¿Qué hay
de verdad en la tesis del autor Santiago Camacho?
Innegablemente
toda persona con cargo importante durante los turbulentos años que precedieron
al gobierno nazi es responsable, y -claro está -comparte esta responsabilidad
con numerosas personas más y factores que son ajenos a la voluntad de los
individuos.
¿ Cuál es
la responsabilidad de Pío XII?
El texto
destaca en un principio la firme oposición del elemento católico en la sociedad
alemana durante los años del auge del nazismo contra esta ideología antihumana
y anticristiana. Describe la importancia que desde su fundación en la era de
Bismarck tenía el partido político del Zentrum, partido político de los
católicos alemanes y núcleo fundador del actual partido de la CDU. Según
Camacho, debido a la manipulación del nuncio Pacelli habría abandonado esta
oposición para juntarse a las demás
fracciones no socialdemocráticas del Reichstag y otorgar al gobierno poderes
absolutos a través del “Ermächtigungsgesatz“ ( ley que otorga legislación y
ejecución al gobierno mismo) del 24 de marzo de 1933. Esta ley, según la
intervención de Goebbels en esta misma sesión, “ la hemos pedido al parlamento
cuando nos la podíamos haber tomado nosotros solos, el poder ya era nuestro,
pero ahora es legal.“
Los
diputados no nazis aún presentes en esta farsa de asamblea parlamentaria
votaron un proyecto que en la realidad ya existía. El escenario era la sala de
la ópera Kroll, un establecimiento de ópera cómica ( muy diciente ). El
edificio del Reichstag era una ruina debido al incendio que lo había devorado.
Sólo los socialdemácratas votaron en contra. Los comunistas estaban excluidos,
la mayoría detenidos.
Persiste y
se lee en los colegios de bachillerato en Alemania el discurso del socialista
Wells presentado en esa ocasión, “el poder no otorga el derecho, las ideas
persistirán“.
Y la
respuesta de Hitler, “ese voto suyo, ni lo quiero“.
La voz y
la acción de Pacelli en realidad no pudo ser decisiva, cuando recomendaba votar
sí al Zentrum. Los dados ya estaban
echados.
El
fundamento del poder de Hitler era el artículo 48 de la constitución de Weimar
que entregaba poder dictatorial al presidente de la república cuando en el
parlamento no se encontraba mayoría para constituir un gobierno legal.
Sin
embargo, ¿por qué buscaba Pacelli el entendimiento con el gobierno nazi? ¿Sabía
que toda oposición ya era inútil y perjudicial para los intereses de los
católicos?
El
concordato que en la continuidad se firmó efectivamente - sobre el papel - disponía ciertas
garantías.
Camacho
destaca el pago de los impuestos a la iglesia y lo menciona como una novedad.
Eso no es
cierto. Desde la “Paz de Westfalia“ en 1648 los estados federados alemanes se
comprometieron no intervenir en los asuntos confesionales, lo que había sido
una de las principales causas de la Guerra de los Treinta Años. Por eso,
procurarán la subsistencia material de las confesiones, católica y protestante.
Eso lo respetó la constitución de la República de Weimar y Hitler no hizo más
que confirmarlo de nuevo en el mencionado concordato para pacificar las
tensiones con los católicos. Hoy estas mismas reglas son vigentes y todo
cristiano, católico o potestante o judío paga entre el 8 y 10 % del impuesto
sobre la renta como impuesto confesional.
Lo mismo
harían los musulmanes si este trámite hasta hoy no fuera tan difícil.
Alrededor
de 35% de la población no lo paga porque decidieron no pertenecer a ninguna
confesión.
Camacho en
este capítulo falsifica la realidad al sugerir que en Alemania actualmente se
paga el impuesto a la iglesia porque ha sido negociado con los nazi.
Esa
conclusión no es digna de un historiador, es demagogia porque sugiere que el
papa ha sido comprado por Hitler al cambio de apoyar su canidatura y política.
Para
cuantificar la corresponsabilidad católica en la toma de poder del régimen nazi
hay que hacer algunas observaciones:
1. Existía
una innegable compenetración del alto clero con la esfera social pudiente y esa
lentamente se iba inclinando hacia la solución que finalmente motivó al
presidente Hindenburg de arriesgarse con el sospechoso cabo primera austriaco y
le entregó poder y gobierno. Aquel aventurero, don nadie, pretendía reunir las
fuerzas tradicionales, solucionar la crisis institucional y sacar el pais del
caos y de la recesión. Aquello se llamaría revolución, pero industriales oyeron
“negocios“, militares “rearmamento“
y los monárquicos percibían
“autoridad“.
