Hay tres mil lenguas, o más
y año tras año se pierden decenas de ellas.
Generalmente es una muerte lenta, dejan de ser practicadas y habladas,
desaparecen. A veces sólo quedan recuerdos de ellas en los nombres
geográficos.Todos los ríos europeos llevan nombres que son el eco de lenguas
desaparecidas, a veces hace miles de años atrás y es un juego interesante
observar como especialistas descifran los nombres de las ciudades que nos
rodean. En todas ellas otras voces, hoy incomprensibles, han sonado una vez. Es
ley fundamental de la historia, como en la vida de los individuos, los modos de
comunicación aparecen, florecen y desaparecen, y así continuará. Sin embargo,
ese final no es una muerte definitiva, cada lengua desaparecida encuentra su
reemplazo, la muerte de una dará vida a otra, y así continuará. Permítaseme
decirlo muy claramente, ninguna de las lenguas que actualmente ocupan el
escenario europeo realmente puede reclamar originalidad exclusiva, debajo de
sus pretensiosas raíces siempre se encuentran otras más profundas y anteriores.
No sólo vivimos, también hablamos y nos expresamos en medio de escombros de la
historia. Por eso, ¡seamos prudentes, modestos y tolerantes!