Cruceros gigantes
Cartagena pequeña
Días atrás, el nuevo
presidente francés inauguró el “ paquebot” mayor de Europa. Este crucero
gigante con más de dos mil tripulantes y miles de pasajeros invadirá los mares
con otros gigantes más. La industria turística ha conquistado los mares para
gusto de unos y pena de otros.
No hay rincón de costa
pintoresca, ni islote idílico que se escape, ni ciudades con historia con sus
monumentos que queden atrás. Y hay
ciudades como Cartagena en Colombia que se ven aplastadas por una invasión
moderna que deja en minúsculo episodio la de los piratas en los siglos 17 y 18.
Aquellos de antaño
vinieron a robar y a llevarse el oro y la plata, mientras los modernos cruceros
traen tesoros inmensos. El robo es considerado
crimen y castigo, mientras la invasión turística se toma por beneficiosa.
¿Es esto cierto?
No hay duda: hoteles,
restaurantes, bares y boutiques prosperan, se multiplican.
Cartageneros y
cartageneras ganan. Todo el ambiente parece gritar a voces: “¡Vengan acá, aquí
hay placeres para todos!”
Sin embargo, las calles y
los edificios de la ciudad vieja amurallada hablarían de otra manera, si
pudiesen. Cartagena histórica es muy pequeña. Andando se cruce esta maravilla
“colonial” en media hora.
Las fachadas bien restauradas de los edificios nos
invitan a contemplarlas. Pero pronto nos damos cuenta que todo eso es un
montaje teatral. Los habitantes de estas casas ya están viviendo en otros
lugares, más cómodos y con parqueadero a la mano.
Nada de aquí es
auténtico. Los cruceros han creado un escenario para gusto de sus pasajeros que
quieren ver el Caribe idílico o lo que toman por ello. Lo que hay detrás no
interesa. Pues detrás y presente en numerosas barriadas marginales se esconden
la pobreza, la miseria, la otra cara de la ciudad.
El invasor histórico de
esta zona vino a llevarse oro, el turista moderno lo trae y yo me atrevo a
decir que quienes llegan con el bolsillo lleno más daño causan a estos que siglos atrás fueron expoliados, pero
también fueron bautizados, “aculturizados” por cierto; lo cual suele ser
criticado y menospreciado en muchos sectores modernos actualmente. Estos mismos
sectores pasan por alto esta real Cartagena
con desprecio, aceptan la falta de educación y formación, la reducción
de las ofertas de empleo a servicios mal pagados o despreciables como es la
prostitución masificada en todos los niveles. Bien se vive en Cartagena, si se
mide por nivel de alimentación; el pobre sobrevive porque come y se viste. ¿Es
eso suficiente?
Una clase media,
dispuesta a transformar beneficios turísticos en un real crecimiento del
bienestar social no surgió. Los pocos de siempre se enriquecen más y ya está.
¡Qué vengan mejor los
piratas históricos!
¿Quién conquistará estas
tierras de nuevo para hacer de ellas el paraíso que en vano buscan los turistas cuando bajan de sus
embarcaciones gigantes, invaden las callejuelas fotografiando una maravillosa
fachada de clichés cinematográficos y haciendo lo que consideran que es típico
de estas tierras donde indios, españoles y esclavos negros se cruzaron para
saludar una civilización multiétnica, sin monstruos como este “Paquebot Maraviglia”, el mejor y mayor
de todos los cruceros.
¡Una verdadera amenaza!
¡Escenario de ciencia ficción!
Las amenazas más
peligrosas son las que visten de laca y seda.
friedrichmanfredpeter junio
2017
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