–Si hubiera
nacido veinte años antes, habría sido soldado, sargento, tal vez general a los
treinta años de edad; ahora me toca vestir sotana para ser vicario. He
reconocido el uniforme de mi siglo –
dice Julien en
<<le Rouge et le Noir>>, novela escrita por Henri Beyle de
Stendhal, con el subtítulo <<una crónica del siglo XIX>>
Rojo o Negro ha
de ser, quien quiere salir de la masa anónima; vestirá el uniforme del siglo,
el rojo de la revolución o el negro de la reacción. Julien, hijo de pobre, en el
medio gobernado por los ricos aristócratas durante la restauración después de
Napoleón, sabe lo que le conviene: vestir de negro para cubrir sus deseos de color rojo.
Julien tiene el vicio de pensar y goza de ideas propias. Eso no conviene en un medio donde los tontos mandan, ellos han tenido la suerte de nacer aristócratas o de ser ricos.
Julien tiene el vicio de pensar y goza de ideas propias. Eso no conviene en un medio donde los tontos mandan, ellos han tenido la suerte de nacer aristócratas o de ser ricos.
Y estos, en el
fondo no se fían de él:
–Si hay
revolución, este nos cortará las cabezas, dicen por detrás de él, cuando Julien
pasa vestido con su elegante sotana.
Julien no sólo
es un hipócrita, oportunista en un mundo que odia, es un hombre profundamente
inseguro de sus actos reales. Aprendió de memoria el Nuevo Testamento.
–Abra la biblia, lea tres palabras, y yo recitaré
en continuación toda la página de memoria – dice Julien en reunión social. Y
hecho así, todos atónitos, aplausos, gritos:
– ¡fenomenal,
increible!
Desde luego en
latín y no en francés, lengua manchada por los odiados jacobinos increyentes.
Y Julien posee
otra virtud, se acuesta con damas importantes de la sociedad. Madame de Rênal,
por ejemplo, desde que conoce a Julien, ya no se aburre. Pero Julien no
conquista, es conquistado.
Leyendo crónicas actuales, me topé con la opinión
del periodista Jacques Attali, quien dice, que todos los franceses aman la
revolución con locura, pero temen el cambio de sus hábitos diarios. Para
gobernarlos hay que saber esto.
Predicar la
revolución sin cambiar nada, es éxito seguro. El rojo y el negro todavía tiene
vigencia. Se piensa en rojo cuando se vive de negro.
El político que
pretende cambiar la realidad, crear una Francia diferente de sus tradiciones,
hábitos y costumbres tendrá el fracaso seguro. ¡Tome nota monsieur Sarkosy.
El solitario
paseo de Mitterand, recien elegido presidente, con la rosa roja en el puño
izquierdo, conmovió y convenció a muchos hasta las lágrimas. Y monsieur
Hollande lo imitó con éxito. Es un gesto tan bonito, muy francés.
Pero, ¡cuídese
de cambiar lo que el interés y la costumbre mandan, presidente! Los negros
intereses predominan y derriten las rojas fantasías, que se queden fantasías.
La actualidad
está marcada por profundos cambios en el sistema social. La clase media
francesa se desmorona, rápidamente, entre crisis económica provocada por la
globalización, aumento de impuestos a un nivel intolerable, para
que el estado pueda hacer frente a la crecida demanda de ayuda social que
reciben más de la mitad de la población, que sin esta se hundiría en la
pobreza. El estado, centro de actividad política y económica de la nación- el
modelo clásico francés- ve corroida su capacidad de garantizar el bienestar de
los franceses.
¿Significa eso,
el final de la vigencia del modelo francés, que es connivencia entre rojo y negro?
Eso parece. La
erosión de la clase media, el rápido aumento del número de insolventes que
necesitan ayuda social, y la huida de famosos y ricos de la persecusión fiscal
a otros continentes; todo eso son señales dramáticos de creciente malestar. El
Julien de actualidad no busca disfrazarse de negro para tapar su ilusión roja. Su
proyecto es la emigración. Cada vez más de los jóvenes activos se van.
Sin embargo,
Francia sigue siendo objetivo principal de los desesperados de medio mundo,
cuando se muestra incapaz de resolver los problemas sociales de su propia casa.
Crece un
ambiente de triste resignación, el rojo
y el negro de la tradición pierden color, ceden al gris; y Francia, la que no
quiso cambiar, está cambiando. El eco lejano de la revolución suena debil y
descolorido.
<<Allons
enfants de la Patrie!>> - Europa está esperando innovación.
friedrichmanfredpeter 20
de ago. de 13
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