Europa y sus idiomas, ¿una cuestión racional o
romántica?
Hasta bien entrada en la época moderna, la literatura científica en
Europa se escribía en latín, un idioma aprendido y usado de modo universal,
pero aprendido y pulido en escuelas y universidades; era un medio ideal para la
comunicación entre diferentes grupos de hombres de la ciencia y política que
formaron la élite europea de entonces.
En el año 1521 ante la dieta imperial y en presencia del emperador,
Martín Lutero expuso sus tesis sobre la reforma de la iglesia, primero en
latín, para que lo entendiera Carlos V y
los representantes de Santa Sede y luego en alemán para el grupo mayor formado
por los asistentes teutones. Es interesante observar, cómo cambió su discurso.
Sólo la variante en alemán cargada de emoción terminó con ese final valiente y
furioso de un hombre que sabía que con esas palabras se jugaba la vida y
resumido en su famosa expresión:
“Hier stehe ich ....Aquí estoy yo delante de vosotros para decir que yo
no puedo remediar ni revocar mis
principios, que Dios me ayude, amén.“
En alemán Lutero había dicho varias veces YO, lo que en latín
desaparece en la construcción verbal. El lenguaje que le había acompañado desde
la cuna transmitió una emoción que el pulido latín no admitía; era el mismo
impulso que le hacía traducir el Nuevo Testamento, un hecho creativo monumental
que provocó el nacimiento del alemán
moderno.
Sin embargo, parece que el emperador tuvo una impresión positiva del
frailecito que le había puesto tantos problemas y pensaba que se podía llegar a
un arreglo con él y le dejó irse libremente a su casa en contra de los consejos
que le dieron los que habían escuchado
mejor, porque los que entendían el alemán oyeron ese espíritu de la rebelión y
de la desobediencia que se había ponunciado y al que el emperador Carlos V había venido a combatir. Y así lo hizo,
enviándole el edicto de busqueda y captura detrás. Pero Martín Lutero ya había
encontrado la protección de un poderoso príncipe anfitrión quien supo
aprovechar la rebelión del frailecito para bien de sus ambiciones políticas.
¿Qué conclusión sacamos de eso para nuestra actualidad?
En cada momento de la historia y de la vida individual las lenguas se
cruzan, chocan y se enriquecen mútuamente. Lenguas son puros instrumentos y
como tales también son excambiables , aparecen, se modifican sin parar y la
mayoría de ellas desaparecen otra vez. Son las corrientes generales de una
época que deciden sobre el destino de cada una de ellas. Para el individuo, al
contrario de lo que se dice generalmente, perder un código y reemplazarlo por
otro no sólo es perder sino ganar - a veces más que lo que perdió- y no lo
considero una tragedia. ¿Es trágico que los andaluces no hablen más árabe,
visigodo o algunas de las muchas lenguas locales celtíberas? ¿Es trágico que en
América predominen el español y el inglés? ¿A quién le hace daño un determinado
idioma?
La historia es un constante proceso de deculturación y de aculturación
como se expresaría el antropólogo.
Lamentable es siempre el aislamiento de una comunidad causado por el
hecho de permanecer encerrada en un código que separa los individuos de su
entorno natural y les impide participar
activamente en la vida del mundo que le rodea. Si los miles de idiomas
se redujeran a cientos, todavía existiría una riqueza enorme que nadie sería
capaz de compartir.
Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como parecen. Los protectores
de la máxima variedad lingüstica sobre la tierra se fundan sobre distintos
argumentos que pueden sistematizarse:
- los museales y etnológicos, -
los sicopedagógicos y culturales- y los político ideológicos.
Todos ellos coinciden en que el predominio de una lengua oficial es una
amenaza para la supervivencia de otros idiomas que se ubican en su sombra.
Responsable generalmente es la simple casualidad que producen las
circunstancias históricas. Las principales lenguas de Europa surgieron de
núcleos pequeños para luego extenderse sobre una amplia geografía. El italiano
nació del florentino, el francés es el idioma de la región parisina, Isle de
France, el español nació - -- pero lector ya sabe eso.
A pesar del predominio de estas lenguas, las fronteras de dialectos o
idiomas menores han permanecido constantes durante mucho tiempo. Sólo bajo la
influencia de la movilidad social moderna y por el poder de los medios de
comunicación en todas partes parece que
para muchos dialectos e idiomas los días están contados y se acerca el
momento de su desaparición.