Los muy poquitos que tenían el oido más fino
entendían que se trataba de otra cosa, una bestia alocada devoraría a Alemania
y a sus vecinos. Pero estos eran a veces personas muy sencillas sin estudios ni
carreras. Pero tuvieron un “olfato“ muy seguro.
En general, dentro y fuera de Alemania, se admiraba este nuevo gobierno de “concentración nacional y socialista“,
nazi.
2. Y hasta
este momento el mundo sólo tenía conocimiento de crímenes masificados en la Unión de los Soviets. Allí se había
desencadenado una persecución religiosa sin precedentes con miles de curas
asesinados e iglesias destruidas. A los comunistas se les temía, no a los nazi.
No sólo así lo manifestaba la iglesia de Roma, también el gobierno inglés
estuvo indeciso durante mucho tiempo si tomaba Stalin o Hitler por el lobo
peor. Dejar que Hitler formara baluarte antisoviético convenía a muchos y estuvo
detrás de los “triunfos“ de Hitler en política exterior: ocupación de Austria,
invasión de Checoslovaquia. La imagen del nazismo seguía “pacificadora“ y lo
dejaron hacer hasta el pacto entre los dos ogros: Stalin e Hitler unidos. Eso
era el hecho realmente intolerable, el casus belli.
Y Pacelli,
mientras tanto papa en Roma, no saldría del asombro como todo el Occcidente.
Además, no olvidemos el impacto que produjo la guerra civil española en Europa
y la perspectiva para los demás de tener una nación anticlerical y anticatólica
en la retaguardia.
3. En esa
constelación de las cosas, es Inglaterra y el gobierno de Churchill quien
decide matar al lobo más cercano amenazante y solucionar de una vez el problema
alemán que tanto dolor de cabeza había causado en el concierto internacional
desde la creación del Reich “segundo“ bajo Bismarck.
Vencer
para desunir lo unificado, eliminar de una vez el rival continental aunque sea
con la ayuda imprescindible del otro lobo, el soviético, pero más alejado y
menos amenazante.
La alocada
carrera nazi contra Rusia y el desprestigio mundial del régimen de Hitler por
sus crímenes en el mundo, convenían. No se trataba solamente de eliminar el
nazismo, liberar a los alemanes de su dictador y salvar Europa de la barbarie.
Había que reorganizar el mapa político de Europa y eso, sin el poderío alemán,
el cual debía ser mermado notablemente: reducción territorial e industrial,
desmilitarización definitiva, eliminación de Prusia como estado central. Por
eso sólo se aceptará la rendición incondicional, ninguna victoria a medias como
en 1918, esta vez debería ser total y definitiva, decidido así en Casablanca y
cuando el poderío alemán se encontraba en su apoteosis.
Por eso,
cuando la oficialidad prusiana, una vez más, buscaba contacto con los aliados
para negociar una paz sin Hitler, sólo escuchaban el no definitivo. Pues, el problema no era sólo Hitler, eran los
alemanes. A pesar de eso numerosos atentados contra Hitler se planificaron y se
ejecutaron, sin éxito.
¿Y la
iglesia católica?
Un
elemento menor en este torbellino de las cosas. ¿Sabía el papa la dimensión de
los crímenes nazi? Lo sabía. ¿Por qué no actuaba?
El
vaticano hoy manifiesta que sí actuaba, pero evitaba la confrontación en
público con el poder nazi omnipresente en la Italia fascista y ocupada. No
quiso romper un convenio que hasta entonces había protegido a los católicos
alemanes de base.
4. ¿Qué
hicieron y cómo se comportaban estos?
Camacho
dice que Hitler era católico. Innegablemente esta persona como tantos nazi más
se había criado en el ambiente pintado de catolicismo de Austria.
Con
frecuencia esa experiencia religiosa se limitaba al compartir ciertos rituales
folclóricos. La imagen de Dios que contienen las palabras de Hitler forma un
tema aparte. Rara vez sobrepasa los clichés como “el todopoderoso ahí en lo
alto“ o más nebuloso aun, “ la providencia“ ( die Vorsehung ). De eso no se
puede sacar la conclusión de que se trate de una mente cristiana. La voz que sacudía de fondo el escenario
ideológico cultural alemán no había llegado hasta su entorno alpino. La voz
de Lutero había quedado históricamente
fuera, cuyo mérito era precisamente la profundización de la imagen de Dios, una
mayor espiritualidad. Y eso para protestantes y católicos a la vez.
De Austria
había partido la contrarreforma, en Austria se veía concentrada la masa de
conflictos interétnicos que inspiraban al joven Adolfo a tomar posición entre
los más radicales antisemitas.
5.¿Y los católicos alemanes, qué hicieron?
