jueves, 25 de abril de 2019

Esencias del Escritor




<<Yo recuerdo unas palabras de Goethe que me absorbieran hace algunos años; en ellas afirma que solamente se debería escribir sobre aquello de lo no se supiera mucho. Muchas personas no entenderán esa confesión, aviso de felicidad y de infelicidad; pero describe simplemente lo que es real: la fantasía solamente está activa a media oscuridad. Existe el pensamiento que crea verdad, claro como una máquina de coser al clavar la aguja regularmente. Y existe la reflexión que te hace feliz, que impacientemente te invade, que te hace temblar y que te ocupará durante años llenando tu alma; y nunca sabrás si son ciertas las ideas que te invadieron.>>(‘Confesión Política de un Hombre Joven’ de Robert Musil)


Nunca se sabrá si hay un hombre sin atributos o si los atributos no precisan a ningún hombre. 
¿No podría ser que el hombre moderno, por ejemplo ‘Ulrich’, uno de tantos, carezca de tales atributos, porque él solamente sea reflejo de la realidad rodante? Y, aún más… ¿que estos atributos los fabriquen otros o sean autómatas mecanizados que existen por encima y a través de toda realidad? ¿Existe acaso una realidad SIN el hombre, cuyo esencia es fabricada de fuente anónima, pero obedecida por todos?
¿Quién sería capaz de revelar eso, darle expresión e idea? (Vea ‘El Hombre sin Atributos’ de Robert Musil – novela inacabada – esencia literaria del S.XX)

martes, 23 de abril de 2019

Una Pascua para Popes y Bolcheviques

Una Pascua para popes y bolcheviques

“Las dos grandes fiestas de Rusia coincidieron: la fiesta antigua y la nueva en la misma fecha. Los unos festejaron la resurrección del Señor, los otros el día Primero de Mayo, porque ellos mismos se sentían ‘resucitados’. Tres manifestaciones tuvieron lugar, manifestaciones de monumentalidad y poder, que sólo era capaz de organizar un estado que ha nacido desde la raíz que es la Iglesia. Y es la iglesia la que conocía la psicología de las masas desde mucho antes que los bolcheviques, así que en el lugar de la agitación callejera optó por medidas calmadas pero duraderas. Todo eso se pudo ver esta noche.”




 Así resume el Reportero ‘Veloz’ Egon Erwin Kisch[i]las impresiones que tuvo en Moscú en el año 1927, dos fiestas en el mismo lugar, al mismo tiempo. Mayor contraste que el de estos hechos… ¡imposible!, eso nos parece.
Por un lado, cuarenta mil soldados desfilan cantando; suena ‘la Internacional’ con un texto variado del original:
“¡Trabajadores, el mundo debe ser vuestro!”– Nada que ver con los derechos humanos, de la original Internacional –
“¡Wsegda gotow!”– (Preparados siempre) -- ¿El Aleluya de una nueva religión?
Y bajo este lema otra manifestación ‘espontánea’ cruzó la ciudad; mujeres, niños, ancianos exhibiendo pancartas, cantando alabanzas a la Revolución Bolchevique. Trabajadores y delegaciones extranjeras se unieron a ellos. Devotos de la Revolución. ¿Libres?

miércoles, 10 de abril de 2019

SERVIEJO --- es así ---

Serviejo, es así…


“Mucho estudio y precaución se requieren para evitar las imperfecciones de que nos carga la edad, o al menos para debilitar su progreso. Yo noto que, a pesar de mis esfuerzos, la vejez gana terreno palmo a palmo sobre mí. Resisto cuanto puedo, pero no sé dónde al fin me conducirá. En todo caso celebraré que se sepa de qué altura he caído.”
Michel de Montaigne, ‘Del Arrepentimiento’




Estar vivo es envejecer, esa es la esencia del texto citado de Montaigne, el gran ensayista francés del siglo XVI. 
No sabía de dónde venía ni tenía noción hacia dónde iba. Sin embargo, su viva actividad marcó lo que él mismo llamó ‘altura’ y desde esa altura se iba cayendo progresivamente. Mucho estudio y esfuerzos le costó asimilar este hecho y habituarse a tantas deficiencias que le invadieron, corporales, mentales, anímicas.

¿Qué puedo hacer yo? me insinúa este breve texto, yo que no soy Montaigne, sólo me hallo en la línea de sus adeptos. Todos vivimos muriéndonos poco a poco, palmo a palmo igual que Montaigne.
Rodeado de fanatismo religioso – el espíritu de su tiempo -, de ignorancia e injusticias, Montaigne se escondió en su torre solitaria, protegido por un título de noble heredado; y cargado de un inmenso saber, vivió esa doble confrontación, la soledad y la propia decadencia tanto física como mental.