sábado, 31 de agosto de 2013

¿Una guerra dosificada?

Recuerdo una escena de mi infancia: Un tal Malek y su enemigo Mrozek, ambos oriundos de Silesia, donde miran al cielo, emitiendo un largo suspiro, cuando les preguntan si son alemanes o polacos. ¿Por  qué nos fastidian? dirán ellos.
Sin embargo, Malek y Mrozek se odiaron, tanto, que cuando uno veía al otro se insultaron con toda la batería de insultos del repertorio de ambas lenguas, para luego echarse las manos encima. Pero nunca se hicieron daño físico, es decir, narices sangrantes o otras cosas peores. No, uno cogió el gorro del otro, y empezaron a romperlo, pisarlo, llenarlo de fango y levantarlo roto, triunfantes. Y en el mercadillo, ver  cómo agarraron sus cestas de compras, tirar la lechuga y las papas al aire, en realidad fue divertido. Un espectáculo.

jueves, 22 de agosto de 2013

Il Condottiere

Releyendo  los ensayos de Jacob Burckhardt, Die Kultur der Renaissance in Italien[1], me llama la atención la aparición de una figura nueva en el escenario político italiano de los siglos XIV y XV, el aventurero, el hombre salido de la nada o de la noche del día. Al iniciar su carrera política carece de todo, no proviene de familia noble, no tiene dinero, no posee facultades sobresalientes, ni estudios.
¿A qué es debido entonces su ascenso veloz, su triunfo fulminante?
Es un hombre de suerte, sin escrúpulos, un valiente, quien se lo juega todo, todos los días. No ama nada y a nadie, no aprecia las cosas, es un narciso, sólo ama a si mismo.
¿Y la cultura, la religión?  Las respeta porque le conviene hacer uso de ellas. Así fueron, individuos destacados, rodeados de “bravi”; los Malatesta, Manfreddi, Baglioni  adoraron al dios Marte, y sus espadas o puñales alcanzaron  a cualquiera. Nadie debía vivir en seguridad, porque a quien vive se le puede matar. Todos trataron de dejar atrás su imagen en bronce, cubiertos de fama y gloria llevando su sobrenombre con orgullo: Gattamelata de Padua, por ejemplo, bronce de Donatello. (Vea página 4 de este texto)
Algunos de esta casta supieron alejarse de su orígen oscuro y violento: los Sforza y los Medici de Florencia, optaron  por el elemento más poderoso que espadas y puñales: el dinero, el veradero maestro de la historia.

Por esa presencia fulminante del dinero, se ha identificado esta fase de la historia occidental con el primer capitalismo, una forma de experimento para éxito posterior.
Es muy cuestionable esta sentencia, porque dinero, sí se acumulaba por la tiranía administrativa. Pero la reinversión, el auténtico reciclaje que transforma dinero en capital, este proceso sólo se practicaba escasamente, en el caso de Venecia.
Dinero se quemaba al ser nutritivo de la gloria y del permanente presumir del tiranuelo, quien a diario tenía que vigilar su escasa autoridad, no teniendo más remedio que comprarla a veces.

martes, 20 de agosto de 2013

Julien

–Si hubiera nacido veinte años antes, habría sido soldado, sargento, tal vez general a los treinta años de edad; ahora me toca vestir sotana para ser vicario. He reconocido el uniforme de mi siglo –
dice Julien en <<le Rouge et le Noir>>, novela escrita por Henri Beyle de Stendhal, con el subtítulo <<una crónica del siglo XIX>>
Rojo o Negro ha de ser, quien quiere salir de la masa anónima; vestirá el uniforme del siglo, el rojo de la revolución o el negro de la reacción. Julien, hijo de pobre, en el medio gobernado por los ricos aristócratas durante la restauración después de Napoleón, sabe lo que le conviene: vestir de negro  para cubrir sus deseos de color rojo.