<¡Si pudiéramos conducir por tí, lo
haríamos!> sugerencia en la campaña electoral de un partido
político español a los conductores para mejorar la seguridad en el tráfico.
Me permito poner en duda esa sugerencia, no porque me sea
indiferente la seguridad vial, sino por el mensaje tan inoportuno que se
encuentra en aquella frase.
¿Necesita el conductor realmente a quien le reemplazca en el
volante, y es la mano del estado oportuna para hacerlo?
Sólo es ficcional, me dirán, es por la seguridad.
–¡Es manifiesta omnipotencia reduciendo el ciudadano a servidor
obediente, recibiendo cuidados intensivos del estado protector - por su propio
bien, naturalmente!– digo yo.
Llamo de su tumba a Manuel Kant, el filósofo de Koenigsberg, para
ver qué opina el defensor de la ilustración europea.
Y Kant me contesta - en alemán - como solía escibir:
< Faulheit und
Feigheit sind die Ursachen, warum ein so großer Teil der Menschen, nachdem sie
die Natur längst von fremder Leitung freigesprochen ---, dennoch gerne
zeitlebens unmündig bleiben; und warum es anderen so leicht wird, sich zu deren
Vormündern aufzuwerfen. Es ist so bequem, unmündig zu sein. Habe ich ein Buch,
das für mich Verstand hat, einen Seelsorger, der für mich Gewissen hat, einen
Arzt, der für mich die Diät beurteilt usw., so brauche ich mich ja nicht selbst
zu bemühen. Ich habe nicht nötig zu denken, wenn ich nur bezahlen kann; andere
werden das verdrießliche Geschäft schon für mich übernehmen.>[1]
Y con permiso del maestro traduzco:
<Pereza y
cobardía son las causas, por qué tantos hombres permanecen inmaduros dependientes
de por vida, aunque la misma naturaleza ya los haya declarado libres de mando
ajeno.
Por eso es tan fácil
hacerse tutor de ellos.
Teniendo un libro
para pensar en mi lugar, un cura para mi conciencia y un médico para prescribir
mi dieta, etc., entonces no tengo que esforzarme.
Si puedo pagar, para
qué pensar. Siempre habrá otros a quienes molestar con mis asuntos
desagradables.>
Así habló el maestro creyendo tener un auditorio delante.
– Gracias maestro, por acudir– dije yo–. No pensé que ud fuera
tan moderno.
Sabemos qué numerosos son los asuntos desagradables en nuestra
vida, pero los europeos sabemos a quién acudir.
El estado moderno, dentro de su misión social y demócrata, nos mantiene satisfechos; misión desperfecta e
incumplida como sabemos. Pero confiamos en aquella labor, y por eso nunca
preguntamos, qué podemos o debemos hacer nosotros mismos para remediar un mal.
Siempre hay a dónde reclamar o pedir un servicio. El estado bombero nos espera,
todo previsto, premeditado, planificado, funcional. Nada y nadie se escapa.
Por eso pudieron nacer unos lemas en labios progresistas.
<¡Todo lo hacemos por tí,
por tu seguridad, lo que sea necesario!> u otro:
<Donde hay una necesidad,
hay un derecho.> u otro:
<¡Nunca estarás abandonado,
te ayudaremos!>
Nos conduce por la vía segura: sólo por nuestra seguridad, hasta el
día, cuando nos liberará de responsabilidad por nosotros mismos. Cuestión de
avance tecnológico.
Entonces estaremos libres, de verdad, porque siempre habrá, quien
nos libere de nosotros mismos.
¡Mundo Nuevo Feliz!
– ¡Acuéstese ud. Manuel Kant y no resucite más!– digo yo.
friedrichmp 20 de octubre de 2013
[1] Emmanuel Kant, Beantwortung der Frage: Was ist Aufklärung?
Berlinische Montasschrift,
diciembre de 1784.
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