Después de Schopenhauer o Nietzsche se acabaron los
filósofos, se dice, cambiaron a sabios literatos, similar a novelistas; crean
su perfil de sabelomucho, interesante, pero filosofía en retirada, opción de
pensionistas.
La tentación es grande, olvidarse del tema, de un
tema, para dedicarse a difundir opiniones, como gallinas que ponen sus huevos
en diferentes nidos.
Además, no olvidan el cacareo de rigor. Por eso son
invitados de preferencia en talk shows TV. Les gusta el aplauso.
El sr. Hollande, por ejemplo, ha optado por no ser
un hombre de estado, homo politicus, para bien de su nación y de Europa.
Prefiere ser un pequeño presidente socialista, para bien de su gente. Su papel
es tragicómico, porque no se lo agradecen. Pero su carácter simple y plano le socorre:
no se da cuenta, es bueno.
Filósofos y políticos actuales no son malos. Nada de
eso. Brillantes aforismos salen de sus bocas o de sus plumas. Demuestran que
están a la altura de nuestro tiempo, se dedican a escuchar los ecos que sus
voces producen. Así dosifican verdades, medias o cuartas bastan.
Nada de mentiras, por supuesto, nada de Maquiavelo.¡Olvídenlo!
recomendó el sr. Obama a sus consejeros. Ha nacido un nuevo modo de ser, el
homo publicus. Su verdadera vida transcurre en Internet, es transparente, nada
esconde. La magia de pocas palabras, es su fuerte, es homo publicus y buena
persona; le cae bien la sonrisa, le prestaríamos dinero si nos lo pidiera.
¿Excepciones? Creo que hay. Conozco a uno y le hago
gran reverencia: Benedicto, es pensionista ¡Chapeau!
fmpeter
30/05/2013
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