Muchas personas se rebelan contra eso y su reacción es comprensible porque las lenguas
no sólo son instrumentos para comunicarse, son elementos que contienen gran
parte de la existencia sentimental de los hombres. Palabras comunican ideas o
información banal, pero también son capaces de producir euforia y tristeza, elevan
y hunden. Hablar es parte de nuestro vivir más íntimo y muchos hemos hablado a
solas.
Es por eso que el etnólogo trata de rescatar las huellas de los idiomas
más lejanos y marginados para que formen parte del gran museo de los recuerdos
que mantiene con vida a nuestra cultura humana.
Igualmente el pedagogo siempre buscará conducir al alumno desde lo
conocido a lo que no conoce.
Dialectos e idiomas tienen sus
derechos no sólo porque son útiles sino porque forman parte del mundo humano en
el que vivimos. Sin embargo, esa consideración no contradice ni devalúa las
observaciones hechas inicialmente. Y precisamente eso suelen negar los que pretenden conservar todos los idiomas
que están en peligro de extinción. Su actitud se parece a la de los
ecologistas. Hay que conservar y proteger los idiomas en peligro como las plantas e insectos amenazados por la
acción de la agroquímica.
No es esto una actitud de
nuestra actualidad, ya se encuentra entre los elementos constituyentos del
pensamiento moderno. Nombres de referencia son Jean Jacques Rousseau y sobre
todo Johann Gottfried Herder.
En el año 1770 Herder publicó
“Abhandlung über den Ursprung der Sprache“
(Tratado sobre el orígen de la lengua) y desde entonces este tratado ha
servido como cantera para provisión y municiones de unos y de otros: de
los lingüistas nacionalistas por un lado
y de estudiosos, de románticos y sentimentales por el otro.
¿Qué manifiesta Herder?
Herder niega el orígen divino de las lenguas, como pastor protestante
que era, un atrevimiento inaudito, porque con eso también negaba la existencia
de lenguas sacras que serían las de la Biblia, hebrea, griega y latina. Eso
había mantenido la teología durante muchos siglos. Las lenguas son de este
mundo, dice Herder, pero a través de todas ellas habla el espíritu divino. La
multitud de las lenguas es la manifestación de esa voluntad divina a crear un
mundo diversificado; las lenguas son como los cantares de los pájaros las voces
originales de los pueblos (“die Stimmen der Völker“) Y es la poesía de estos pueblos donde encuentra su
perfección y con más intensidad todavía se halla en las canciones populares (
“Volkslied“) que no tienen autores conocidos. Este género despreciado que Herder alaba entregándole el mayor
respeto, casi veneración, será la base de la revolución cultural de aquella
época que culminaría en la Revolución Francesa. Francia vivió la revolución
política mientras que en Alemania de los cientos de dominios locales se
manifestó como revolución filosófica como decía Marx. Pocas ideas en la
historia del pensamiento han sido recibido con mayor entusiasmo y sus
consecuencias realmente fueron revolucionarias en el sentido cultural. Primero
la obra poética de Goethe y posteriormente el romanticismo en todas las
dimensiones literarias, artísticas y filosóficas y todo eso, directa - o
indirectamente, se funda sobre esa voz inicial. Sin Herder no habría nacido el
famoso “Lied“ alemán, Schubert ni Schumann habrían creado esta magia de las
palabras que cantan; transformaron el “Volkslied“ en su variante artística y
refinadada, el “Kunstlied“, que ha tenido continuidad hasta la obra de Bert
Brecht.
Sin embargo, ahí encontramos también la otra cara de esta misma
medalla. Los nacionalistas de todos los colores y de diferentes regiones en
Europa también hurgaron en ese material y encontraron argumentos para sostener
sus principios. Por eso es a veces difícil denunciar la demagogia de un lider
populista cuando se protege tras el deseo justificado de autonomía cultural y
lingüística. El nacionalista generalmente se alimenta en las fuentes del
romanticismo político declarando la lengua, su lengua materna - la de sus
ancestros, portadora de un mensaje especial y exclusivo que es mantener con
vida el pasado glorificado y con frecuencia inventado. El nacionalista es un
ideólogo antes que un investigador y lingüista y como todo ideólogo define su
posición en contra de un enemigo, real o ficticio, que en este caso es la
lengua predominante contra la que mantiene un accionismo permanente. Hay que “conscientizar“
a la gente, “a la nuestra“, dice, y eso se consigue declarándole la guerra -
verbal, mediática - a lo que no es “nuestro“.
