“Con Roma nació el poder cosmopolita. Este es el sistema que reúne en sí todo lo que durante la era antigua se había constituido formando así un orden social generalizado. De esta manera se suspendieron los límites tradicionales de etnias y pueblos; este principio romano está vigente para la humanidad entera, contrario al bello individualismo heleno (griego). En un solo término dicho, es la idea del ‘Imperio’ o del ‘Reich’ la que se hizo modelo mundial y logró dominar la historia del mundo occidental hasta en época reciente. Este poder y su duración solamente son comparables con la iglesia católica que no es más que la forma religiosa visible de la idea imperial de la antigua Roma.”
Escribe Ferdinand Gregorovius en “Geschichte der Stadt Rom” – historia de la ciudad de Roma – ed. Dresden 1926.
SenatusPopulusQueRomanus
Los europeos que actualmente buscamos una idea o un ideal para realizar nuestro sueños de unificar lo dividido, de eliminar conflictos eternos y erradicarlos en el futuro, no podemos ignorar que esa ‘unión’ ya había existido durante milenios y la recaída en el nacionalismo y la confrontación corresponde a tiempos relativamente recientes. Los gritos ‘pro – patria’ también sacudieron a la antigua Roma, pero la sabia construcción deSPQR sobrevivió a crisis, que a veces rozó la catástrofe.
Roma resistió, con emperadores y papas a veces con el pie tambaleante cercano del abismo. Su fuerza era la enorme capacidad de integración de lo que parecía no integrable; el cosmopolitismo venció lo que parecía invencible. Así se lograba aún cuando tuvieran que ceder los emperadores para dar acceso a los papas y con ellos cayeron los dioses para abrir el camino a los santos.
La ‘Pax Romana’nunca fue gratis, siempre costaba esfuerzos, saqueos, traiciones y muertes. La historia relata los crímenes, pero ignora los que evitó. Las fronteras de Roma, su inmensa extensión nunca fueron herméticamente cerradas. La alternativa al cosmopolitismo habría sido la limitación, el encerramiento... ¡una muralla. Esa existía, pero su carácter era simbólico.
El pueblo que se formaba detrás provenía de múltiples etnias y era Roma la que se dejaba defender por los que habían sido sus enemigos. El gesto oficial, un sacrificio a ‘Júpiter Máximus’ no debería molestar a nadie, eso pensaban quienes habían entronizado la duda por encima de los dioses. Al final perdieron los que preferían la práctica a la teología divina. Y Roma, vuelta católica, también sobrevivió con sus cardenales en vez del senado.
Ojalá que los europeos actuales se acuerden de eso, no pasen por alto una lección que la historia nos tiene preparada: Europa podría ser la actual Roma, constituida por senado de elección democrática y presidida por ‘césares’ modernos de ambos sexos que conduzcan sus bicicletas con túnicas ligeras, y que no pregunten a cada rato: “Quién eres tú, de dónde vienes?”
“Soy romano, igual que tú, amigo mío”, contestaría yo.
friedrichmanfred y anavictoria junio de 2019
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