-¿Te vas a Berlín? preguntó la periodista alemana a la joven muchacha
israeli, quien le acompañaba para tomar un café en un lugar céntrica de
Jerusalén, después de haber pasado un
control minucioso por una agente de seguridad.
-Todos los días es así, comentó A.D. con resignación,
- pero ahora me voy.
Y sacó un pasaporte rojo de la UE con el águila de “BR Deutschland“.
Este encuentro casual relatado por la periodista alemana en el diario
FAZ de Frankfurt es un ejemplo de sucesos cada vez más frecuentes y que se
podría llamar “regreso de herederos de víctimas del holocausto“ al lugar de sus
antepasados.
Y así es en el caso de A.D. Sus abuelos judíos son de Berlín, lograron
salvarse de la persecución nazi, emigraron a Jerusalén, donde sus hijos nacieron como ciudadanos israelis, hablando
el ivrit, el moderno hebreo. Los hijos tuvieron éxito profesional mientras el
estado moderno de Israel se constituía. Los abuelos seguían hablando el alemán
entre ellos mientras la nieta jugaba con sus muñecas en un rincón de la
habitación.
Cuando la nieta después del servicio militar y tras
numerosos episodios de confrontación con la población palestina
manifestó que se iba de Jerusalén, los padres reaccionaron con espanto, pero a
los abuelos se les iluminaban las caras. La abuela empezó a llorar y abrazó a
la nieta.
-Tu abuelo y yo, somos de Berlín, dijo .. en alemán.
¿Qué motivos habrá detrás de esta decisión de una joven israeli de
mudarse al pais de los verdugos de su propia familia? Pues numerosos familiares
no habían podido emigrar a tiempo y fueron exterminados en Auschwitz.
Uno de los primeros actos proclamados por la Alemania democrática
después de la era nazi era la invitación a todos los perseguidos por el nazismo
a regresar, tanto a las víctimas como a sus herederos. Hasta el año dosmil muy
pocos judíos hacían caso de esto. Predominaban el odio y el temor. Pero a
partir de esta fecha los consulados alemanes registran una demanda creciente de
muchos miles de solicitantes a obtener la ciudadanía alemana. La constitución
alemana en el artículo 116 garantiza este derecho a todos los que han sido
perseguidos por el nazismo.
Y por eso A.D. dice con énfasis:
-Eso es la venganza, aquí
estamos otra vez, judíos alemanes.
Claro, la motivación no solamente era esa:
Vivirá en Berlín como otra mujer joven alemana, estudiará y – también
es verdad – los precios son mucho más bajos que en Israel.
¿Y los neonazi alemanes? Son un elemento presente en otras zonas de
Alemania del Este.
-En Berlín no me preocupan, ahí hasta tengo amigos palestinos.
Las amigas de A.D. le han dicho traidora. Pero a ella se le quedaba
grabado ese gesto de la abuela, cuando en la radio sonaba música oriental,
ella cortaba enseguida y puso un disco
de Beethoven.
¿Qué será de A.D. en Berlín?
Nadie sabe eso. Sólo se que Alemania la necesita.
Manfred
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