lunes, 27 de abril de 2015

¿La vida demasiado dura para vivir?

>>Alemania declaró la guerra a Rusia.---En la tarde: - escuela de natación.<< anota Franz Kafka en su diario: 2 de agosto de 1914.
Y su amigo Max Brod deja la siguiente nota en sus escritos:
>>La guerra ha sido para nosotros algo así como un sueño lejano de la humanidad, igual a la magia de los alquimistas resultan sus recetas para vivir sin la muerte. Fuimos una generación desacostumbrada: Un período, el más largo de la historia universal sin guerra había terminado; casi medio siglo sin guerra nos hizo olvidar ese látigo fulminante de la humanidad. Muy poca gente de la que se daba por importante se ocupó de la política. La pelea era por el tema de la música de Richard Wagner, el conflicto entre cristianismo y judaismo, la pintura impresionista. Y ahora, de pronto, de la noche a la mañana, se acabó esa era de paz. Nunca ha sido machacada una generación más brutalmente por los hechos reales. Simplemente éramos tontos, y todo lo que nos habían enseñado en el Gymnasium, lo tomábamos por cuentos.
Tampoco fuimos pacifistas, porque el pacifismo exige el concepto de guerra como algo real, para poder actuar en su contra.<<

Así, Franz Kafka decidió irse a la piscina a nadar, -- nada extraño.



Sin embargo, pocos meses después, esa situación había cambiado totalmente. A pesar de la manipulación oficial del noticiero, en Praga, ciudad natal de Kafka y de Brod, todo el mundo estaba convencido de que Austria estaba perdida, de que el estado mayor de Europa de entonces desaparecería del mapa. Cundía el siguiente dicho:
“¡Disfrutemos la guerra, porque la paz será terrible!”
¿Qué había sucedido para provocar este cambio mental tan profundo?
¿Por qué este siglo repleto de optimismo, se hundía en honda crisis existencial?
La guerra declarada la perdieron -apenas comenzando- los poderes centrales de Europa: Austria, Alemania y el Imperio Otomano. Para mal mayor la agonía duró cuatro años más; y peor aún, abrió el saco de los truenos. En efecto, todos los problemas vigentes hasta entonces disimulados se presentaban rugientes y ya nada sería como antes.
Los que presenciaron eso tuvieron todos esa sensación de vivir de pronto en otro mundo donde todo había cambiado y nada era como antes.
Desaparecieron históricas naciones, y otras aparecían. Y parecía que el denominador común de los europeos entre ellos sería a partir de ese momento el odio. Las ideas se transformaron en ideologías armadas, los conflictos entre etnias en proyectos de exterminio colectivo.
Quien tuvo oidos para oir y ojos para ver podía percebir como se levantaron los monstruos buscando carne humana.
Cuando callaron las armas, nada quedó resuelto, "la paz sería terrible" había pronosticado la voz popular.

El refinamiento intelectual de Franz Kafka ya había detectado eso, sus escritos son manifiestos clarividentes, una especie de radiografía de la época.
Eso explica la atracción especial de su obra: el morbo de compartir dolor ajeno sin sentir compasión ni deseo de intervenir.
Por ejemplo: El torturador (Die Strafkolonie) creado por Kafka no siente placer ni compasión, ejecuta una crueldad mecanizada.
Kafka conoció al tipo humano predominante del siglo XX, reducido a brazo de máquina funcionaría con sencilla precisión, no siente ni padece. Para saber eso no era necesario acudir a ciencias como la sociología o psicología; bastaba abrir los ojos para observar  la cercanía: los infiernos de la propia familia, las falsas relaciones sociales, el laberinto de la administración pública, los mecanismos anónimos de los servicios, la mecanización de la convivencia, la ausencia de pasión y placer, la pérdida de responsabilidad individual, la permanente insatisfacción, etc. --- Bastó ser poeta, fantasioso "escribidor" para elaborar radiografías de un mundo - demasiado complicado para vivir- imposible de corregir y duro de aguantar.
En un mundo donde nada es lo que parece, es imposible confiar a nada y a nadie. La ciudad de Praga reunía todos estos elementos como en el foco de lupa.
Resultado: Miedo, timidez, enfermedad; y Franz Kafka lo sufre como un lento suicidio:
¿Es esa una vida paralela a la "Montaña Mágica" de Thomas Mann?
Franz Kafka murió en 1924, el año cuando fue publicada esa novela emblemática; fue el autor de la Montaña Mágica quien describió el carácter especial de la tuberculosis pulmonar como enfermedad social.
La enfermedad como refugio individual bien se conoce, casos clínicos han sido estudiados y publicados; perocomo fenómeno de un colectivo frágil e inestable, manifiesto de una sociedad en decadencia, eso nos lo describe Thomas Mann y lo demuestra el caso Kafka. Hans Castorp y Franz Kafka inconscientemente buscan la muerte, y Castorp da un paso más, al negársele la enfermedad, la busca en el campo de batalla.
"Me muero porque no puedo vivir." Eso nunca lo ha dicho el escritor Kafka, pero sus narraciones nos lo revelan. Por eso las dictaduras del siglo XX prohibieron a ambos artistas; son demasiado reveladores.

Franz Kafka aun recibe visitas de admiradores, su tumba en el cementerio judío de Praga está cubierta de mensajes escritos en muchos idiomas.
¿Será eso, porque la vida en el nuevo siglo para mucha gente sigue siendo demasiado dura para vivirla con satisfacción?

friedrichmanfredpeter abril 2015


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