Was vermeid ich denn die Wege,
Wo die andren Wandrer gehn,
Suche mir versteckte Stege
Durch verschneite Felsenhöhn?
Habe ja doch nichts begangen,
Daß ich Menschen sollte scheun –
Welch ein törichtes Verlangen
Treibt mich in die Wüstenein?
Weiser stehen auf den Straßen,
Weisen auf die Städte zu,
Und ich wandre sonder Maßen,
Ohne Ruh, und suche Ruh.
Einen Weiser seh ich stehen
Unverrückt vor meinem Blick;
Eine Straße muß ich gehen,
Die noch keiner ging zurück.
Traducción en prosa:
El Indicador de Caminos ...
¿ Por qué evito caminos que otros toman?
y me escondo entre senderos
rocosos cubiertos de nieve. Nada incorrecto cometí como para tener que
huir de la gente.
¿Qué fuerte deseo me hace buscar esta
desolada soledad?
Indicadores sobre las vías señalan hacia las ciudades; y yo camino sin descanso
en busca de quietud.
Pero hay un indicador permanente e inmóvil ante mi mirada; tengo que
recorrer un camino del que nadie jamás volvió.
El caminante ha comenzado una marcha, un viaje a través del invierno, y con
un fin no definido, pero impresionante: desde
donde nadie jamás volvió.
Obviamente se trata de un viaje
metafórico: un largo camino sin regreso, una parábola del transcurso de
una vida como monumento vital.
Todo comenzó casi normalmente, un
joven enamorado se va antes de que lo echen. Abandona la ciudad donde vive la
que ama y que está prometida a otro; se transformó "in eine reiche Braut", en una
novia rica y el joven se va resignado.
Comienza su huida de noche, es invierno, la nieve y el hielo parecen
haber cubierto la vida. Quedan atrás tiempos mejores. El tilo le susurra e
insinúa quietud. Bajo las ramas de este árbol ha pasado momentos felices, pero
ahora solo le esperan soledad y el
ladrido de los perros, el graznar de los cuervos.
El caminante rehúye la vida en sociedad, los indicadores de caminos no le
sirven, porque no desea volver; busca quietud y no la compañía de la gente. (…sabe
que ante la mirada de los demás, quien huye debe tener algo que esconder, habrá
cometido algo sin embargo él no):
¿Por qué busca entonces la lejanía, la soledad?
La mente del joven caminante se ha alejado del ambiente que le rodea, sabe
que su actitud será incomprensible para la gran mayoría de saturados burgueses
en las ciudades de la época. Su actitud es fruto de una nueva experiencia; no
busca la satisfacción en una vida común y corriente, sino la impresionante
fascinación del momento feliz. Y ese deseo es desmesurado y no sigue ningún
cálculo o interés.
Es esa la experiencia vital del
romántico, su conciencia no se somete a códigos de la tradición o de la moral
corriente. Sabe que será incomprendido y la opción que le queda es este camino
sin regreso: Nadie jamás ha vuelto de allí, donde su camino de errante le
lleva. Es invierno por fuera y por dentro;
y eso hace que este "viaje", die Winterreise, se transforma en
una parábola de la vida. Si algo realmente deseamos, enfrentaremos mil obstáculos, será un invierno que nos rodea e invade. Ante este hecho hay que
reaccionar.
La reacción del joven caminante oscila entre rebelión y resignación. Sabe que su actitud
será incomprendida y no convencerá a nadie. Le queda el consuelo de la
soledad; por eso mentalmente siempre regresa al susurro del tilo, que le acompañará
probablemente.
No existe seguridad alguna acerca de
los caminos, tal vez sería posible encontrar quietud alguna vez y en algún
lugar lejano. Pero ahí están los hechos irrevocables: las fuentes han sido eliminadas
y los tilos cortados. Su madera es
codiciada, no hay mercado para los dulces sueños y el susurro de las ramas.
Estamos caminando por un camino de donde nadie jamás regresó.
"Die Winterreise" nos transmite este mensaje inquietante. Por eso
se trata de un texto SIEMPRE moderno.
friedrichmanfredpeter febrero 2015
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