco demasiado pesado para su frágil estatura.
– Esa es la verdadera
solidaridad, dicen unos.
– No, esa es la
pícara intención de unos, hacer pagar sus deudas a los demás, dicen otros.
Son dos puntos de
vista muy alejados para encontrar fácil conciliación. Los medios presentan este
conflicto como desentendimiento entre los gobiernos; acusan el gobierno alemán
y especialmente a su canciller Merkel de ser culpables. Algunos predican, si
todos fueran de Izquierda pronto se resolvería y los viejos tiempos prósperos
volverían.
Pero están equivocados, el conflicto cala más hondo. Son los pueblos, sus
mentalidades diversas, que impiden esa evolución. La lucha contra la Derecha,
en el fondo es una lucha contra la realidad. Observadores atentos describen lo
que divide Europa en zonas distintas: es el modo de elaborar riqueza, la vía
del ahorro o la del consumo. Alemanes, holandeses o polacos ponen otras
prioridades en el tablado económico que españoles o italianos, para no
mencionar a griegos. Unos racionalizan su labor para crear productividad, otros
invierten más horas de trabajo, fantasía y esfuerzos para vivir mejor. Es ley
económica número Uno, capital se acumula donde encuentra productividad y dinero
destinado al consumo no es capital productivo.
La crisis del Euro no es otra cosa que la simple verificación de esta
ley económica. Falta hace analizar, racionalizar el problema, sobran
lamentaciones, enfados y teorías de
conspiración.
El mercado americano por su amplitud y dimensión presenta el modelo que
Europa está llamada a seguir. Pero ¿existe capacidad para ello? Aquel mercado
reune una curiosa fusión de diversos elementos económicos, admite alternativas,
son varios sistemas en uno. La movilidad de capital y de personas es grande. Y
por eso el dólar sobrevivirá sus crisis cíclicas.
¿Pero el Euro? Todavía abunda en
los bolsillos de europeos que encuentran su ideal, estar sentados en sus
rincones esperando salvación. Sin cambios profundos estructurales y mentales,
Europa recaerá en lo que ha sido medio siglo atrás: un lugar precioso para el
turismo universal o una máquina aislada en permante reciclaje.
El proyecto de Nación Europa - unión o confederación - significa la
fusión de naciones independientes en un órgano político común, con capacidad de
producir bienestar para todos. Este proyecto urgente está más lejos que nunca:
Renacen estructuras autóctonas, autonomías y regionalismo con pretensiones
totalitarias, prejuicios históricos y divisiones que parecían superados, con
actores que tiran de la común carreta hacia diferentes caminos. Fragmentación
en mininaciones es la real dimensión deseada; y muchos piensan que con el
marco, la peseta, el franco o la lira en el bolsillo, estarían resueltos sus
problemas.
Mi pronóstico es: entonces de verdad comenzarían.
friedrichmanfredpeter
16/06/2012
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