lunes, 20 de septiembre de 2004

“Bajemos pues y confundamos su lengua.“(Génesis 11)

Hay tres mil lenguas, o más
y año tras año se pierden decenas de ellas. Generalmente es una muerte lenta, dejan de ser practicadas y habladas, desaparecen. A veces sólo quedan recuerdos de ellas en los nombres geográficos.Todos los ríos europeos llevan nombres que son el eco de lenguas desaparecidas, a veces hace miles de años atrás y es un juego interesante observar como especialistas descifran los nombres de las ciudades que nos rodean. En todas ellas otras voces, hoy incomprensibles, han sonado una vez. Es ley fundamental de la historia, como en la vida de los individuos, los modos de comunicación aparecen, florecen y desaparecen, y así continuará. Sin embargo, ese final no es una muerte definitiva, cada lengua desaparecida encuentra su reemplazo, la muerte de una dará vida a otra, y así continuará. Permítaseme decirlo muy claramente, ninguna de las lenguas que actualmente ocupan el escenario europeo realmente puede reclamar originalidad exclusiva, debajo de sus pretensiosas raíces siempre se encuentran otras más profundas y anteriores. No sólo vivimos, también hablamos y nos expresamos en medio de escombros de la historia. Por eso, ¡seamos prudentes, modestos y tolerantes!


La palabra  “Andalucía“ no sólo recuerda la presencia histórica de árabes, sino más atrás la de los visigodos: “Sortes Gothicae“ o >Landalauds[1] < en visigodo, así llamaron la antigua provincia romana “Bética“. Pues  “la suerte“ o >lauds< había sido echada para repartir las tierras o >landa < entre los invasores germánicos. Turistas que en la actualidad salen de un “land“ - Deutsch-land - p.ej. no vienen buscando tierras como los invasores germánicos antiguos sino puestos para tomar el sol en las playas y, en algunos casos, residencias de tercera edad en Mallorca.

Como tantos casos similares, el idioma visigodo hablado y escrito desapareció, quedando atrás una reliquia: la traducción de los evangelios bíblicos hecha por el obispo Wúlfila ( el pequeño lobo). Sin embargo, perduró el nombre de Andalucía y la lista interminable de nombres y apellidos que llevan sus descendientes, p. ej. todos los Rodríguez, Ramírez y González.
El idioma visigodo compartió el destino de tantos idiomas más que durante miles de años  habían poblado la geografía española hasta que la latinización bajo el gobierno de Roma puso fin a tanta variedad lingüística.
Todo eso lo sabe el lector ya, y no le causará dolor porque al desaparecer unos códigos de hablar y expresarse aparecieron otros nuevos que forman nuestra lengua actualmente.

La  historia del género humano se parece a la vida de los individuos; el destino de nuestra especie está íntimamente unido a la constitución de los individuos. La investigación neurológica moderna nos enseña que los humanos heredamos un código genético que nos capacita asimilar cualquiera de las tres mil lenguas que existen en la tierra. La selección que hacemos es debido a la casualidad, es consecuencia de la socialización específica que nos ha tocado, la que encontramos al nacer y crecer. El código heredado es radicalmente idéntico para todos los seres humanos; no se pueden comprobar  influencias externas sobre esa constitución original e igual a todos, ni la raza, ni otros factores frecuentemente inventados como una supuesta misteriosa comunión entre los individuos y su tierra natal.
No estamos predestinados a ser ni alemanes, ni chinos, ni africanos y tampoco nacimos siendo vascos o catalanes. Cualquier alemán al nacer puede ser chino, cualquier africano sería alemán, ambos asimilarían con idéntica  y sorprendente facilidad el idioma que les rodea y almacenarían lo aprendido en su ordenador cerebral sobre la misma plataforma, si así puede llamarse la casilla donde metemos todo el material de lenguaje hasta  que durante la pubertad la cambiamos por otra. Ese material está ahí ordenado y y su uso es gramaticalmente más o menos correcto como demuestra el lenguaje infantil. Hay cabida para más de un idioma, para un segundo u otros más. Naturalmente como en todo, hay una limitación natural, diferente en cada individuo.
En distintas culturas existen casos realmente extraños:  un idioma de las mujeres y otro de los hombres en zonas de la India y África o el idioma de una etnia y otro de otra que conviven pacíficamente en la misma aldea. En estos casos  todos se entienden aunque cada uno utilice el suyo. El panorama de las culturas es tan variado que el caso de una única y exclusiva lengua llamada “materna“  parece una pobre reducción. Toda experiencia con las personas, cuando ellos son bilingües o plurilingües desde la infancia, niega claramente que lo que se llama  “lengua materna“ exista; ese concepto  es fruto de la indebida mistificación que entre otros los ideólogos nacionalistas  proclaman y corresponde más a la trilogía ideológica  “mi tierra, mi lengua materna, mi patria“ que los nacionalismos de todos los tiempos cultivan. Además, hoy sabemos que muchas lenguas cuando carecen del apoyo de la escritura en pocas generaciones pueden cambiar totalmente su perfil. La realidad es bien diferente de lo que generalmente se cree.

