martes, 1 de octubre de 2013

Europa en el año 2113

"Pregunto a quien conoce presente y pasado de su continente...haciendo de futurólogo...si puede...¿ en el año 2.113 existirá la misma realidad de estos países, en tanto naciones con alma?"  Esa pregunta me llegó desde Colombia.

Comparada con EEUU y China, el continente europeo carece de identidad definida propia, tratándose de un manojo de flores, bien separada una flor de otras, pero forzadas a estar en un florero común. Todas se parecen, pero son bien distintas. La psicóloga Julia Kristeva ha usado esta imagen para describir cuál es la identidad europea. No es probable que este carácter cambiará. Modificaciones habrá, como es natural en toda evolución histórica. El inglés, usado como lengua vehicular, no va a reemplazar las lenguas naturales, vernáculas de las naciones.
Estas definirán la identidad de los europeos, mientras no sucedan cambios demográficos profundos; siempre fueron tragedias imprevisibles las que torpedearon lo esperado.

Pero hay elementos que no parecen sostenibles. ¿Quién se atreve a garantizar las condiciones sociales y económicas vigentes en Europa?
La población de la UE, representará pronto solamente el uno porciento de la población mundial, actualmente produce el 25% del producto social del mundo entero y gasta - ella solamente - el 50% de la totalidad de inversiones en subsidios sociales, educación, salud, etc. El sentido común nos dirá que esto a la larga es insostenible. La ley de globalización no hará caso de las condenas de iluminados y de "sabelomejores".
Sin embargo, la voz que recorre Europa actualmente, no aplaude este estado excepcional del bienestar, jamás conocido antes en su historia. Monsieur Hessel, un francés anciano, lo ha proclamado, y le siguieron millones de europeos, descontentos y enfadados: Indignez - Vous! escribió.
¡Indignaos! repite el coro de los que que se sienten menospreciados, abandonados e injustamente tratados, sufriendo un estado del malestar, porque esto no es el paraiso que ellos soñaron.

Pero detrás de su enfado, su indignación, su "Wut" en alemán, existe un peligroso dogmatismo, una tendencia a soluciones totalitarias, porque el indignado no manifiesta sobre qué medidas concretas se errigirá su mundo mejor, y si son aptas las medidas que exige para dejar de enfadarse.
Proclama su romanticismo político con consecuencias previsibles, envidia y control de los ricos, parámetros de igualdad contra los riesgos de la libertad. Aun más temibles son su intolerancia, su fanatismo e impaciencia.
El paro juvenil tiene solución, hay naciones europeas que no lo conocen, pero eso exige medidas concretas; hay que aprender de los vecinos, sin necesidad de enfado o indignación.
Si estas medidas concretas no se toman, las crisis económicas que han de venir, abrirán un saco de truenos, que Europa libre y sus instituciones democráticas no soportarán.

Todo eso estará unido a la evolución tecnológica que no quedará parada con consecuencias no previsibles. Europa seguirá inventándose siempre de nuevo. Sólo es la dirección de esta evolución la que quisiéramos definir.
¿En qué dirección marcharemos?
Y ahí nos topamos con algo fundamental: el alma cristiana de Europa. No se trata de medir la vigencia de la fe cristiana en la vida de los europeos, que si la gente va a misa o no. Es la tradición cristiana que ha dado vida a la cultura europea, y esa en actualidad está cuestionada y puesta en duda. Es visible un descenso acelerado, una ruptura con la identidad heredada. Ratzinger nos enseñó que la fe cristiana rompe con la barbarie irracional. La presencia cristiana no alimentó solamente persecusiones como la de la Santa Inquisición; también inspiró libertad y dignidad del hombre en un mundo caótico. Es cristiana, la razón sensible que nos hace entender lo que nos pasa, razón que nada tiene que ver con la razón mecánica que predomina la actualidad invadiendo todo rincón. La conciencia según Kant es madre de la ciencia, y no es al revés. Ciencia, la que se reduce a una opción técnica, es inhumana, aunque guste, causando placer y pretenda progreso. Ciencia no es lo que tecnicamente es posible hacer. Esa perversión es defendida hasta por portadores del Premio Nobel. Sensible razón que respeta la vida es cristiana y en esencia humana. Europa se alimenta de ella y cuando de ella renuncia, cualquier barbárie es posible. Echemos una mirada atrás a las maldiciones del pasado siglo y comprendemos.
¿Qué será en 2113, cuando una mayoría de iglesias estarán hechas museos, salas de fiesta, etcétera?
El folclor religioso pervivirá, conservará un ilustre pasado, habrá Semanas Santas turísticas. Será divertido participar, y hacer después lo que mejor convenga.

¿Pero de la esencia, qué será?
Tal vez, personas como yo, tengan que emigrar.

friedrichmp 1 de oct. de 13

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