El siguiente
texto es fragmento de una carta de J. W.
Goethe dirigida a Moritz Seebeck; escrita el día 3 de enero de 1832, es una de
las ültimas cartas que el escritor escribió antes de su muerte.
>Transitoria y ruidosa, la vida, entre
tantos asuntos extraños también contiene: actividades que nos absorben,
placeres que nos agotan, tanto así que rara vez sabemos apreciar y retener los
detalles del momento vivido. Y por eso en la edad avanzada nos queda la
obligación de apreciar todo lo humano que nunca nos abandonó… reconocerlo y
apreciarlo como un valor singular y por
medio de la reflexión calmar nuestra irritación frente a aquellos errores que
fueron inevitables en su momento <
Das vorüberrauschende Leben
"Doch hat das
vorüberrauschende Leben neben anderen Wunderlichkeiten auch diese, dass
wir in Tätigkeiten bestrebsam, auf Genuss so begierig, selten die angebotenen
Einzelheiten des Augenblicks zu schätzen und festzuhalten wissen. Und so bleibt
denn im höchsten Alter uns die Pflicht noch übrig, das Menschliche, das uns nie
verlässt, wenigstens in seinen Eigenheiten anzuerkennen und uns durch Reflexion
über die Mängel zu beruhigen, deren Zurechnung nicht ganz abzuwenden
ist---"[1]
¿Qué dice este
texto? y ¿cómo nos puede ayudar a quienes por ley de vida nos aproximamos al
mismo momento en el que se hallaba Goethe cuando así reflexiona con su amigo
Seebeck?
"Voy a ponerme delante de la puerta y
contemplaré la vida" escribirá Walt Whitman muchos años después. Esto
precisamente manifiesta Gothe en su metáfora, la de un río caudaloso que raudo
pasa delante del observador y nada deja
igual porque en su lecho el tiempo no duerme sino pasa corriendo.
La imagen
central de la cita es la palabra "Augenblick".
Fue Goethe quien inventó este término eludiendo el término
"Moment" - abstracto y mecánico- para indicar la brevedad de un
instante. "Augenblick" significa la brevedad de una mirada del ojo
parpadeante. No es medido este instante fugaz, sino vivido. A este instante el
Fausto de Goethe dirije toda su admiración: "Ojalá pudiera decir a este
instante, a este "Augenblick"¡ permanece, oh eres tan bello!"
Fausto y con él
Goethe exigen lo que es imposible, la vida rauda y ruidosamente pasa.
Pero el anciano
Goethe renueva esa imagen, parece que halló una solución, se trata del término
fundamental del humanista "das
Menschliche" lo que es humano en esencia. Goethe como un asilado se
refugia a lo que es esencial del patrimonio humano: la vida misma que a través
de muros de separación abre caminos nuevos, como la planta al crecer rompe la
piedra maciza. Eso mismo sucede con el concepto "das Menschliche" ;
lo humano se impondrá ante el reto del arroyo violento que parece tragarlo
todo. En este sentido los errores forman parte de las aguas turbulentas de la
vida.
Al autor envejecido
no le queda más que un último suspiro delante del adios a la vida. "El
instante feliz" no se pierde. "Der Augenblick" es fugaz y eterno
a la vez: una mirada al cielo estrellado, un apretón de mano, una palabra
susurrada, un adios sentido.
Se dice que
Goethe al morir pronunció la palabra "Licht" - Luz.
Yo sigo atento
a la voz del maestro, y espero encontrar este instante feliz sin ayuda del
diablo Mefistófeles.
[1] Goethe an Moritz Seebeck, cit. Walter Benjamin, Deutsche
Menschen, Ffm 1977
friedrichmanfredpeter mayo
2016
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