Ahora bien, todo eso está dicho para  explicar el aprendizaje de la lengua en la fase infantil.
En la fase de la pubertad se alteran profundamente los procesos de aprendizaje. Todos sabemos  que es entonces cuando comienza la evolución del razonamiento, de la conciencia crítica unida a la evolución del sentido de la independencia y autonomía emocional.
¿Qué significa eso para el aprendizaje de idiomas - que sólo a partir de ese momento se llamarán extranjeros? El niño no tiene noción de lo extraño que es el hablar de otro y es normal que se entiendan sin comprender las palabras. Los juegos en común de niños de diferente hablar y procedencia así lo demuestran. La extrañeza que sentimos ante un elemento desconocido es el primer síntoma de esa pérdida de la inocencia y a la vez es el núcleo de la patología que se llama nacionalismo.
De modo general se pierde esa fácilidad que siendo niños teníamos para asimilar  códigos de otras lenguas. También es cierto que con la misma facilidad se olvidan cuando no se usan. A veces en el curso de unas largas vacaciones y separado del hogar familiar un niño puede perder temporalmente  el dominio del idioma que le enseñaron sus padres por falta de prácticas.
Al final de la niñez, el joven se enfrentará a una nueva programación del ordenador que lleva dentro.
Todo idioma que  a partir de ahora aprenderá deberá pasar por el razonamiento sistemático que se expresa en el estudio de vocabulario y de gramática. El nuevo idioma, o  idiomas que ahora aprenderá serán almacenados en otra plataforma, y tendrán para él carácter de  idioma o idiomas extranjeros que llegará a dominar a un menor o mayor grado según el talento o el esfuerzo que invierte.
Un  acondicionamiento será inalterable, el bagaje emocional que acompaña el idioma extranjero  aprendido será menor y la expresividad hablando aquel idioma  será limitada o al menos reducida, normalmente dependiente de las necesitades directas del tipo de comunicación.

Para caracterizar el grado de conocimiento de un idioma, es necesario saber, si la persona aprendió a hablarlo en la infancia o después. Aunque quede claro,  en muchos casos los conocimientos de una lengua adquirida en edad adulta  pueden ser superiores a los de una persona que habla aquel idioma desde la infancia.
Sin embargo, las diferencias descritas permanecen inalterables. Hasta bien entrada en la época moderna, la literatura científica en Europa se escribía en latín, un idioma aprendido y usado de modo universal, pero aprendido y pulido en escuelas y universidades. Pertenecía desde el punto de vista de la psicología del aprendizaje a la segunda categoría y por eso era un medio ideal para la comunicación entre diferentes grupos de hombres de la ciencia y política que formaron la élite europea de entonces.

