miércoles, 13 de noviembre de 2013

Claus Von Stauffenberg und das Geheime Deutschland – y la Secreta Alemania

El círculo del poeta Stefan George marcó la vida de muchos jóvenes en la postguerra, después de 1918.
Año de millones de muertos y mutilados, año de hambre y de pobreza, año de la derrota militar de las potencias centroeuropeas ante la superioridad angloamericana, año del comienzo de la reorganización casi total del orden político y territorial de la zona.
Año de insatisfacción y de gran resentimiento de los vencidos, que no quieren aceptar la derrota, no digieren las consecuencias; se sienten engañados: esta no era la paz, merecida a cuenta de millones de muertos.
La sombra del triunfo en Versailles amenazó la estabilidad del continente, y tal vez da colazos hasta hoy. Alemania que pagó una última cuota por reparaciones el año pasado, perdió gran parte de su territorio histórico. Hungría todavía vive entre húngaros, que ahora son minorías de naciones vecinas, naciones que antes no existían, pero cuentan entre vencedores. Y la República Checa aun no sabe a qué reglas seguir viviendo: ¿a las suyas? - inhabitables- o a las de Viena, con las que convivió durante mil años. Pero Viena perdió, y una de las potencias europeas quedó reducido a miniestado. ¡Basta con tanta justicia y autodeterminación! dijeron muchos.

En fin, ser joven en estos años, los años veinte, era una gran aventura. Nada de nuevo en el oeste, el reloj que contaba los muertos se paró. El último muerto fue un voluntario de dieciseis años. ¿Qué hacemos ahora? preguntaron muchos. La confusión era total, las perspectivas sombrías. ¿Nos dejarán sobrevivir?
Y--- ¿Cuándo vendrá la segunda parte, el segundo tiempo de esta guerra inacabada o mal acabada? -- ha de venir.

Este era el sentimiento general entre los vencidos de Europa y además inculpados y descartados para más.
Y siendo quien se llamaba Claus von Stauffenberg, demasiado joven para morir en Verdun, hijo de noble del sudoeste alemán, pequeño aristócrata local, ¿qué haría ahora?
Tan cerca de la sede de los Hohenstauffen, emperadores mesiánicos del inolvidado imperio medieval.

–Viajero, si pasas por la Selva Negra ¡deténte  a pensar en eso! Eso no sólo son árboles sobre pintorescas colinas–

Y cuando un Stauffenberg se decide por el uniforme, y mal pagado, sabía lo que hacía: Eso no era para desfilar, sino para más cosas. Secretas.
Y eso ocurrió, cuando del "tío del bigotito aun no se habló".
Pero se hablaba de Stefan George en los círculos intelectuales, entre los que leen y discuten sobre poesía, filosofía y política también, entre los que estudian y están disconformes con lo que hay:
"Alemania debe renacer, será diferente, será otra. Y sin embargo, idéntica a si misma, a su misión, su función y a su dimensión histórica heredada." Todos estuvieron de acuerdo:
"Das Neue Deutschland soll es sein!" y por prudencia y necesidad ha de ser "geheim" - secreta. Nació el lema, esotérico, juvenil, inmaduro naturalmente: "Das Geheime Deutschland".
Una organización a nivel de Gymnasium se extendió y renació después de la Segunda Guerra. Se llamaba "Bund Neu Deutschland" o simplemente Bund o ND.  Yo fui uno de ellos.

"Geheim", en extremo secretas se mantuvieron también las actividades del nuevo gobierno en Berlín, demócratas de Weimar:
la colaboración clandestina con la Unión Soviética, la de Lenin y de Stalin posteriormente.
¿Dónde y cómo?
Hay secretos que todos saben, pero que nadie comenta. Y eso comenzó con el apoyo que recibió la Revolución Soviética por los miliares alemanes. Los revolucionarios firmarán el armisticio  y las tropas alemanes estarían todas disponibles en el oeste, este fue el cálculo-- equivocado. No contaron con los enemigos americanos, sanos, frescos, ricos -- y perdieron.
Y siguió con el reconocimiento oficial de la Unión Soviética por Alemania, el intercambio de embajadores. Acto solitario.

