<No hay más
proletarios, o infelices, o explotados. Hay una
tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en
el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las
cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad.
Está delante una especie de post
miseria. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la
tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con
chips, con megabytes>
Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de Marcola, es el máximo dirigente de una
organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la
Capital (PCC).[1]
Marcola opina que ninguna reforma es posible; no hay remedio.
Dice, que no teme a la muerte, y desde la cárcel puede ordenar la muerte de
cualquier enemigo. Es un hombre de lectura, cita a Dante, La Divina Comedia:
<¡Dejen toda esperanza. Estamos todos en el infierno!>
Me pregunto, si nos hemos enterado del drástico cambio que
sufre nuestro mundo. Actuamos y vivimos - ¿los europeos solamente? - como si
nada pasara.
Sucede en el lejano Brasil, en el fin del mundo, donde se
juega este futbol de élites selectas.
Los que hemos visto la película Ciudad de Dios, un film
dirigido por Fernando Meirelles, los que hemos leído el relato de Euclides da
Cunha, Los Sertones, y copiado por Mario Vargas Llosa en La Guerra del Fin del
Mundo, no debiera causarnos sorpresa.
Se trata de sucesos que infunden una inmensa melancolía. No se
limita al lejano Brasil porque niega los valores humanos de nuestra tradición.
Es universal, proclama una antimoral. Y cada vez más, nos sentimos aislados en
nuestra isla de nostálgicos creyentes del bien, cuando el tsunami del mal se
acerca.
Hay nuevas formas de barbarie, de analfabetismo e incultura, y
tienen la tendencia de establecerse como normalidad, exigen obediencia y crean
realidad, más allá de los conceptos de nuestro entender, mientras
revolucionarios de hoy predican y practican las guerras del ayer. Ni Marx, ni
Mao, ni Fidel sirven para remediar lo que no tiene remedio con los medios
conocidos. Proletarios no hay, ni hambrientos, y por eso se estrellan contra el
muro de una nueva realidad, en el Brasil, en Méjico, Cuba, Venezuela y en
tantos sitios más.
¿Dónde están los sucesores de Freud y Habermas? No es cuestión
de hambre y explotación, hay que enfrentarse a esa "cultura" de la
miseria. Falta la teoría social del malvivir moderna.
¿Debemos conformarnos que las cosas sean así?
Hambre y pobreza han sido reemplazados por la post-miseria,
que es pobreza material, moral y mental a la vez, es incultura.
Se ha creado un ambiente, donde fácilmente penetran la
violencia, la muerte, el cínico desprecio de cultura humana. Todo eso es pasto
para falsos profetas en misiones totalitarias, sectarismo y prácticas de
sincretismo irracional.
Es obvio, vencer el hambre no es vencer la miseria.
Despidámonos del error practicado por la política oficial del
día.
Más de doscientos años atrás, el revolucionario jacobino
Georges Jacques Danton ha proclamado "más allá del pan existen la cultura
y la libertad". ¡Venga, citoyen
Danton, ayúdenos!
No es el circo de las diversiones que nos libera, ni lo es la
comunicación total que nos invade.
Ante esa avalancha toca hacer, lo que siempre se ha hecho,
mantener la precaria cultura humana en un mundo caótico.
Marcola cree en la barbarie del infierno. ¿Cuántos más le acompañan?
friedrichmpeter 18 de octubre de 2013 y marzo 2016
[1] Marcos Camacho está encarcelado, dio la entrevista a O Globo,
publicada el día 29 de sept. 13. Dispongo del texto completo gracias a un
amigo.
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