“ Desde 1866, y
sobre todo desde 1870, la subversión de las condiciones sociales, y por tanto la descomposición
del antiguo Estado, se muestra a los ojos de todos y toma proporciones gigantescas. El rápido desarrollo de
la industria y principalmente de los negocios bursátiles fraudulentos precipitó a todas las clases
dominantes en el torbellino de la especulación. La corrupción en gran escala importada de Francia en
1870 se desarrolla con un ritmo inaudito. Ministros, generales, príncipes y condes compiten en las especulaciones bursátiles con los bolsistas
judíos más tramposos, a los cuales reconoce el Estado la igualdad haciéndoles barones al por mayor. Los
aristócratas rurales, dedicados desde hace mucho a la industria, como fabricantes de azúcar de remolacha o
destiladores de aguardiente, han olvidado desde hace mucho los buenos tiempos de otra época y adornan hoy con sus
nombres las listas de directores de toda clase de sociedades por acciones.” ( Friedrich Engels )
Engels muestra en análisis socioeconómico el ojo
crítico vidente.
Efectivamente el lento aburguesamiento de la
sociedad prusiana cambió con el ritmo de la industrialización acelerada de
Alemania y especialmente de Prusia.
En territorio prusiano se encontraban los altos
hornos del Ruhr y las minas de carbón de Silesia. El ejército prusiano era el
gran consumidor de los productos de Los Krupp y Thyssen y las ciudades – Berlín
y los centros industriales del Rín y Silesia - vieron un boom de
construcciones, jamás conocido antes. Los latifundistas del este, los Junker,
supieron aprovechar su rango social para plantarse en la próspera economìa
nueva. Los magnates industriales consiguieron títulos de nobleza y los
aristócratas se dignaron no despreciar el dinero. La sociedad prusiana no
cambió en sus rangos altos. Pero debajo de ello nació una sociedad en el
anonimato completamente nueva.
La sociedad prusiana era ilustrada y no le costaba
trabajo olvidar prejuicios de clase cuando valía la pena y apretaba la
necesidad. De ese rápido cambio Engels sacó la conclusión que en Prusia se
preparaba el terreno de la futura revolución socialista.
El problema de la vivienda durante esta expansión
industrial era síntoma de profundos cambios sociales.
Naciò la "Mietskaserne" - el cuartel de
alojamiento por alquiler, que durante medio siglo era la forma casi típica de
vivienda de los berlineses y se mantuvo como costumbre general en las grandes
ciudades hasta hoy, donde la masa de los electores del partido SPD aun vive.
Los planificadores socialistas de la antigua RDA
hicieron de ello su programa y estilo arquitectónico que dio imagen a las
ciudades en el Este de Alemania. En el Sur y Oeste predomina la construcción
horizontal, el modo de vivir individualizado.
Para Engels eso era un síntoma más de la presión que
ejerce el capital sobre la masa obrera reduciendo así el costo social integrado
en el valor del trabajo: aumento de la plusvalía relativa.
Claro que Engels subestima enormemente el factor de
la cohesión social. Conciencia de clase no es simplemente el resultado de
factores socioeconómicos.
El proletario prusiano era hijo de campesino, criado
y educado en el pietismo luterano. El socialismo era un proyecto idealista y
romántico que vivía en días de fiesta y eso le dio valor y orgullo. El obrero
alemán se destacó siempre por su manifiesta actitud desacomplejada.
El proletario prusiano no solía levantar barricadas,
y en el empresario frecuentemente encontraba un señor de trato correcto y
respetuoso.
La Revolución que Engels pronosticaba, no encontró
fieles seguidores, sino una mayoría dispuesta a los compromisos, revisionistas
al estilo Bernstein.
La aglomeración humana en viviendas estrechas
acompañaba el proceso de la industrialización. Al contrario de modernos
"pisos" estas viviendas se intercomunicaban en patios, soberados y
sótanos de uso comunitario. Se creó el espacio del "Hinterhof" - el
patio trasero - y detrás de este patio, otro y otro más. Construcciones
laberínticas donde se desarrollaba una forma de vida particular, casi de pueblo
o aldea. El maestro dibujante “Zille” berlinés ha eternizado este
"Milieu" - el ambiente - en dibujos críticos, llenos de humor e
ironía. En estos patios - los conocí muy bien en Wiesbaden - se desarrollaban
también numerosas actividades: compraventa, artículos de segunda mano,
servicios de toda clase, talleres artesanales. Y hoy, lo que queda de estos
espacios después de los bombardeos, son lugares deseados por artistas e
instalaciones como cafeterías y boutiques. Son auténticos refugios de una
subcultura, elemento vital en grandes urbes modernas.
Frecuentemente estos patios eran diminutos donde
casi no les llegaba el sol y Zille pintó estos niños proletarios raquíticos y
resfriados siempre del "Milieu" que allí tenían su lugar.
Frecuentemente se presentaba allí el mendigo recorriendo los patios con su
organillo mecánico, que todavía hoy se identifica con la vida diaria en Berlín,
y que llenaba los patios con las melodías populares de la época a cambio de la
lluvia de monedas que le caían encima desde las ventanas de cuatro a seis pisos
de los edificios.
En la casa delantera solía vivir el propietario y el
precio del alquiler variaba enormemente de abajo hacia ariba y de delante hacia
atrás. Por un portón único entraban y salían todos pasando por la revisión
crítica del patrón que no tardaba de rechazar al que no le gustaba. La
"Mietskaserne" con su gente era un mundo con carácter propio y muy
diferente de las casas de pisos modernos donde casi nadie conoce a los otros.
Nació una forma de vida que durante más de un siglo era común del obrero alemán
prusiano. La crisis que sufre el partido de la SPD hoy, en parte es el
resultado de la desaparición de este estilo de vida social que se había formado
en este medio y se trasmitía de una generación a otra y donde todo el mundo sin
reflexión se identificaba con el proyecto socialista. Tanto era, que mucha
gente, cuando tenían ingresos para mudarse a otro lugar con mejores
condiciones, preferían permanecer en este medio, en su “Milieu”.
Manfred
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