Seiscientos habitantes viven en el pueblo de
Hassleben que se encuentra en la Uckermark, región de Brandemburgo. Durante los
tiempos de la RDA existía aquí el mayor
criadero de cerdos conocido, con doscientosmil cabezas. Después de la
unificación del país fue cerrado por intolerable. Pero ahora, un pudiente
inversor holandés pretende reiniciar la cría de cerdos con ochentaycincomil
animales y tresmil de ellos serán sacrificados semanalmente.
Los habitantes han formado un frente común
contra esta iniciativa porque no quieren tolerar de nuevo la mastodóntica
instalación y sus efectos sobre toda la comarca. Han recibido el apoyo de
numerosos personajes. Uno de ellos es el filósofo Peter Sloterdijk. Desde la
cercana ciudad de Templin se ha presentado el pastor protestante Horst Kasner.
Su sermón ha sido publicado y se encuentra expuesto en la pequeña capilla de la
aldea, que llaman “la Verde” con cierto tono irónico.
¿Qué
dice el pastor Kasner que sea digno de ser
oido, leido y traducido al español?
“En
el olvido del pasado se halla nuestro futuro -
esa sentencia podría ser el lema de nuestro tiempo. - ¡No pienses en lo
que era antes, no te ocupes de lo que otros han pensado antes de nosotros! ¡No
te preocupes por lo que ellos apreciaban o en lo que creían y que para ellos
era sagrado! ¡Olvídalo! No tiene importancia. ¡Mira adelante y no atrás! Porque
queremos progresar y sólo eso importa. ¡No te inquietes por lo que dicen los
que son de ayer cuando hablan de valores y de moral y del respeto a la vida. Lo
que cuenta, es el dinero. ¡hazlo, acumúlalo, el dinero puerco!
Y
el consejo para consumidores: ¡Comprar, comprar y comprar barrato y siempre más
de lo que necesitas! El hombre consumidor piensa como el mercado lo exige. Así
nos lo machacan para dejar la reflexión a un lado. Todo es mercado, también la
naturaleza. Por eso, ¡libérate de prejuicios morales! Todo tiene su precio.
Sin
embargo, ¿a qué renunciamos y qué perdemos cuando así sin escrúpulos vamos
hacia el puro rendimiento? --- Renunciamos a la dignidad humana y al respeto
hacia la vida. Esto es el precio, un precio muy elevado porque al pagarlo
renunciamos a nuestro propio ser, a nosotros mismos. Y por eso debemos recordar
los valores originales de nuestra cultura y religión.
¿Cómo
era eso antes, cuando los hombres comían carne? Cada comida era un evento
especial, cuando era sacrificado un animal para nuestro alimento, y fue casi un
acto sagrado. Se invocaba a la divinidad, porque el hombre tenía presente que
su vida vive de otras vidas y estas también tenían derecho a la existencia. Por eso los animales no eran matados sin
contemplación y nunca en masa porque ganado, pollo o pescado no eran simples
productos masificados. Se les apreciaba como valioso alimento y por eso era
caro comer carne. Los animales se criaban y se les daba vida de acuerdo a sus
necesidades específicas, vidas dignas y tratos con respeto porque son seres
vivos, emparentados con nosotros.
Hoy,
la producción masificada, la producción de animales, es producción de carne
barata, nada más. Fábricas para la producción de carne, barbarie pura, en
comparación con nuestra tradición cultural. Porque los animales no se pueden
criar industrialmente; son engendrados y criados tal como los humanos. El
animal no es cosa, es un ser vivo al que corresponde respeto. El que eso se lo
niega pierde su propia dignidad. La Biblia nos enseña esa verdad original de la
creación, cuando resalta cómo fueron creados los animales y el hombre en el mismo día, y a ambos comunmente se
refiere cuando dice: “Y Dios los bendecía”. Y eso significa, que cuando el
hombre retira esa bendición a los animales que le son confiados, él mismo se
priva de la bendición divina. La industria que convierte animales en carne no sólo
es indigna hacia los animales, es indigna del hombre quien lo promueve.
Y
eso tiene consecuencias: Mucho se
discute, si la producción industrial de animales es negativa o no para el medio
ambiente. Indiscutiblemente a largo plazo esa industria traerá consecuencias
negativas para el hombre. Ya empezó en la cabeza por perder los escrúpulos y
conceptos como humanos, porque se consume la carne y se olvida el animal. Y
cuando las naves industriales se levanten aquí de nuevo, eso se considerará
como algo normal. Pues ya ha sido aprobado oficialmente. Y lo que pasa con los
animales en estos “módulos”, la tortura que sufren, no debe interesarnos,
porque se nos dice que todo está bajo control. Mientras tanto, un cerdo tiene
que contentarse con un espacio de dos metros cuadrados, sin jamás ver la luz
del sol y nunca respira aire natural. En realidad nunca vive, sólo existe para
producir carne. Y finalmente se trata de carne industrial, no es la misma que
la carne natural. Es de peor calidad y menos apta para la salud humana. Por eso
deberíamos comer menos carne, pero de mejor calidad. Nos costaría más, pero
también nos daría más.
Al
final, una profecía: Dentro de 10 a veinte años, tales cárceles para animales
como el presente proyecto, no serán permitidos en Alemania, porque el daño que
causan nos habrá enseñado, aprenderemos la lección. Pero mejor sería, ya que
eso lo prevemos, reflexionar y actuar mejor, cambiar nuestras costumbres y
renunciar a ese trato inhumano a las criaturas que son nuestras”.
El pastor Horst Kasner es el padre de la
actual canciller alemana Angela Merkel.El sermón fue publicado en Cicero
9/2008, p.50.
Responsable de la traducción:
Manfred, 8/2008
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