lunes, 1 de diciembre de 2014

Alemania y Rusia en la desunión unida

Germania, los pueblos ahora te odian/
Pero yo nunca te dejaré /
Traicionarte - ¿cómo odiarte a ti? /

Mi estrella, tu luz me ilumina /
Mi amor a ti es entera /
Porque amar a medias no aprendí /

Más sabia , mágica, profunda /
No hay otra como tu , rica dotada/
Lorelay, dejaste a tu navegante embrujada /


Estos versos, traducidos del alemán ¿de quién serán? Los he extraido de un poema con el título "An Deutschland".1
No son de Heinrich Heine, de ningún romántico alemán. Los escribió una poeta rusa: Marina Zwetajewa en diciembre de 1914, durante la primera guerra "mundial", cuando los ejércitos alemán y ruso se enfrentaron en batallas sangrientas. La propaganda oficial en ambos paises pintaron al enemigo lo más abominable: los rusos bárbaros, salvajes, los alemanes petulantes, agresivos.
Esa declaración de amor rompe estos clichés. El padre de la autora fue director del museo de arte europeo de Moscú y ella hizo viajes y completó estudios en Alemania, Francia y Suiza. Después de la Revolución de Octubre vivió como inmigrante en extrema pobreza en Berlín, Praga y Paris.
Estos versos no se destacan por belleza poética, ni por su mensaje especial y singular; son expresión de una actitud mental sorprendente: no se espera que eso se diga entre "enemigos" y menos en medio de una confrontación sangrienta.
¿Fué excepcional?
En el momento de su creación, sí lo fué; pero vista desde la perspectiva histórica no es tan extraño. Y eso lo demuestra la obra de Wladimir Kaminer, berlinés, joven escritor alemán y "en privado"-lo dice él - ruso. Muchas vidas se han cruzado durante tantos siglos. Ciudades como San Petersburgo y Moscú tuvieron sus barriadas habitadas por población Nemeç, "mudos" o "forasteros", como se llamaban los alemanes inmigrantes desde siglos atrás; y eso es su nombre hasta hoy. No llevan nombres como españoles o franceses, son simplemente forasteros "mudos" por no hablar con naturalidad el idioma local eslavo. Además eran cristianos de otro color, protestante o católico romano. También formaron islas de repoblación, donde su número alcanzó varios millones. Duraron hasta la invasión nazi, cuando Stalin ordenó su deportación a Siberia. De allí en permanente goteo los sobrevivientes regresan al país de sus antepasados, a Alemania. No pudieron reiniciar esa vida autónoma iniciada siglos atrás por iniciativa de Catalina La Grande, zarina y una dama alemana.
Esa coexistencia fue fértil y provechosa, pero problemática y conflictiva. Existían el aprecio, la admiración, pero también el menosprecio, la rivalidad entre estas etnias. Y todos sabemos, cuánta violencia ha cruzado nuestro camino.
Sin embargo, dos guerras vivas y una guerra fría, los millones de muertos y los crímenes cometidos sin fin, no acabaron con esta relación especial que tiene su reflejo en los versos citados. Todo encuentro arrastra una larga cola atrás, nos perdonamos, pero nunca olvidaremos. ¡Basta!

Confieso que me siento harto de la discusión infinita y poco relevante sobre las medidas actuales en política por el presidente ruso Putin.
Recomiendo prudencia y también respeto hacia un vecino tan importante nuestro que es Rusia. Con ella y no con Putin Alemania tiene una larga historia sentimental en común, y lleva una responsabilidad ante el juicio de la historia. No somos llamados a exportar nuestro sistema político y nuestro modo de ser a un vecino que es autónomo, independiente y muy celoso de su manera de vivir y organizar sus asuntos.
Los conflictos, también el de Ucrania, tienen varias caras, según cómo se miran, y cuáles son los intereses abiertos y secretos respectivos. ¡Dejemos de imponernos como "maestros" del mundo!
Eso no es mi tema.
Pero seguro estoy que la soberbia nunca fue pacificadora, y a los rusos hay que escucharlos, aunque nos llamen "mudos" a los alemanes y en su voz popular todos somos "fritz", dicho con tono entre simpatía e irónica tolerancia; y si a alguien escuchan, entonces es a un "fritz" - actualmente se llama Angela.

friedrichmanfredpeter diciembre14

1 Publicado en FAZ - 1 de diciembre 2014.

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