Durante los últimos siglos, el panorama de las lenguas en Europa
practicamente no había conocido mucha modificación y nunca antes se había
conocido ese tipo de nacionalismo fundado sobre la lengua como esencia de
diferenciación, pero ahora era considerada propiedad sagrada y distinta de
todas las demás: nacionalismo de la lengua. El estado nación moderno inventó
esa identificación para fortalecer los
vínculos emocionales del ciudadano con su patria. El hablar popular de “las
raíces“ que supuestamente tienen en común los que conviven en la comunidad y hablan el mismo idioma demuestra esa
tendencia muy difundida por toda la geografía de Europa y que se encuentra en
franca oposición a los procesos reales contrarios al nacionalismo
tradicional, constituyendo Europa como
un organismo político unido: “Unión“.
Parece que pocos europeos han comprendido la importancia de este hecho
que significan nada menos que la refundación de las naciones europeas porque
renunciarán a todo nacionalismo para
someterse a instituciones supranacionales. Se trata de una soberanía compartida
dentro de un modelo de estado que no tiene antecedentes. Es un proceso irrevocable que se encuentra
acompañado por el fenómeno de la desaparición de características culturales
nacionales y regionales en el mundo entero debido al fenómeno de la
globalización.
¿Entonces qué hay de las raíces y de la identitad propia proclamadas
por el nacionalismo regional?
Debido a la intensa lucha mediática y a la discriminación “positiva“
promovida por fuerzas políticas ambiciosas de poder temporalmente lograrán
retener el curso de la integración cultural y lingüistica. Los segmentos
doctrinarios de las respectivas sociedades podrán imponerse, pero serán
incapaces de modificar el marco general que no es de segregación sino de
integración. Sin embargo, los ideólogos habrán logrado lo de siempre, sembrar
odio y causar numerosas desgracias individuales.
Privar una persona del acceso a un medio de comunicación privilegiado y
desterrarlo a la aldea provinciana, es imponer límites a la libertad que son
intolerables porque contradicen los derechos humanos, aunque eso se haga en
nombre de la democracia y de la autodeterminación de los pueblos.
¿Dónde está el respeto a la autodeterminación de las personas?
El lector preguntará: “¿Son todos los idiomas iguales? ¿No hay idiomas
más aptos que otros para expresar determinadas reflexiones, observaciones,
etc.? ¿No lo demuestran hechos como los siguientes?: - el esquimal tiene 200
palabras para la nieve y el beduino 200 palabras para el camello. La lengua
árabe conoce mil palabras para la espada, dice Herder. ¡Vaya cultura de la paz,
ojalá sea un error!
A pesar de todas las diferencias los lingüistas opinan que todos los
idiomas tienen capacidad para decirlo todo. Naturalmente es una capacidad en
potencia. Un código puede ser evolucionado y otro lo puede ser a menor grado.
Pero eso no pone en duda la radical igualdad de todos los idiomas a pesar de
profundas diferencias gramaticales y léxicas existentes. Es así porque los
hombres somos genéticamente homogéneos aunque existan profundas diferencias en
cuanto a talento, carácter y habilidad entre una y otra persona. Sólo dice que
el código del ser humano para pensar y hablar está preestablecido, nacimos con
él, es invariable y nos acompaña hasta la muerte. Aquí también encontramos la
fuente de nuestras limitaciones. Podremos aprender varios idiomas y lograr un
dominio relativo en todos ellos. Pero esa posibilidad está limitada. El
plurilingüismo de algunas personas que se extiende a diez o más idiomas suele
ser un mito.
Además de eso somos la suma de todo lo que nos sucede y de lo que
queremos ser y eso lo definimos hablando. Existen regiones en Europa que por la
particularidad de su destino histórico parecen destinadas a ser bilingües. La
investigación, sin embargo, ha revelado un cuadro más complejo. Un número
notable de personas suelen huir del bilingüismo. Las razones son múltiples, una
de ellas se puede ilustrar a través de un proverbio alsaciano. ( Alsacia, el
lector recordará es la provincia que tantas veces ha sido objeto de disputa
entre Alemania y Francia )
“Llegó el Rey - Sol ( le Roi Soleil Luís XIV de Francia ) y dijo - quel
beau jardin - hablando su hermoso idioma. Y tú, campesino del país, si quieres
continuar siendo un pobre aldeano, sigue hablando tu dialecto ( alemán).“
En todas las regiones donde
existen similares condiciones se encuentran situaciones parecidas a la de
Alsacia donde los individuos metidos entre uno y otro idioma a menudo
interpretan su situación como un dilema o como una desgracia personal. En lugar
de entender su situación como un privilegio, huyen de ella. Toman la decisión
de ser monolíngües, aunque en esta situación tampoco se encuentran a gusto. Se
dan cuenta que ahora algo les falta. Otro refrán alsaciano ( “der Hans sitzt im
Schnokeloch[1]
“) lo demuestra:
“Y ahí está sentado Juanito y no sabe lo que quiere, lo que tiene no lo
quiere y lo que quiere no lo tiene.“ El Juanito monolingüe cuando cree haber escapado de ser una pobre
diablo inculto, se da cuenta que no está contento, se encuentra infeliz.
