miércoles, 10 de abril de 2019

SERVIEJO --- es así ---

Serviejo, es así…


“Mucho estudio y precaución se requieren para evitar las imperfecciones de que nos carga la edad, o al menos para debilitar su progreso. Yo noto que, a pesar de mis esfuerzos, la vejez gana terreno palmo a palmo sobre mí. Resisto cuanto puedo, pero no sé dónde al fin me conducirá. En todo caso celebraré que se sepa de qué altura he caído.”
Michel de Montaigne, ‘Del Arrepentimiento’




Estar vivo es envejecer, esa es la esencia del texto citado de Montaigne, el gran ensayista francés del siglo XVI. 
No sabía de dónde venía ni tenía noción hacia dónde iba. Sin embargo, su viva actividad marcó lo que él mismo llamó ‘altura’ y desde esa altura se iba cayendo progresivamente. Mucho estudio y esfuerzos le costó asimilar este hecho y habituarse a tantas deficiencias que le invadieron, corporales, mentales, anímicas.

¿Qué puedo hacer yo? me insinúa este breve texto, yo que no soy Montaigne, sólo me hallo en la línea de sus adeptos. Todos vivimos muriéndonos poco a poco, palmo a palmo igual que Montaigne.
Rodeado de fanatismo religioso – el espíritu de su tiempo -, de ignorancia e injusticias, Montaigne se escondió en su torre solitaria, protegido por un título de noble heredado; y cargado de un inmenso saber, vivió esa doble confrontación, la soledad y la propia decadencia tanto física como mental. 


Puedo ver cómo se levanta el viejo de la cama, cómo se viste con ayuda de un fiel servidor porque ya no es capaz de ponerse los pantalones – les ‘culottes’—estos mismo calzones que serán el símbolo de una revolución cultural de fuerte tinte ideológica siglos después de Montaigne.

¿Le habrían cortado la cabeza a Montaigne, doscientos años más tarde, los que creyeron en la utopía de igualdad descartando libertad, derecho y la física existencia de portadores de ‘culottes’? 

Escucho: ¡Çà, çà irà, çà irà! Les aristocrats a la lanterne!... Y el grito: ¡Vive le son du canon!; excluirían la convicción manifiesta de Montaigne de que antes de eliminar los fundamentos de una sociedad habría que intentar de repararlos. Antes de sembrar nuevas injusticias, preferible sería limar las viejas y heredadas. No hay ningún paraíso terrenal, sólo hay falsas promesas y profetas interesados. Dicho por Montaigne, descartado por ideólogos modernos y sus seguidores, las masas  desesperadas.

Porque no sólo somos los individuos quienes envejecemos, lo mismo está sucediendo a los estados, a las democracias y autocracias, a la sociedad en general, a todo lo que se hereda de la historia que, siguiendo viva, se quita o se pone distintos ‘culottes’. Todas las ideologías modernas en el siglo XX fueron manifiestos contrarios a pensamientos y reflexiones como las de Montaigne; todas predican no envejecer porque son ‘sans culottes’ y no paran aún en el S 21, de sembrar muertes por los cinco continentes: son muertes violentas, que afecta principalmente a los jóvenes que no tendrán tiempo de envejecer y practicar ejercicios al levantarse de la cama; y que otros vengan a ponerles calzones y abotonar la camisa. No como a mí que gozo de ese privilegio. Soy viejo, sobreviviente.

                      


friedrichmanfredpeter
edición anavictoria

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