En su gran
masa colaboraban con el nuevo régimen, ya que su partido político, el Zentrum,
había sido eliminado. La colaboración fue tácita y con reservas y nunca llegaba
al grado de identificación que exibía la iglesia protestante oficial. Basta
mirar los resultados de las elecciones, inclusive las controladas por el
régimen, para darnos cuenta que la Alemania católica no ha votado masivamente
por Hitler. Pero se colaboró y esta colaboración de cristianos con la
organización nazi provocó la fundación de una iglesia protestante alternativa
en la clandestinidad “die bekennende Kirche“ - la iglesia confesante.
Y había
numerosos cristianos de ambas confesiones que sufrieron el martirio por
oponerse al régimen totalitario:
Conocidos
son, el padre jesuita Delp y el pastor Bonhoefer, como ejemplos de muchos otros, o el grupo de jóvenes alrededor
de los hermanos Scholl en Munich, “die weiße Rose“ - la rosa blanca.
Y no han
faltado obispos como el de Münster, von Gahlen, o el cardenal Frings de
Colonia. Frings solía dedicar un saludo irónico a los hombres de la Gestapo
allí siempre presentes. Pero sus homilías antinazi llenaban las iglesias.
Lo que los
nazi eran capaces de hacer se veía en los paises ocupados del Este. Aquí no
tenían que temer repercusiones negativas y se desencadenó la persecución más
despiadada contra sacerdotes y obispos polacos que después de los judíos
fueron los más perseguidos y liquidados
en masa. En el Reich, en Alemania reinaba una especie de armisticio y a todos
les pareció que fuera postergada lo que algún día tenía que venir. La prensa y
los medios controlados por el régimen preparaban el terreno y el odio contra la
religión era obvio y palpable.
Puedo
contribuir un episodio personal.
Mi pueblo
natal en la cercanía de Frankfurt era casi por completo poblado por protestantes.
Los pocos católicos que éramos, tuvimos que ir caminando al pueblito vecino
donde existía una capilla del culto católico. Yo siendo un niño iba acompañado
por mi abuelo materno y a veces también por los trabajadores forzados polacos
presentes que eran católicos como nosotros. Mi padre ya no estaba, era soldado
como casi todos los hombres alemanes jóvenes. Debido al concordato teníamos el
derecho de celebrar la fiesta del Corpus Christi. Esto se hizo de forma muy
reducida porque el grupo de personas que se atrevían a participar era pequeño.
Pero iba una banda de músicos y el sacerdote llevaba la custodia en ambas
manos.
Iba junto
a mi abuelo cuando nos encontrábamos con una grupo de SA uniformados que nos
saludaban con gestos obscenos riéndose de nosotros. Cuando uno de ellos sacó
una máquina de fotografiar y acercándose no paraba de disparar, mi abuelo me
agarraba y me dijo-lo recuerdo porque me impactó - “ cuando terminen con los
judíos comenzarán con nosotros“.
Bueno,
hasta eso no llegaron porque antes perdimos la querra, la perdimos todos los
alemanes, los nazi, los católicos, los protestantes y naturalmente todas las
innumerables víctimas judíos y europeos todos. Todos perdimos y nadie ganó.
Y
contrario a lo que se esperaba para Alemania había un futuro y los que
sobrevivimos no podemos quejarnos, pues el destino nos ha tratado bien, mejor
de lo que nos merecíamos.
¿Y Pío XII
en la lejana Roma?
Ya en los
años sesenta el dramático suizo Hochhut redactó su obra teatral “Der
Stellvertreter“ - el vicario. La obra tematiza la figura de Pío XII haciéndole
responsable de no intervenir en los crímenes nazi y corresponsable del auge del
poder nazi en la sociedad y en la política. Es nada nuevo lo que “revela“
Camacho.
Hubo
numerosos católicos que sufrieron el martirio en la época nazi. Todos ellos
eran iglesia. La historia de nuestra iglesia comenzó con el martirio de su
fundador y el del primer obispo de Roma.
¿Podríamos
hoy imaginarnos un papa mártir de los nazi?
Sí, creo
nos lo podemos imaginar. Pero bien, eso no se le puede exigir a nadie y menos
cuando actualmente estamos sentados en un sillón cómodo y dedicados a lo que
nos gusta y manifestando opiniones las que queramos. Nadie nos amenaza y
pretende quitarnos la vida.
Tire la
primera piedra el que se encuentra autorizado moralmente para ello.
¿Serán
estos los señores Hochhut y recientemente el señor Camacho los primeros?
Bueno,
del señor Camacho exigiría yo como humilde “compañero“, quien también se
equivoca a menudo, que rectifique errores, que sea más objetivo y no se deje
arrastrar por el anticlericalismo visceral de moda.
Manfred
Peter
07.06.2008
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