En el año 1521 ante la dieta imperial y en presencia del emperador, Martín Lutero expuso sus tesis sobre la reforma de la iglesia, primero en latín, para que lo entendiera Carlos V  y los representantes de Santa Sede y luego en alemán para el grupo mayor formado por los asistentes teutones. Es interesante observar, cómo cambió su discurso. Sólo la variante en alemán cargada de emoción terminó con ese final valiente y furioso de un hombre que sabía que con esas palabras se jugaba la vida y resumido en su famosa expresión:
“Hier stehe ich ....Aquí estoy yo delante de vosotros para decir que yo no puedo remediar ni revocar  mis principios, que Dios me ayude, amén.“
En alemán Lutero había dicho varias veces YO, lo que en latín desaparece en la construcción verbal. El lenguaje que le había acompañado desde la cuna transmitió una emoción que el pulido latín no admitía; era el mismo impulso que le hacía traducir el Nuevo Testamento, un hecho creativo monumental que provocó el  nacimiento del alemán moderno.
Sin embargo, parece que el emperador tuvo una impresión positiva del frailecito que le había puesto tantos problemas y pensaba que se podía llegar a un arreglo con él y le dejó irse libremente a su casa en contra de los consejos que le dieron los que  habían escuchado mejor, porque.  los que entendían el alemán oyeron ese espíritu de la rebelión y de la desobediencia que se había ponunciado y al que el emperador Carlos V  había venido a combatir. Y así lo hizo, enviándole el edicto de busqueda y captura detrás. Pero Martín Lutero ya había encontrado la protección de un poderoso príncipe anfitrión quien supo aprovechar la rebelión del frailecito para bien de sus ambiciones políticas.

¿Qué conclusión sacamos de todo eso dicho hasta ahora para nuestra actualidad?
En cada momento de la historia y de la vida individual las lenguas se cruzan, chocan y se enriquecen mútuamente. Lenguas son puros instrumentos y como tales también son excambiables , aparecen, se modifican sin parar y la mayoría de ellas desaparecen otra vez. Son las corrientes generales de una época que deciden sobre el destino de cada una de ellas. Para el individuo, al contrario de lo que se dice generalmente, perder un código y reemplazarlo por otro no sólo es perder sino ganar - a veces más que lo que perdió- y no lo considero una tragedia. ¿Es trágico que los andaluces no hablen más árabe, visigodo o algunas de las muchas lenguas locales celtíberas? ¿Es trágico que en América predominen el español y el inglés? ¿A quién le hace daño un determinado idioma?
La historia es un constante proceso de deculturación y de aculturación como se expresaría el antropólogo.
Lamentable es siempre el aislamiento de una comunidad causado por el hecho de permanecer encerrada en un código que separa los individuos de su entorno natural y les impide participar   activamente en la vida del mundo que le rodea. Si los miles de idiomas se redujeran a cientos, todavía existiría una riqueza enorme que nadie sería capaz de compartir.

Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como parecen. Los protectores de la máxima variedad lingüstica sobre la tierra se fundan sobre distintos argumentos que pueden sistematizarse:
- los museales y etnológicos, 
- los sicopedagógicos y culturales
- y los político ideológicos.
Todos ellos coinciden en que el predominio de una lengua oficial es una amenaza para la supervivencia de otros idiomas que se ubican en su sombra. Responsable generalmente es la simple casualidad que producen las circunstancias históricas. Las principales lenguas de Europa surgieron de núcleos pequeños para luego extenderse sobre una amplia geografía. El italiano nació del florentino, el francés es el idioma de la región parisina, Isle de France, el español nació - -- pero lector ya sabe eso.
Sólo el alemán moderno no tiene una localización  precisa geográfica porque surgió de una creación filosófico - religiosa y aún lleva esta marca. A pesar del predominio de estas lenguas, las fronteras de dialectos o idiomas menores han permanecido constantes durante mucho tiempo. Sólo bajo la influencia de la movilidad social moderna y por el poder de los medios de comunicación en todas partes parece que  para muchos dialectos e idiomas los días están contados y se acerca el momento de su desaparición.
Muchas personas se rebelan contra eso y su  reacción es comprensible porque las lenguas no sólo son instrumentos para comunicarse, son elementos que contienen gran parte de la existencia sentimental de los hombres. Palabras comunican ideas o información banal, pero también son capaces de producir euforia y tristeza, elevan y hunden. Hablar es parte de nuestro vivir más íntimo y muchos hemos hablado a solas.
Es por eso que el etnólogo trata de rescatar las huellas de los idiomas más lejanos y marginados para que formen parte del gran museo de los recuerdos que mantiene con vida a nuestra cultura humana.
Igualmente el pedagogo siempre buscará conducir al alumno desde lo conocido a lo que no conoce.
 Dialectos e idiomas tienen sus derechos no sólo porque son útiles sino porque forman parte del mundo humano en el que vivimos. Sin embargo, esa consideración no contradice ni devalúa las observaciones hechas inicialmente. Y precisamente eso suelen negar  los que pretenden conservar todos los idiomas que están en peligro de extinción. Su actitud se parece a la de los ecologistas. Hay que conservar y proteger los idiomas en peligro como  las plantas e insectos amenazados por la acción de la agroquímica.
No es esto  una actitud de nuestra actualidad, ya se encuentra entre los elementos constituyentos del pensamiento moderno. Nombres de referencia son Jean Jacques Rousseau y sobre todo Johann Gottfried Herder.
En el año 1770   Herder  publicó  “Abhandlung über den Ursprung der Sprache ( Tratado sobre el orígen de la lengua)“ y desde entonces este tratado ha servido como cantera para provisión y municiones de unos y de otros: de los  lingüistas nacionalistas por un lado y de estudiosos, de románticos y sentimentales por el otro.
¿Qué manifiesta   Herder?
Herder niega el orígen divino de las lenguas, como pastor protestante que era, un atrevimiento inaudito, porque con eso también negaba la existencia de lenguas sacras que serían las de la Biblia, hebrea, griega y latina. Eso había mantenido la teología durante muchos siglos. Las lenguas son de este mundo, dice Herder, pero a través de todas ellas habla el espíritu divino. La multitud de las lenguas es la manifestación de esa voluntad divina a crear un mundo diversificado; las lenguas son como los cantares de los pájaros las voces originales de los pueblos (“die Stimmen der Völker“) Y es la poesía  de estos pueblos donde encuentra su perfección y con más intensidad todavía se halla en las canciones populares ( “Volkslied“) que no tienen autores conocidos. Este género despreciado  que Herder alaba entregándole el mayor respeto, casi veneración, será la base de la revolución cultural de aquella época que culminaría en la Revolución Francesa. Francia vivió la revolución política mientras que en Alemania de los cientos de dominios locales se manifestó como revolución filosófica como decía Marx. Pocas ideas en la historia del pensamiento han sido recibido con mayor entusiasmo y sus consecuencias realmente fueron revolucionarias en el sentido cultural. Primero la obra poética de Goethe y posteriormente el romanticismo en todas las dimensiones literarias, artísticas y filosóficas y todo eso, directa - o indirectamente, se funda sobre esa voz inicial. Sin Herder no habría nacido el famoso “Lied“ alemán, Schubert ni Schumann habrían creado esta magia de las palabras que cantan; transformaron el “Volkslied“ en su variante artística y refinadada, el “Kunstlied“, que ha tenido continuidad hasta la obra de Bert Brecht.

