<<Treinta y dos casinos de juego, setenta hoteles, doscientos
restaurantes, campo de golf, plaza de toros, carrera de caballos, en total diez y siete mil milllones de
Euros>> serían invertidos bajo el
nombre de <<Gran Scala>> en la zona árida al norte de Zaragoza.[i]
Este proyecto fantástico y fuera de toda realidad, fue presentado y
defendido por sus autores, nada menos que como una recreación de Las Vegas en
Europa. Cinco años hace que esto sucedió y ya nadie parece acordarse de ello.
Algunas pancartas olvidadas en lugares remotos cuentan de lo que ha sido poco
antes de la crisis económica el delirio colectivo de España. Nada raro, en el
país de Don Quijote, dirá el observador extranjero, habituado a ver toda clase de
excesos de una creciente irracional desenfrenada, sembrando paisajes con
monumentales aereopuertos sin aviones y trenes de alta velocidad sin pasajeros.
Todo eso ha sido normal una vez no hace muchos años atrás.
Proyectos de ocio y turismo prevalecían sobre inversiones en la
infraestructura del sector productivo, causa principal del paro secular.
Y esta región, seca, triste y desolada participó en el sueño colectivo
nacional en la espera del gran suceso, de un milagro, el pelotazo.
Y después de la gran decepción, lo inesperado – en este caso ocurrió -,
porque proyectos tan locos como el Gran Scala no pasaron inadvertidos por
Fortuna, diosa local romana que normalmente se pasa los siglos durmiendo. Sin
embargo, esta vez:
¡Oh, Fortuna, no abandonaste del todo a los tuyos! ¡Tantos votos te
despertaron!
Rumor de treinta y dos casinos hacían retumbar el Olimpo y Fortuna hizo
lo suyo: Tocó el gordo de la lotería en la pobre comarca de Monegros y un riego
de dinero cayó sobre la enpobrecida región que se quedó sin Gran Escala. Pobre
consuelo, digo yo,
friedrichmanfredpeter 1 de
abril de 2012
Nota p.s. Según informes la
región ¨afortunada¨ seis años después sigue tan desafortunada como era antes, o
peor, porque hasta las cabras han huido de la región.
El mito de un progreso por especulación, golpes afortunados y fantasía
enloquecida se devuelve como un bumerang, un autogol.
Paseando en estos días entre las maravillas de torres construidas
en Barranquilla, me invade este recuerdo y el temor que todo eso podría
ser una continuación de lo mismo: La fiebre por ganar plata con facilidad y en
gran escala es la enfermedad de los tiempos modernos, una elegante movida
globalizable.
friedrichmanfredpeter 15 de enero de 2017
[i] Datos recogidos en FAZ el
día 31 de
marzo de 2012
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