dice el proverbio
romano sobre un compromiso que nunca se cumplirá. En el calendario griego
antiguo no existían las calendas romanas y por eso era imposible que ocurriese
lo que había sido prometido, convenido y esperado. En alemán sería – der
Nimmerleins Tag – El día de nunca llegar –.
Los idiomas se hacen
eco de una experiencia vital común: existen compromisos que nunca se cumplirán.
Que los romanos hayan escogido el ejemplo griego para decirlo, es una irónica coincidencia
histórica con nuestra actualidad. Si los griegos hablasen latín, lo que rara
vez sucedió según la experiencia romana, entonces cumplirían sus compromisos,
un hecho que parecía, según este dicho romano, no lo solían hacer. Topamos con
un clásico prejuicio, en este caso romano, sobre el proverbial incumplimiento
de compromisos firmados.