lunes, 23 de febrero de 2015

Hellmuth

Hace una semana ----murió mi amigo, amigo de la infancia; murió al amanecer, con la primera luz del día. Yo logré hablarle la noche anterior por tfno. No pudo contestarme, pero su agitada respiración me señalaba que entendía mi voz.
Ahora, desde la distancia le pregunto:

¿De dónde habías venido a la edad de 11 años a parar en este pueblo pequeño de la región al norte de Frankfurt, llamada Wetterau?

–Fuimos deportados del "Sudetenland", región poblada por alemanes en la actual República Checa, históricamente llamada Bohemia (Böhmen). Terminada la guerra, las tropas americanas vencedoras cedieron el terreno a la milicia checa. Llegaron ellos a las casas habitadas por alemanes guiados por individuos  del pueblo. Nos amenazaron; salimos de la casa, a mi padre lo detuvieron. Mi madre, yo y mis dos hermanos fuimos subidos a un camión. Nos pusieron una cinta amarilla en el brazo. En la cercana ciudad de Eger nos bajaron y nos encerraron en la estación del tren. Allí aguantamos no sé cuánto tiempo hasta que nos mandaron subir a un tren de carga.
Todo fue grito y llanto, después resignación. No recuerdo más que eso.
No recuerdo, cuánto tiempo viajábamos. Cuando fuimos bajados era de noche y el pequeño pueblo cerca de Frankfurt nos acogió.

Nos dieron una pequeña habitación y los vecinos nos ayudaron para instalar una estufa y cocina. Recuerdo esa primera comida normal, ahora en  Hessen,  Nieder-Wöllstadt. Esa sería nuestra nueva "patria".
Cuando terminó la operación, tres millones de alemanes  habían desparecido de su tierra natal; no todos llegaron con vida a su destino.
Hoy se llama ese tipo de operación "limpieza étnica".

En el fondo acabó con una cultura milenaria de convivencia, no siempre pacífica, por cierto, pero fructífera para todos.
¿Y qué pasó con tu padre?

-Nunca lo supimos; no sabemos qué ha sido de él. Después de años, mi madre lo hizo declarar por muerto para cobrar pensión de viudez.

¿Os ha ido muy mal, cierto?

-No tanto, oficialmente las autoridades locales nos socorrieron tanto como pudieron, y eso a pesar de la derrota militar.
Otra cosa eran la gente del pueblo. Nunca  hicimos amistades unos con los otros; nos consideraban intrusos y deseaban que nos fuésemos otra vez.

¿Tu aprendiste a hablar como ellos?

 -Yo nunca me acostumbré a su modo de hablar y de comportarse.
Resulta que nosotros éramos católicos, como casi todos los alemanes de Bohemia y ellos eran protestantes, luteranos más exactamente. Yo nunca pisé la iglesia del pueblo. A los pocos años, lográbamos construir una capilla para el culto católico. El pueblo cercano era católico con este templo monumental que llaman la catedral de la Wetterau.

Sí, la Wetterau es una región que en cuanto a la religión parece una alfombra persa.
¿Será por esta situación que fuiste siempre un católico muy convencido, practicante digamos?

-Sí, es cierto, eso ha sido el ancla de mi vida.

¿No era más que eso, no fuiste quien organizaba la actividad local de la Juventud Católica?

-No solamente aquí en el pueblo. Yo te introduje a ti también en este medio después de conocernos en Augustinerschule en Friedberg donde estudiábamos juntos. Fuimos miembros del Bund Neu Deutschland.
Nueva, distinta, otra, tenía que ser esta patria nuestra. Fuimos idealistas. Pero eso es una cuenta perdida. Recuerdo este orgullo con el que tratábamos a nuestros vencedores- liberadores. No respetábamos el american way of life. Elvis Presley quien fue soldado en Friedberg nos daba igual.

¿Cómo fue eso que te fuiste a la Augustinerschule y no al colegio local?
¿Cómo reunía tu madre la fuerza para mandarte allí con todos los problemas que tenía, siendo uds fugitivos pobres y sin medios ningunos?

-Bueno, creo que fue el maestro que se lo había recomendado. Fui a prueba y aprobé, igual que tu.

