Cerca de 40 000 mujeres bogotanas viven - en teoría-, bajo
protección policial porque sus maridos, amantes, compañeros no las dejan
existir dignamente e incluso intentan quitarles la vida… lo harían ahora
mismo si estuvieran seguros de salir impunemente de su acción. No hay fuerza
policial que alcance a cumplir lo que la ley demanda en cuanto a protección de
estas mujeres de la estadística anónima pero que habla de 40.000 casos en los
cuales la víctima ha recorrido el camino legal de la denuncia y tiene en sus
manos una orden judicial que demanda la NO cercanía física de sus victimarios.
- ¿Qué "AMOR" es este que ordena maltratar?
- ¿Cuál es la fuente de ese "holocausto" sutil y perverso?
- ¿Qué o quién les enseñó a estos hombres a maltratar y matar
a sus compañeras erótico afectivas para sentirse bien y satisfechos?
-¿Se trata de una psicopatía colectiva que implique a todo el
contexto social y que se goce, de algún perverso modo, con los llantos, gritos,
de sangre derramada?
-¿Quién es víctima, quién es actor? ¿Cómo entender eso,
cuando se piensa más allá de la infamia de cada caso particular?
Médicos, abogados, sicólogos hablan y están de acuerdo en
que la sociedad que admite este desastre se ha salido de
"normalidad", es una sociedad enferma.
¿Es un enfermo este
señor Reyes que acaba de asesinar en el escenario público de un
exclusivo centro comercial de Bogotá a Claudia.? Claro que sí , un doble o
triple loco. Peero… eso no es el problema principal
El escenario para el drama colectivo es toda Bogotá, toda
Colombia en menor o mayor dimensión; a este escenario especial lo cubre una
cortina tenue, se retiran los altoparlantes después de cada caso e impera otra
vez el silencio. La ley de respetar la privacidad de los demás impone cerrar
las ventanas para no ver ni escuchar. Los vecinos charlan con las bocas tapadas
y sólo cuando ya se consumó la tragedia irrumpen en manifiestos y protestas.
¿Y qué hizo Claudia? ¿Por qué tuvo que morir a manos de un
criminal, imbécil y reducido mental?
A veces sospecho que ella quiso salvar a un ser perdido,
supongo que creyó en esa fuerza redentora del amor, pienso que es fácil caer en
esa trampa: la trampa misionera.
Un amor maternal de índole femenino mamífero busca objetos
para verificarse, probar ante si misma que todo es posible, cuando de verdad “se
quiere”. Temporalmente habrá funcionado mientras dura la pasión enceguecida de
mutua resonancia para la pareja que prepara un desenlace fatal. ¿Pero luego,
qué?
Las paredes del manicomio llamada sociedad civil moderna están
presentes, imponentes de frente a los hechos.
Un tal Reyes nace en
cada media hora, otro nuevo. Le miman los suyos, le visten de machito chico, le
llevan al futbol, le dejan gritar insultos a la criada, le dejan pisar y
patalear cuando algo le disgusta. "¡No te privarás de nada - todo
tuyo mi amor!"
Ahh y si acaso le han maltratado de niño también, dolió. Y
Reyes aprendió cómo se pega y como se doblega. Es así que Amor es: poseer,
disfrutar, imponer, Jájajá.
¿Quién se extraña que nazca un "Rey" a cada media
hora en Bogotá, en Medellín? Los Reyes nacen y luego se hacen. Y cuando ya
están hechos, más de una Claudia cree poderles quitar las ansias, las
manías, las mentiras, la violenta mirada, el empeño de controlar y de ser lo que
nunca será porque algo quedó minusválido en su sique: un compañero, un amante
de verdad. Quedará el simple hombre duro frágil e imbécil.
Ya
está. Hay que vivir con estos "Reyes". Son fabricaciones desde la
cuna, auténticos, son perversiones de una larga tradición de control social, de
una larga historia machista. Pero no saben que lo son, su “libertad” es la
destrucción del otro ser al lado.
friedrichmanfredpeter abril
2017-04-17
anavictoriaoeding
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