Una mirada ...a la
historia,
Simón no solamente se divertía. En Madrid empezó estudios de matemáticas. Pero en España se dio cuenta también que él era diferente, moviéndose y hablando. Los jóvenes madrileños se comportaban de otra manera: ¡este hablar fuerte y arrogante, este constante bullicio!
El americano era prudente, distinguido, reservado y desconfiado en el trato con otros. Era un „indiano“. Hoy se diría „sudaca“, términos que marcan profundas diferencias culturales que oficialmente no solían ser ni son admitidas, pero tienen gran importancia en las relaciones humanas. No es exagerado decir, Simón se despidió de Madrid disgustado.
Sin embargo, Simón ha vivido momentos de fascinación y de grandes emociones. Pues, el mundo europeo estaba sufriendo un terremoto que había comenzado con la Revolución en Francia y ahora tenía un solo nombre: Napoleón Bonaparte y el visitante listo y sensible comprendió que se estaba forjando un mundo nuevo y a través de escenas crueles de las guerras napoleónicas vio la antorcha de la libertad. Libertad e independencia también vive el joven Simón quien toma una importante decisión: Se enamora y se casa con una pariente lejana suya -- española -- María Teresa.
Bolívar con su esposa vuelve a Caracas. Y allí pudo haber comenzado un idilio pacífico, la vida familiar tranquila de un rico criollo hacendado entregado a sus quehaceres empresariales y disfrutando de los placeres que su alto rango social admite. Pero la felicidad es como el cristal que se quiebra.
Apenas un año después de nuevo se halla solo - - - viudo.
Y casi inmediatamente lo encontramos de vuelta en Europa; ahora Simón con el maestro Simón „Robinson“ viajando juntos.
¿Cuál es el motivo de ese nuevo viaje?
¿Huye de la tristeza, del luto, del ambiente mediocre e inmóvil de la ciudad provinciana bajo el clima tropical?
---O--- ¿Busca el cambio radical de su vida, una metamorfosis inspirada por el ejemplo de Napoleón Bonaparte?
Bolívar decide ir en busca de Napoleón, - - - y en 1805, en Milán, asiste a la ceremonia de coronación de ese general triunfante, hijo de la Revolución, y ahora “L ́Empereur“ que dicta leyes a Europa. El evento es coronado con esa esplendorosa revista militar de tropas napoleónicas y el grito unisono de miles de gargantes: “¡Vive L ́Empereur!“
Simón y Simón asisten a ese espectáculo brillante, fascinante que con su grandiosa teatralidad anticipa lo que sucedería a Europa: un nuevo orden transformará política y sociedad. El mundo ya no sería el mismo después de ese año 1805 y Bolívar está allí presente.
Absorbe el espíritu moderno europeo como una revelación. Conoce al barón von Humboldt y junto con él sube al Vesubio, un volcán en actividad en aquel momento y volcanes decorarán los escenarios de las batallas en América donde él, Simón sería el protagonista principal, un Napoleón americano, que en ese momento vemos en compañía del investigador alemán. Dos mentes iluminadas que mútuamente se estimulan.
Y el terremoto continua sacudiendo Europa: en ese mismo año Napoleón vence a Prusia y cambia el mapa político europeo.
El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel publica “Fenomenología del espíritu“ creando así la base filosófica para los posteriores movimientos revolucionarios en el mundo y no ha hecho más que traducir el terremoto napoleónico en términos filosóficos:
“¡Voilá, der Weltgeist zu Pferde!“ Así con chispa e ironía ha comentado la entrada triunfal de Napoleón en Jena y el filósofo lo ve pasar por delante de la ventana de su cuarto de estudios.
¿Qué otra cosa podía decir y escribirse en ese momento?
¿Y Bolívar? De pronto le entran fuertes ganas de regresar dándose brisa y desde el puerto de Hamburgo salió para volver a América.
Según Salvador de Madariaga, un „revolucionario neoclásico romántico“regresó a América. Cierto es, un criollo de la Nueva Granada había asimilado la transformación mental colectiva de los europeos de su época. Aquel ambiente extraordinario lo había iluminado y cambiado., tal vez ya se encontraba prefigurado en él.
Durante el viaje a Italia había pronunciado en compañía del maestro y entre otros amigos el “juramento de Monte Sacro“, el Aventín romano, prometiendo solemnemente dedicar su vida a la liberación de la patria, un acto de confesión en compañía de amigos del alma y de gran emoción personal. Imaginemos, el joven latino con la mano derecha levantada hacia el cielo de Roma, donde más de dos mil años antes los plebeyos habían jurado no ceder hasta que Roma no sea transformada. Y lo lograron. La historia de Roma comenzó de nuevo.
Contemplando ese gesto de Bolívar, surge la pregunta:
¿No era ese acto reproducción personal del „Juramento de los Horacios“, espectacular pintura de David (1785) que actualizaba ese tema clásico romano del heroismo y de la ofrenda de la propia vida para la patria?
Y Bolívar, amante de escenas dramáticas y teatrales, lo pone en escena de acuerdo con lo que había visto oido y vivido, y ahora, lleno de impresiones y experencias inolvidables decide limpiar el óxido de los sables que adornan los cuartos desde su infancia porque ahora comprende las consecuencias del mensaje de Juan Jacobo Rousseau:
- Un pueblo que es obligado a obedecer y obedece, hace bien. Cuando tiene oportunidad de liberarse y se libera, hace mejor.
Para Simón Bolívar había llegado la hora de la verdad. La cortina se eleva y queda libre el escenario para la revolución en las Américas.
¿Existe en algún lugar una realidad que admite ideales?
por F. Manfred Peter
El joven caballero
Simón emprendió viaje. A través de Méjico y La Habana llegó a Madrid. Es
el „Tour“ que todo joven e importante americano -- „indiano“ lo llamaban
entonces en España -- debió realizar.
¿Podría tener éxito?
Graciela Soriano ( Pofesora de la Universidad
Caracas ) opina que fue la intención de Bolívar, renovar la América
española desde su fundamento. ¡Quería europeizarla! ¡De ninguna manera
quería servir a las oligarquías, creando el caudillismo detrás de la
máscara de constituciones liberales!
Detrás de estas
palabras de la historiadora se asoma otro conflicto del que hablaremos.
continuará,
FMP 2007
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