Der sanfte Nazismus - El suave Nazismo
Aus dem Tagebuch des
Josef Goebbels
Del diario de Josef Goebbels
“Am Morgen zum Hochlenzer hinaus.
Der Chef ( Hitler) spricht über Rassefragen. Man kann es nicht wiedergeben. Man
muss dabei gesessen haben. Er ist in Genie. Das selbstverständlich schaffende
Instrument eines göttlichen Schicksals. Ich stehe vor ihm erschüttert. So ist
er wie ein Kind, lieb, gut, barmherzig. Wie eine Katze, listig, klug und
gewandt, wie ein Löwe, brüllend, groß, gigantisch. Ein Kerl, ein Mann. Vom
Staate spricht er. Am Nachmittag von der Gewinnung des Staates und vom Sinn der
politischen Revolution. Gedanken, die ich so wohl schon dachte, aber noch nicht
sprach. Nach dem Abendessen sitzen wir noch lange im Garten des Marineheimes und
er predigt den neuen Staat und wie wir ihn erkämpfen. Wie Prophetie klingt das.
Am Himmel formt sich eine weiße Wolke zum Hakenkreuz. Ein flimmerndes Licht
steht am Himmel, das kein Stern sein
kann. Ein Zeichen des Schicksals?
Spät gehen wir heim. Weit in der
Ferne flimmert Salzburg. Ich bin so etwas wie glücklich. Dieses Leben ist schon
Wert gelebt zu werden.”
25. Juli 1926s
Por la mañana subimos al
Hochlenzer (una cumbre alpina). El jefe (Hitler) discurre sobre temas raciales.
No es posible relatarlo. Es necesario escucharlo. Él es un genio. El
instrumento autónomo de un destino de Dios. Me paro delante de él, emocionado.
Él es igual a un niño, amable, bueno, compasivo. Como un gato, astuto, listo y
habilidoso, como un león,
rugiente, grande, gigante. Un hombrón macho. Habla del estado. Por la tarde de
cómo conquistar el estado y qué significa la revolución política. Pensamientos
que yo también alguna vez he pensado, pero aun no los he pronunciado. Después
de cenar, sentados en el jardín del albergue para marineros durante largo
tiempo nos sermonea sobre el estado
nuevo y cómo debiéramos luchar. Suena a profecía. Sobre el cielo se forma una
nube blanca, se parece a la esvástica.
Hay una luz brillante en el cielo, que no puede ser estrella. ¿Una señal del destino?
Muy tarde regresamos. En la lejanía las luces de Salzburgo. Me siento como
feliz. Esa vida es digna de vivirla.
25.Julio 1926
Adolf Hitler y su fiel
adepto Josef Goebbels en el camino de la Revolución. Habrán de conquistar el
poder en esa frágil y atormentada República Alemana. Lo lograrán sólo siete
años después de este notable paseo. Nazis “ante portas”, delante de las
puesrtas de la democracia, delante del palacio del Reichstag. El alumno absorbe
ansioso cada palabra que brota de la boca del maestro. Lo eleva a rango de
profeta y de redentor potencial. No solo a Alemania ha de redemir, sino también
a Goebbels, a esa pobre y pequeña mente de un reducido y fracasado doctorado en
filología germánica. Católico de provincia; y absorbente como una esponja seca
de milagros, tanto políticos como existenciales. Las palabras del cabo primero
autriaco Adolf Hitler las envuelve en celofán dorado y una luz transcendente
ilumina esa tarde como presagio de lo que ha de venir. La esvástica nazi hasta
en el cielo se pronuncia. Una mente católica vuelta nazi, ve los milagros por
todas partes. El estilo narrativo de
Goebbels reproduce el relato evangélico sumándole emotividad.
Redacto esas observaciones
históricas en un importante momento. Hoy, primera vez después de varias
generaciones entrará al Reichstag por la vía de las elecciones el primer
partido neonazi en el parlamento de la república alemana. Es un día señalado.
Sus representantes actuales manifiestan que nada tienen que ver con los de
antaño, con los Hitler, Goebbels, etcétera. Pero no es creible. Sus metas son
idénticas, son racistas iluminados por la luz de la sinrazón, reflejo de
romanticismos arcáicos mal absorbidos.
Desde la lejanía sólo
puedo pedir a algún sabio hermano ilustrado que no abandone la mente de los
llamados a decidir sobre eso.
¡Una sola vez basta. No
más!
Fmpeter 24 de septiembre 2017
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