Y comenzó un invierno, terrible, los trenes, yo me subí  en una estación anterior, en Okarben, luego vino Nieder - Wöllstadt. Si yo casi no había encontrado sitio ¿Cómo hiciste para subirte?

-Eso lo sabes tu, a tiros y tropicones.

¿Valía la pena todo eso, el colegio, no tuviste fases de frustración, de cansancio?

-Igual que tu. ¿Qué ibamos a hacer?, no había alternativa.

Hablemos un poco del colegio.
-¡Cuánto nos costó - desde una perspectiva moderna -cuánto trabajo e incomodidad invertimos, cuánta frustración soportamos!
Los profes jóvenes faltaron, en el principio tuvimos que soportar a los "reservistas", ancianos, sacados del "pensionato" por decreto.

A todos les dimos sobrenombres. Recuerdo que el "Ebi" - cuyo nombre de verdad no recuerdo - te llamó a ti a relatar una escena del drama de Schiller .. Wilhelm Tell.. Tu no lo habías leido y yo te lo susurraba, porque el hombre estuvo mal del oido. Dijiste que en esta escena se aproximaba una tormenta, porque me habías escuchado mal:
"ein Ritter"!! - repetí yo - "kein Gewitter"!!. "Im Anzug" al llegar estuvo.
"ein Ritter im Anzug" dijiste. Y el hombre estalló de risa y todos rieron con él cuando dijo que menos mal que no llegaba en "Nachthemd" en camisón de dormir. La situación estuvo salvada. "¡Siéntese Kraus!"
Todavía no nos llamaban "Herr".  A partir de "Obersekunda" fuimos señores: Herr Kraus und Herr Peter.

-Sí, poco a poco regresaron los jóvenes profes, sobrevivientes en campos de prisioneros. Los que fueron retenidos en Rusia allí permanecieron casi diez años más.

La secuencia en un Gymnasium alemán era esa:
Sexta - Quinta - Quarta - Untertertia - Obertertia - Untersekunda - Obersekunda - Unterprima - Oberprima.
Se ha criticado mucho el espíritu cerrado y sectario de los Gymnasium alemanes, su estricto elitismo y el ambiente selecto.  Fueron creados bajo el sol del neohumanismo,  Wilhelm von Humboldt siempre se mantuvo presente ; él creó  esa autonomía y por ella  la tradición local o actualidad política no tenía importancia. Todo eso se quedó fuera y no entró en las aulas.
 Ni el nazismo había logrado penetrar realmente. A los nazi se les ridiculizaba por vulgares y chabacanos. Eso fue antes de nuestro tiempo, pero está testimoniado por muchos.
"Der SA Mann" con su atuendo ridículo y bruta estupidez  no era ningún ideal, fue ignorado. Walter Jens cuenta que durante la clase de latín, el profesor invitó a traducir el himno nazi al latín:
"SA marschiert, die Reihen fest geschlossen!"
     -- SA - en marcha ¡formad vuestras filas!
Y después denunció los errores gramaticales del texto alemán--- y todos comprendieron: ¡Ajá!

Desde el estado de Prusia se había extendido la institución del Gymnasium a todos los paises de habla alemana: Austria, Suiza; y fue adaptada por los vecinos en toda Centroeuropa. El Gymnasium premiaba a quien lograba adaptarse; y sucedió que grandes talentos fuesen menospreciados o pasaron "raspando": Franz Kafka, Albert  Einstein, Thomas Mann, Heinrich Mann, etc.
Todos ellos han dejado notas críticas sobre sus sufrimientos en el Gymnasium.  Heinrich Mann escribió el clásico libro: "Professor Unrat", adaptado en "Der Blaue Engel"-El Angel Azul - con Marlene Dietrich con sus bellas piernas y cantando lo que hombres jóvenes deseaban oir:

Ich bin von Kopf bis Fuß auf Liebe eingestellt,
Denn das ist meine Welt – und sonst gar nichts.
Das ist, was soll ich machen, meine Natur.
Ich kann halt lieben nur – und sonst gar nichts.
Männer umschwirr'n mich wie Motten um das Licht
Und wenn sie verbrennen, ja dafür kann ich nichts.
(Yo, de los pies a la cabeza, estoy dedicada al amor.......)