Hay una minoría que sí entiende
que esa situación es una riqueza. El
poder compartir dos o más culturas y tradiciones europeas significa un tesoro
para la persona que así lo decide. Esa decisión no significa que sea gratuita.
Cuesta esfuerzo y necesita el vivo interés constante y a veces valentía por
vivir contra la corriente de la masa que prefiere la comodidad. Sucede también
que hay que pagar un precio, el aislamiento social por la desconfianza y la
envidia de los demás.
Mi opinión es que los gobiernos europeos deberían favorecer esa
decisión y no actuar como algunos gobiernos regionales que inclusive ponen
impedimentos, como generalmente se había hecho en el pasado y se sigue
practicando en la actualidad en algunas regiones de España. La Unión Europea
necesitará personas formadas así, partícipes activos en diferentes culturas
nacionales. El convenio entre Francia y Alemania preve la recomendación que en
una franja de 100 km de la actual frontera la educación deberá ser bilingüe.
¿En qué idioma se entenderán estos europeos de las próximas
generaciones?
Supongo que el actual panorama de casi treinta lenguas habladas no
cambiará esencialmente. Sin embargo, la comunicación intereuropea por medio de veinte idiomas oficiales - y más
solicitudes están echadas - me parece un Babel monstruoso. Y aunque todos los
idiomas merezcan el mismo respeto, no habrá más remedio que hacer una selección
oficial. El ciudadano europeo de todos modos hará la suya privada , pero esa
decisión sólo le importa a él.
A mi opinión la razón práctica, el sencillo pragmatismo insinúa lo
siguiente:
El inglés, como la lengua del imperio actual queda fuera de toda
competencia. No por el número de personas que lo hablan en el mundo - más serán
los que hablarán chino o hindi - sino por el poder económico, político y su
voluminosa presencia en las ciencias, así lo requerirán.
El español, en un segundo lugar porque su auge bajo la sombra del
inglés a nivel internacional continuará y se acentúará más aún. Por eso tiene
máxima rentabilidad para los que lo hablan.
El francés y el alemán estarán presentes, porque ocupan el escenario
central de Europa donde todas las líneas de comunicación se cruzan, seguirán
siendo los paises por tradición y geografía llamados a ser el motor de Europa,
y aunque su presencia descenderá en el
futuro, siempre serán lenguas principales de referencia para toda la vida
cultural europea. En el caso del alemán, su función como puente lingüistico
hacia el este continuará, aunque de forma disminuida por la presencia del
inglés.[2]
El italiano que nunca abandanó
su península tendrá su papel destacado más allá de Italia.
Todas las demás lenguas ocuparán puestos secundarios. Lo cual no
significa que sean menos importantes. Pero la pragmática impone una limitación
y yo no veo otra que la expuesta.
Yo no veo el peligro que el inglés absorba a todas las demás lenguas o
que el grupo de las lenguas oficiales eliminen a las demás regionales. Las
regiones europeas seguirán siendo muy vivas y activas. Es más, a mi opinión, el
nacionalismo regionalista actual me parece un peligro para progresar sobre el
camino de la unión. Ojalá los políticos de la Unión tengan el valor de tomar
una decisión clara al respecto. Las generaciones del futuro se lo agradecerán.
FMPeter, 20.09.04
[1] Schnokeloch es una metáfora popular que
ironiza la situación especial de Alsacia con su clima húmedo que provoca la
presencia de innumerables mosquitos “Schnoke“(auf alemannisch).
[2] El escritor húngaro Konrád lo comentó
así:“hemos perdido nuestro idioma común, el de los pueblos de europa oriental,
el alemán, por culpa de los alemanes.“
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