Este proyecto fantástico y fuera de toda realidad, fue presentado y defendido por sus autores, nada menos como una recreación de Las Vegas en Europa. Cinco años hace que esto sucedió y ya nadie parece acordarse de ello. Algunas pancartas olvidadas en lugares remotos cuentan de lo que ha sido poco antes de la crisis económica el delirio colectivo de España. Nada raro, en el país de Don Quijote, dirá el observador extranjero, habituado a ver toda clase de excesos de una crecida irracional desenfrenada, sembrando paisajes con monumentales aereopuertos sin aviones y trenes de alta velocidad sin pasajeros.
Todo eso ha sido normal una vez no hace muchos años atrás.
Proyectos de ocio y turismo prevalecían sobre inversiones en la infraestructura del sector productivo, causa principal del paro secular.
Y esta región, seca, triste y desolada participó en el sueño colectivo nacional en la espera del gran suceso, de un milagro, el pelotazo.
Y después de la gran decepción, lo inesperado – en este caso ocurrió -, porque proyectos tan locos como el Gran Scala no pasaron inadvertidos por Fortuna, diosa local romana que normalmente se pasa los siglos durmiendo. Sin embargo, esta vez:
¡Oh, Fortuna, no abandonaste del todo a los tuyos! ¡Tantos votos te despertaron!
Rumor de treinta y dos casinos hacían retumbar el Olimpo y Fortuna hizo lo suyo: Tocó el gordo de la lotería en la pobre comarca de Monegros y un riego de dinero cayó sobre la enpobrecida región que se quedó sin Gran Escala. Pobre consuelo, digo yo,
friedrichmanfredpeter 1 de abril de 2012
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[1] Datos cogidos de FAZ, 31 de marzo de 2012.
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