Entre los meses mayo y junio de 1933 en Alemania fueron quemados
decenas de miles de libros cuyo contenido
fue considerado “antialemán”. La iniciativa de esa acción vandálica
provenía de una organización estudiantil nazi, y las autoridades públicas la
protegieron. Dos meses antes, Hitler había sido nombrado canciller. En más de
veinte ciudades alemanas ardieron hogueras en plazas públicas. Las bibliotecas
privadas y públicas debieron ser “purgadas” de toda huella contraria al
espíritu que el nuevo régimen quería imponer a la nación. La más famosa de las
quemas públicas se organizó en la céntrica Plaza de la Ópera en Berlín,
justamente delante de la fachada de la universidad que hoy lleva el ilustre nombre de Humboldt. Acto simbólico
para renegar y anular la tradición humanista para reemplazarla por la barbarie
moderna - el Nacionalsocialismo.
Uno de los autores que sufrió la quema de libros fue Ernst Toller, quien bajo la impresión de esos espectáculos decidió abandonar Alemania, emigró a EEUU, donde en 1939 en un hotelucho de Nueva York se suicidó a la edad de 46 años. Dejó un manifiesto atrás que es digno de recordar:
Uno de los autores que sufrió la quema de libros fue Ernst Toller, quien bajo la impresión de esos espectáculos decidió abandonar Alemania, emigró a EEUU, donde en 1939 en un hotelucho de Nueva York se suicidó a la edad de 46 años. Dejó un manifiesto atrás que es digno de recordar:
“Eso es el triunfo de la barbarie, de nacionalismo y
odio racial, de venerar el estado como a un dios y que ciega los ojos, todos
los sentidos y los corazones. Muchos hemos advertido contra eso, lo que va
venir, pero nuestras voces se perdieron. Esa es nuestra culpa, nuestra mayor
culpa.
El pueblo espera la salvación de falsos profetas y
no de la propia labor, del propio saber y de la propia responsabilidad. Se
alegra por las cadenas que bajo mando de los dictadores se impuso a si mismo.
Por un plato de lentejas vende su libertad y sacrifica la razón.
El pueblo se hartó de razonar, cansado está de
pensar y reflexionar y se pregunta: ¿Qué nos ha dado el razonar durante estos
años, a qué nos servían conocer y saber?
Por eso, ahora hace caso de los que desprecian el
espíritu y está convencido que la razón
paraliza la voluntad, corroe el alma, destruye el fundamento social y causa la
miseria social y privada.
Pero la razón nunca gobernó los hechos, fue
irracional lo que ha provocado los desastres y que hundió Alemania y toda
Europa. Por eso en todas partes cunde la misma locura: un hombre ha de venir,
el Führer, el César, el Mesías político para hacer milagros. Vendrá quien se
responsabilizará del futuro, se haga dueño de todas las vidas, eliminando el
miedo quitará la pobreza y creará una nueva era, un Reich repleto de delicias.
Su misión será casi sobrenatural, acabará con el viejo y débil Adán, hará
que nazca un hombre nuevo.
Y por eso en todo lugar ese loco deseo de encontrar
a los culpables, a los responsables del pasado desastre para inculparlos de
errores y delitos propios.
En los tiempos antiguos fue sacrificado el chivo
expiatorio, y hoy, en el lugar de animales, serán los hombres, considerados
enemigos y llevados al sacrificio.
Las consecuencias son terribles, el pueblo aprende a
seguir a sus instintos más bajos, al gusto por la violencia guerrera. Valores
del espíritu y de la moral crecidos durante milenios, elaborados por medio de
esfuerzos y sacrificios y ahora los gobernantes los entregan a la burla y al
odio.
Libertad y humanidad, fraternidad y justicia,
tiradas a la basura.
¡Tú aprende
el hábito del bárbaro!, tirar, pinchar, robar, oprimir el débil,
¡elimínalo sin compasión! No olvides que naciste para la venganza, para vengar
todas las ofensas pasadas, presentes y futuras. Tú eres el héroe, desprecia la
vida pacífica porque tu felicidad es la guerra. ---- “
--- Escrito el día de la quema de mis libros en
Alemania.---
¿Quién ha sido
Ernst Toller, el autor de este texto visionario?
Me limitaré a
destacar dos hechos:
-En el año
1914, siendo estudiante de derecho de la universidad de Grenoble, Francia,
regresó a Alemania para entrar como voluntario a un batallón de infantería de
Baviera. Avanzó a teniente en el frente contra Francia, herido y enfermo de
gravedad fue despedido dos años después a la vida civil. El purgatorio de esta
guerra le había transformado en pacifista. Y por eso
-tomó parte
activa en la revolución de 1918 que puso final a la monarquía. Alemania y sus
aliados habían perdido la guerra y en todas partes se establecieron gobiernos
revolucionarios regionales. Ernst Toller formó parte del gobierno socialista
revolucionario en Múnich, Baviera. Un golpe militar acabó este episodio y
Toller fue condenado a cuatro años de cárcel.[1]
Muchos miembros
de este gobierno revolucionario fueron
fusilados sin proceso por la tropa reaccionaria.
Su muerte en
Nueva York, como escritor, privado de todo recurso económico y ausente de su
principal bien, la lengua alemana, recuerda el suicidio de Stefan Zweig en el
exilio en Brasil.
¿Escritores
alemanes que murieron para que otra Alemania viviera?
Para mí, Ernst
Toller siempre será vivo como autor de este manifiesto y del libro “ Eine
Jugend in Deutschland” – una juventud en Alemania. Muchas personas de mi
generación, los que nacimos después, ahí aun nos podemos ver retratados.
friedrichmanfredpeter 17 de diciembre de 2011
[1] Su condena a reclusión por rebelión era justificada por leyes
básicas del régimen anterior, ya desaparecido.
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