Y ahora, a pesar de las diferencias, comenzó una colaboración entre vencidos, económica, técnica y militar. Una especie de Internacional de los necesitados. El recien fundado partido comunista alemán KPD se alegró, era el mayor en occidente y muy superior al pequeño grupo nazi, recien fundado en Munich, y que le había declarado la guerra por ser su rival.
"Geheim" -secretas- tuvieron que ser estas negociaciones, los intercambios técnicos y militares, producción de armamento, lo más moderno, no en Alemania, en Rusia estalinista.  Tanques, aviones, hasta el gas tóxico para uso militar, en la lejanía de Rusia se fabricaron con ingeniería alemana. Y los militares llegaron a conocerse muy de cerca, practicando maniobras comunes. Todo eso obedeció a un razonamiento maquiavélico. No se querían, pero se necesitaban, el uno al otro.

Todo se hizo fuera del control de los vencedores. Stauffenberg, joven teniente,  y sus camaradas supieron eso, participaron y practicaron esa unión con el Ejército Rojo.
"¿No fuimos aliados siempre, desde 1812 con Clausewitz y Yorck? Juntos vencimos a Napoleón." Así se hablaba en las cantinas del Reichswehr, que siempre mantuvo escondidas sus reservas, algunas en Rusia.

Desde esta perspectiva, lo más inverosímil no era la guerra, otra nueva después de la inconclusa. Pendiente estuvo la revancha.
Lo que realmente nadie esperaba, eso era el nazismo. El triunfo de esta ideología totalitaria, romántica e irreal, no se pudo prever, y nadie la hubiese tomado por posible sólo un par de años antes. Nadie bienpensante creía en esa opción.  Ese barbarismo materializado lo había preparado la dureza de la "Grande Guerre", como dicen los franceses. Esta fue el campo de experimentos inhumanos. No es casualidad que el  jefe nazi había sido un soldado raso común sin virtudes apreciables. Un don Nadie, con la escuela de un parado indigente y topo de las trincheras  como academia docente.
"Das Geheime Deutschland" no era esa. Su colaboración con esa aventura en un principio está comprobada e imperdonable, pero era el resultado de una malentendido. Hitler no fue patriota nunca, sacrificó a Alemania sobre el altar de sus perversiones morales e ahistóricas.
Cuando Claus Von Stauffenberg le puso la bomba el día veinte de julio de 1944, tal vez sabía que eso sería inútil. Ya era tarde, a Alemania ya nadie la podía salvar, de la destrucción, de la derrota merecida.
Pero salvó a nuestro honor, a los sobrevivientes como yo, o a los que nacieron desués.
Recibió la gracia del pelotón, no como los tantos más que fueron ahorcados. Sus últimas palabras han sido según los testigos:
"¡Es lebe das Geheime Deutschland!"- ¡Viva la Secreta Alemania!
Y yo quiero imaginarme que alguien haya constestado con la debida respuesta ante estas palabras:
¡Viva!

friedrichmp  noviembre de 2013

Nota: Desde nuestra actual perspectiva aquello tiene un aire de historia pasada, de errores y heroismos caducados. Es cierto.
Claus Von Stauffenberg no sirve como héroe en un ambiente poblado por ONGs.
Para renacer, Alemania ha tenido que caer en la derrota total. De ahí surgió de nuevo, tan distante de esta Alemania Secreta, proyecto humanista cargado de romanticismo e idealismo. Inmadurez política juvenil.
Alemania es europea y no persigue un camino de autoproyección en los demás. Eso se acabó.
Sin embargo, observo la permanencia de un grado de desconfianza inexplicable: -- ¡vean los sucesos actuales!
Se nos observa y se nos espía - ahora lo sabemos - con mucha atención. Del todo nunca seremos el amigo, sino un crucigrama complicado. Y así será.

fmp

No hay comentarios:

Publicar un comentario