jueves, 21 de septiembre de 2017

¿Quién era Mohamed?

Los fundadores de  una nueva religión nunca “surgen de la nada”… son el producto del tiempo que les toca vivir y de las circunstancias. Sin embargo, sus miradas se extienden más lejos que sus tiempos, tal el caso de Mohamed  fundador de una nueva religión intensamente relacionada con la Mekka.  Estaba convencido de que su tribu, la de los Quaraisch, era llamada a guiar a todos los árabes. Igual que todos los miembros de esa tribu él también estaba convencido de la importancia singular de la Kaaba, ese lugar sagrado de un auténtico monoteísmo, y de que su fe era la verdadera fe de Abraham.        


Pensaba que la auténtica fe ya se había perdido durante siglos de olvido y abandono. Los habitantes de la Mekka habían rodeado la Kaaba con falsos ídolos, llamados “las hijas de Dios”, adoradas como intermediarias entre Dios y los hombres.

Tales “errores” no deberían prolongarse porque el mundo temporal de Mohamed estaba en llamas. Bizantinos y persas, dos imperios estuvieron envueltos en una inmensa e interminable guerra  que arrastraba el mundo entero y que culminaría en la saga del fin del mundo cuando Cristo volvería y los muertos resucitarían. Los bizantinos eran cristianos y Dios combatía en su ayuda, así lo creían. Los enemigos serian hundidos en el infierno. Y si los árabes no volvían a la auténtica y verdadera fe de su ancestro Abraham también acabarían en el infierno. La salvación para los árabes tendría que venir de los Quaraisch quienes constituían élites entre los árabes; en el centro de todo se hallaba La Kaaba.



En aquel tiempo Mohamed no fue el único que pronosticara el fin del mundo, ni el primero en proclamar el regreso a la fe de Abraham; tampoco el único al denunciar los rituales paganos alrededor de la Kaaba. Los habitantes de la Mekka bien conocían eso y se rieron de él y de sus seguidores. Hay indicios que Mohamed estuvo dispuesto a hacer compromisos. Pero eso no duraba mucho tiempo, pronto volvió al dogma inicial: Sólo existe un solo Dios y no hay dioses menores ni hijas. No convenció y Mohamed tuvo que abandonar la Mekka y refugiarse en Medina.
Y fue en Medina donde Mohamed se transformó en el líder espiritual y real; convenció a los medinenses y les estimuló a unirse a la lucha contra la gente de la Mekka. Fueron  principalmente los judíos quienes no quisieron seguirle  negando además su autoridad como representante de Dios; Mohamed con extrema dureza mandó proceder en contra de ellos.
Las “revelaciones” de Dios a Mohamed en este momento eran sumamente crueles y violentas y Mohamed amenazó a sus enemigos con los castigos que Dios les tenía reservados. Y sería el mismo Dios el que mandaría a ejecutar este castigo contra sus enemigos: Mohamed sería simplemente el ejecutor designado.
Después de meses de combate y de tratos Mohamed entró triunfante en la Mekka, purificó los alrededores de la Kaaba y en adelante sólo sería la fe de Abraham la que se veneraría en aquel sagrado lugar. Todas las imágenes fueron destruidas.
Mohamed había logrado su destino, era “el rey” de un imponente imperio; murió poco después, y fueron  sus sucesores Abu Bakr y Omar quienes continuaron esa segunda parte del programa: unificar todas las otra tribus árabes bajo la nueva fe. Lograron organizar un ejército imponente que se dirigió hacia el norte, allí donde les esperaban poder y riquezas. Encontraron un fácil éxito contra un imperio bizantino debilitado por las guerras eternas.
Mohamed en tiempos difíciles era el hombre justo en el justo momento. Moviéndose hábilmente entre  adversarios obtuvo lo que era su misión: fundar una nueva religión para los árabes y  el mundo.
¿Fue acaso el árabe más importante que jamás viviera? Millones están convencidos de eso.

fmpeter ( síntesis del extenso libro de Marcel Huispas, Mohamed, WBG Darmstadt 2015)
                  septiembre 2017

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