lunes, 15 de octubre de 2007

Bolívar, revolucionario a la fuga (3*)

Una mirada ....a la historia,
por F. Manfred Peter

*3- Cuando Napoleón invadió España en 1808, Bolívar se encontraba en Caracas dedicado a actividades de subversión. La administración colonial estuvo paralizada ante el hecho insólito que sufrió la lejana patria y no intervino en un principio contra las actividades subversivas de los grupos rebeldes criollos. Así, un congreso patriótico, presidido por Bolívar pudo declarar la independencia exigiendo garantías de los derechos humanos y una constitución según el ejemplo de los Estados Unidos de América. Pronto se aclararon las cosas. La nueva España bajo José Napoleón tampoco estaba dispuesta a dejar estas colonias americanas que fueron el resultado de una entrega secular de un esfuerzo político, social y humano, un esfuerzo que “a España le había costado sus riñones“ como dijo Gabriel García Marques. La administración de la colonia se dispuso a defender sus intereses persiguiendo a los patriotas. Además, la población caraqueña pareció indiferente ante la actividad subversiva de Bolívar y de sus amigos. Cuando un terremoto devastó la ciudad no faltaron los que proclamaban que la subversión contra el orden divino del mundo había sido responsable de este desastre.


Bolívar fue acusado de alta traición. No se aclaró, cómo logró escapar. El compañero Miranda, experto guerrero de numerosas batallas napoleónicas, tuvo que rendirse a las fuerzas superiores españolas y fue apresado y sentenciado a muerte. Bolívar, sin embargo, logró triunfar desde Cartagena. Bajo el lema „guerra a muerte“ dirigió la campaña de reconquista. Fue una campaña de terror y exterminio de todo elemento español peninsular antes que una lucha por la libertad. Aquí también reprodujo Bolívar el ejemplo napoleónico:
“¡Soldados, la mirada de la Europa deseosa de su libertad reposa sobre vosotros, porque la libertad en el Nuevo Mundo abre la esperanza para la libertad universalmente!“ El lector se acordará de palabras similares pronunciadas por Napoleón ante los prámides: “¡Soldados, cuatro mil años os contemplan!“
“¡Esta guerra se dirige en su primer y principal fin a destruir en Venezuela la raza maldita de los españoles europeos! ---¡Puesto que no debe quedar ni uno solo vivo!- “
La retórica de las guerras no siempre es idéntica a su realidad. La memoria colectiva sólo relata anécdotas como esta: Al prisionero caido en manos de los insurgentes se le habría obligado a pronunciar palabras con ce y zeta para detectar si ceceaba como un español o si las pronunciaba al modo neogranadino --esse -- Y a los que ceceaban se les fusilaba. La crueldad tiene su anecdotario. La memoria graba lo cómico y no lo trágico.
Pocos contemporáneos de Bolívar o sus admiradores actuales veían claramente el horrible precio que los humanos en nombre de progreso y libertad habrían de pagar: “¡Oh -- mortales, desde tanto tiempo gozáis pisándose las cabezas unos a otros!-“ Así, la voz lejana del poeta Hölderlin que , sin embargo, admiró la Revolución Francesa y presenció la marcha triunfal del águila imperial napoleónico a través de Europa dejando rastros de sangre.
Pero, ¿quién escucha a un poeta?, ¿quién denuncia los “desastres de la guerra“ como hizo Goya en España en la lejana América?
Bolívar no conoció estos testimonios de sus contemporáneos, y además, nunca se dejó impresionar por las imágenes del dolor. Hasta en esto se pareció a su héroe venerado Napoleón Bonaparte, y los admiradores de ambos personajes siempre prefirieron pasar por alto estos hechos, no deseando que se manchara la heróica obra de su ídolo.
¿Qué explicación habrá para este comportamiento cruel? Probablemente no radica exclusivamente en la politica y en la fiel aplicación de una ideología revolucionaria. Un testimonio personal de Bolívar lo demuestra:
“La muerte de mi mujer me puso muy temprano en el camino de la política y me hizo seguir después el camino de Marte en lugar de seguir el arado de Ceres.“ Tantas metáforas suelen servir para tapar una realidad mucho más cruel y sangrienta. ¿Habrá querido decir: “Así como sufrí yo, hice sufrir a los otros?“
Sea como sea, el Libertador se vio rodeado de seguidores, admiradores y de ejecutores voluntarios, deseosos de tales sentencias. Proclamas como „la guerra a muerte“ suelen ser aplaudidas y recuerdan una violenta sentencia que todo alemán conoce de la propia historia: „Der totale Krieg“.
Sin embargo, el efecto deseado, la victoria triunfante no se presentaba.
Mientras Bolívar avanzó, Napoleón perdió su última batalla en el campo de Waterloo. Esto hizo cambiar definitivamente la situación en el escenario militar americano también.
Ahora, los vencedores sobre Napoleón trataron de extinguir las revoluciones universalmente.
La causa monárquica española recibió importantes refuerzos psicológicos y materiales. Bolívar sufrió un revés tras el otro y huyó a Jamaica.
En estas circunstancias, la causa de Simón Bolívar parecía perdida.
Pero no era así, el movimiento independendista había comenzado en los centros urbanos de la colonia de Nueva Granada, recibió el apoyo de círculos de criollos blancos principalmente. Nació en los salones y se extendió a las calles. Ahora, la acción militar dirigida por Miranda y Bolívar, había extendido la insurgencia a los campos. Todos los descontentos con el régimen colonial se encontraban representados bajo el lema :
¡Fuera los españoles peninsulares! El movimiento había conseguido una amplia base popular y eso ya quedó irrevocable.
Bolívar en Jamaica no se encontraba tan solo como parecía.
“La lucha continúa“, dijeron muchos ante el temor a las represalias que tomó la administración colonial triunfante.


El extremismo retórico debía participar en las campañas militares para que aquellas sean victoriosas:
Una orden escalofriante que anticipó el desprecio de la vida humana en nombre de un supuesto fin revolucionario. Decretos similares serían firmados por toda clase de estrategas a través del siglo XX causando millones de muertos. El fin justifica los medios, era el principio que las ideologías modernas mantienen como clave de su estrategia revolucionaria. Ideas políticas revolucionarias en la realidad se escriben con sangre, esa lección nos enseña la historia reciente. Es cierto que no conocemos la estadística del horror, no sabemos hasta qué grado fue ejecutada esa voluntad de exterminio del enemigo odiado. El mismo general Bolívar se refugiará para morir en la casa de uno de esos enemigos, el español Pedro Alejandrino. Así, no todos han
 sido odiosos.

continuará

FMP 200

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