Por ella se quemó el Professor Rat, transfromándose en "Unrat"- basura-; y todos nosotros nos habríamos quemado también con Marlene Dietrich.
Hellmuth y yo tuvimos "el privilegio" de pisar las huellas de "Der Besuch im Karzer"de Ernst Eckstein, otro clásico de  burlarse de esa institución que después de tantas reformas hoy casi es irreconocible. Eckstein, exalumno de la Augustinerschule, de modo satírico cuenta, cómo un hábil estudiante - naturalmente el autor mismo - logra encerrar con astucia al director en la carcel, un cuarto cerrado para "castigados" por indisciplina.¡Qué risa!
Yo, igual al manifiesto de Kafka, con gran alivio después de la Prima, por fin dejé atrás ese lugar de torturas. Sin embargo, siempre mantuve mi nostalgia secreta.

Pero  durante mi vida ha seguido creciendo mi respeto, gratitud y cierta admiración hacia mis "Pauker"--tamborileros-- que durante los años decisivos de la vida nos formaron y dejaron huellas imborrables.


Ahora, Hellmuth, ¿Cómo recuerdas tu esta escuela?

-Yo no fui tanto en oposición como tu; parecía que no podías soportarlo  más en Prima. Franke nos fastidiaba a todos; su tendencia "fascistoide" nos causaba ganas de responder y tu lo hiciste. Comprendo que al hombre le molestaba. Tu le fastidiaste. "¿Y qué dice la oposición?"   preguntaba con frecuencia dirigiendo la mirada hacia nuestro rincón.

También era vengativo, ¿cierto?

- Sí, Franke ha tratado de humillarte en cambio. Recuerdo cuando sacó tu cuaderno después de un examen escrito. Tuvimos que dearrollar un tema libre y él dijo  al devolver las tareas: "Voy a leerles el  trabajo más malo. ¡Escuchen lo que Peter ha escrito!" -- Y lo leyó. No me acuerdo del tema.
Cuando había terminado, yo pedí la palabra y dije que me había gustado mucho lo que acabé de escuchar, y si no había cometido notables errores  no parecía mal escrito."
Franke contestó con la sentencia usual: "Aber er hat das Thema verfehlt!"--no trató el tema--.
Entonces los del curso comenzaron a aplaudir tocando madera.
¿Te acuerdas que Franke te llamó después de clase y corrigió la nota?

Sí me acuerdo.
Pero, quiero referirme a otra cosa. Recuerdo las veces que te peleaste, sobre todo cuando fuimos más pequeños. Casi no pasaba día sin una pelea a puñetazos. Bastaba una mala mirada para que Hellmuth retara a pelear.
La voz  corría rápidamente, se formó un circulo cerrado en un rincón del patio, se vigilaba que no había profesor a la vista y el duelo comenzó;reglas se observaban. Fuiste de constitución corpulenta y diste más de lo que recibiste, pero en el fondo aquello era absurdo.
¿Contra quién o contra qué te peleaste?

- Si esto supiera yo; tal vez había acumulado aquel odio reprimido que sentí cuando nos expulsaron de nuestra casa, nos montaron al camión. A mi no me pegaron, pero vi cuando se llevaron a mi padre, supe que algo dramático iba a pesar. Supe que no había vuelta atrás. Mi madre no lloraba, creo que ella desde aquel toque a la puerta con culatas de fusil y de botas, ella supo que nuestra suerte estuvo echada.

¿Se lo has perdonado a los checos?

- No sé, nunca regresé, conocemos la historia. Ellos también tuvieron sus experiencias, no actuaron libremente. El odio es una fuerza incalculable. Mis hermanos volvieron y fueron recibidos amablemente. La casa aun existe, los nuevos dueños son buenas personas --- dicen: ¡"Tratemos de olvidar!" e invitaropn a tomar café.
Es una buena intención, pero yo no mando en mis recuerdos. Es fácil decirlo, tal vez imposible cumplir.

El tiempo lo curará, y lo que el tiempo no cura no tiene cura.
Y con eso dejo por terminada la entrevista, amigo mío. Los nietos ya olvidaron eso, o nunca se enteraron.

Nuestros encuentros posteriores después de perdernos de vista fueron fugaces, siempre impregnados por esa infancia común extraña entre escombros del tiempo.

friedrichmanfredpeter    febrero de 2015

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