Sin embargo, ahí encontramos también la otra cara de esta misma medalla. Los nacionalistas de todos los colores y de diferentes regiones en Europa también hurgaron en ese material y encontraron argumentos para sostener sus principios. Por eso es a veces difícil denunciar la demagogia de un lider populista cuando se protege tras el deseo justificado de autonomía cultural y lingüística. El nacionalista generalmente se alimenta en las fuentes del romanticismo político declarando la lengua, su lengua materna - la de sus ancestros, portadora de un mensaje especial y exclusivo que es mantener con vida el pasado glorificado y con frecuencia inventado. El nacionalista es un ideólogo antes que un investigador y lingüista y como todo ideólogo define su posición en contra de un enemigo, real o ficticio, que en este caso es la lengua predominante contra la que mantiene un accionismo permanente. Hay que “concientizar“ a la gente, “a la nuestra“, dice, y eso se consigue declarándole la guerra - verbal, mediática - a lo que no es “nuestro“. Ese tipo de nacionalismo apoyado en la lengua como denominador común ha marcado la historia alemana del siglo XIX. El romántico Ernst Moritz Arndt había proclamado el credo: “Was ist des Deutschen Vaterland?“(¿Qué es la patria alemana?) pregunta , y contesta:
“Hasta donde suena la lengua alemana, hasta donde se canta en alemán, hasta allí debe llegar la patria alemana.“
Durante los últimos siglos, el panorama de las lenguas en Europa practicamente no había conocido mucha modificación y nunca antes se había conocido ese tipo de nacionalismo fundado sobre la lengua como esencia de diferenciación, pero ahora era considerada propiedad sagrada y distinta de todas las demás: nacionalismo de la lengua. El estado nación moderno inventó esa identificación para  fortalecer los vínculos emocionales del ciudadano con su patria. El hablar popular de “las raíces“ que supuestamente tienen en común los que conviven en la comunidad  y hablan el mismo idioma demuestra esa tendencia muy difundida por toda la geografía de Europa y que se encuentra en franca oposición a los procesos reales contrarios al nacionalismo tradicional,  constituyendo Europa como un organismo político unido: “Unión“.
Parece que pocos europeos han comprendido la importancia de este hecho que significan nada menos que la refundación de las naciones europeas porque renunciarán a  todo nacionalismo para someterse a instituciones supranacionales. Se trata de una soberanía compartida dentro de un modelo de estado que no tiene antecedentes.  Es un proceso irrevocable que se encuentra acompañado por el fenómeno de la desaparición de características culturales nacionales y regionales en el mundo entero debido al fenómeno de la globalización.
¿Entonces qué hay de las raíces y de la identitad propia proclamadas por el nacionalismo regional?
Debido a la intensa lucha mediática y a la discriminación “positiva“ promovida por fuerzas políticas ambiciosas de poder temporalmente lograrán retener el curso de la integración cultural y lingüistica. Los segmentos doctrinarios de las respectivas sociedades podrán imponerse, pero serán incapaces de modificar el marco general que no es de segregación sino de integración. Sin embargo, los ideólogos habrán logrado lo de siempre, sembrar odio y causar numerosas desgracias individuales.
Privar una persona del acceso a un medio de comunicación privilegiado y desterrarlo a la aldea provinciana, es imponer límites a la libertad que son intolerables porque contradicen los derechos humanos, aunque eso se haga en nombre de la democracia y de la autodeterminación de los pueblos.
¿Dónde está el respeto a la autodeterminación de las personas?

El lector preguntará: “¿Son todos los idiomas iguales? ¿No hay idiomas más aptos que otros para expresar determinadas reflexiones, observaciones, etc.? ¿No lo demuestran hechos como los siguientes?: - el esquimal tiene 200 palabras para la nieve y el beduino 200 palabras para el camello. La lengua árabe conoce mil palabras para la espada, dice Herder. ¡Vaya cultura de la paz, ojalá sea un error!
A pesar de todas las diferencias los lingüistas opinan que todos los idiomas tienen capacidad para decirlo todo. Naturalmente es una capacidad en potencia. Un código puede ser evolucionado y otro lo puede ser a menor grado. Pero eso no pone en duda la radical igualdad de todos los idiomas a pesar de profundas diferencias gramaticales y léxicas existentes. Es así porque los hombres somos genéticamente homogéneos aunque existan profundas diferencias en cuanto a talento, carácter y habilidad entre una y otra persona. Sólo dice que el código del ser humano para pensar y hablar está preestablecido, nacimos con él, es invariable y nos acompaña hasta la muerte. Aquí también encontramos la fuente de nuestras limitaciones. Podremos aprender varios idiomas y lograr un dominio relativo en todos ellos. Pero esa posibilidad está limitada. El plurilingüismo de algunas personas que se extiende a diez o más idiomas suele ser un mito.
Además de eso somos la suma de todo lo que nos sucede y de lo que queremos ser y eso lo definimos hablando. Existen regiones en Europa que por la particularidad de su destino histórico parecen destinadas a ser bilingües. La investigación, sin embargo, ha revelado un cuadro más complejo. Un número notable de personas suelen huir del bilingüismo. Las razones son múltiples, una de ellas se puede ilustrar a través de un proverbio alsaciano. ( Alsacia, el lector recordará es la provincia que tantas veces ha sido objeto de disputa entre Alemania y Francia )
“Llegó el Rey - Sol ( le Roi Soleil Luís XXIV de Francia ) y dijo - quel beau jardin - hablando su hermoso idioma. Y tú, campesino del país, si quieres continuar siendo un pobre aldeano, sigue hablando tu dialecto ( alemán).“
En todas las regiones  donde existen similares condiciones se encuentran situaciones parecidas a la de Alsacia donde los individuos metidos entre uno y otro idioma a menudo interpretan su situación como un dilema o como una desgracia personal. En lugar de entender su situación como un privilegio, huyen de ella. Toman la decisión de ser monolíngües, aunque en esta situación tampoco se encuentran a gusto. Se dan cuenta que ahora algo les falta. Otro refrán alsaciano ( “der Hans sitzt im Schnokeloch[2] “) lo demuestra:
“Y ahí está sentado Juanito y no sabe lo que quiere, lo que tiene no lo quiere y lo que quiere no lo tiene.“ El Juanito monolingüe  cuando cree haber escapado de ser una pobre diablo inculto, se da cuenta que no está contento, se encuentra infeliz.
 Hay una minoría que sí entiende que esa  situación es una riqueza. El poder compartir dos o más culturas y tradiciones europeas significa un tesoro para la persona que así lo decide. Esa decisión no significa que sea gratuita. Cuesta esfuerzo y necesita el vivo interés constante y a veces valentía por vivir contra la corriente de la masa que prefiere la comodidad. Sucede también que hay que pagar un precio, el aislamiento social por la desconfianza y la envidia de los demás.
Mi opinión es que los gobiernos europeos deberían favorecer esa decisión y no actuar como algunos gobiernos regionales que inclusive ponen impedimentos, como generalmente se había hecho en el pasado y se sigue practicando en la actualidad en algunas regiones de España. La Unión Europea necesitará personas formadas así, partícipes activos en diferentes culturas nacionales. El convenio entre Francia y Alemania preve la recomendación que en una franja de 100 km de la actual frontera la educación deberá ser bilingüe.

¿En qué idioma se entenderán estos europeos de las próximas generaciones?
Supongo que el actual panorama de casi treinta lenguas habladas no cambiará esencialmente. Sin embargo, la comunicación intereuropea  por medio de veinte idiomas oficiales - y más solicitudes están echadas - me parece un Babel monstruoso. Y aunque todos los idiomas merezcan el mismo respeto, no habrá más remedio que hacer una selección oficial. El ciudadano europeo de todos modos hará la suya privada , pero esa decisión sólo le importa a él.

A mi opinión la razón práctica, el sencillo pragmatismo insinúa lo siguiente:
El inglés, como la lengua del imperio actual queda fuera de toda competencia. No por el número de personas que lo hablan en el mundo - más serán los que hablarán chino o hindi - sino por el poder económico, político y su voluminosa presencia en las ciencias, así lo requerirán.
El español, en un segundo lugar porque su auge bajo la sombra del inglés a nivel internacional continuará y se acentúará más aún. Por eso tiene máxima rentabilidad para los que lo hablan.
El francés y el alemán estarán presentes, porque ocupan el escenario central de Europa donde todas las líneas de comunicación se cruzan, seguirán siendo los paises por tradición y geografía llamados a ser el motor de Europa, y aunque  su presencia descenderá en el futuro, siempre serán lenguas principales de referencia para toda la vida cultural europea. En el caso del alemán, su función como puente lingüistico hacia el este continuará, aunque de forma disminuida por la presencia del inglés.[3] 
El italiano que nunca abandanó  su península tendrá su papel destacado más allá de Italia.
Todas las demás lenguas ocuparán puestos secundarios. Lo cual no significa que sean menos importantes. Pero la pragmática impone una limitación y yo no veo otra que la expuesta.

Yo no veo el peligro que el inglés absorba a todas las demás lenguas o que el grupo de las lenguas oficiales eliminen a las demás regionales. Las regiones europeas seguirán siendo muy vivas y activas. Es más, a mi opinión, el nacionalismo regionalista actual me parece un peligro para progresar sobre el camino de la unión. Ojalá los políticos de la Unión tengan el valor de tomar una decisión clara al respecto. Las generaciones del futuro se lo agradecerán.

FMPeter, 20.09.04



[1] Término probable no confirmado en las fuentes escritas en latín.
[2] Schnokeloch es una metáfora popular que ironiza la situación especial de Alsacia con su clima húmedo que provoca la presencia de innumerables mosquitos “Schnoke“.
[3] El escritor húngaro Konrád lo comentó así:“hemos perdido nuestro idioma común, el de los pueblos de europa oriental, el alemán, por culpa de los alemanes.“

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