jueves, 5 de julio de 2012

Dulce et Decorum est ….

Esta frase incompleta se podía leer escrita en la pared al final de un corredor del Gymnasium, grabada sobre restos de tela que habían quedado pegados en la pared. También podía contemplarse lo que había sido la silueta de una esbelta figura blanca decorada con una corona de laurel. En la parte de abajo todavía podían dechifrarse las palabras en alemán:
<….Deutschland lebe!>,en retazos.
Casi todos los días tuve que pasar por aquel lugar hasta que un día encontré que lo habían quitado todo y la pared estuvo pintada de blanco.
¿Qué había ocurrido?

El maestro R me explicó que lo que había sido eliminada tan a fondo sin dejar huellas, había sido la capilla dedicada a honrar a los estudiantes voluntarios caidos durante la sangrienta batalla de Langemarck en Flandes. La batalla, en octubre de 1914, se había tragado las vidas de miles de voluntarios jóvenes que en vano intentaron romper las líneas fortificadas inglesas. Las armas automáticas los hicieron morir como moscas. Entre ellos se encontraron numerosos estudiantes de Augustinerschule, jóvenes, inexpertos, entusiasmados por la retórica patriótica de sus maestros y sacrificados sin compasión por el frío cálculo de mandos militares sin conciencia. Muertos jóvenes, sabiendo latín. Ninguno de ellos era mayor de 18 años, Primaner, como se decía y estudiantes destacados. Habían sido despedidos en un acto solemne de su colegio, y el rector les abrazó de uno a uno, pero ellos nunca más volvieron. Lo que quedó fue este pequeño memorial, levantado en honor de ellos, durante los años Veinte.
Veinte años después también tuvo que desaparecer. Nuevos tiempos sonaron y nuevas y más recientes víctimas proclamaron el horror de muertes violentas.
¿Qué hacer con el pasado?
Los que primero actuaron eran soldados americanos, encuartelados temporalmente detrás de estos viejos muros.
Con bayonetazos habían arrancado el recuerdo de estos – nazis - lo que suponían que eran los así honrados. Creo que no entendían la frase completa del poeta Horacio:
<Dulce et decorum est pro patria mori>[1]y menos la conclusión final en alemán <Sie gaben ihr Leben, damit Deutschland lebe!>[2]
Supongo también, que algo similar les habían enseñado antes de emprender el camino a Europa con el riesgo de dar sus vidas en tierra ajena, bajo el signo de <God bless America!>.
El paso definitivo para borrar el recuerdo lo dieron la administración pública y la nueva dirección en el colegio.
¿No se les echa cal a los caidos en batalla? ¿Por qué no pintar en blanco lo que queda de su memoria?
No voy a juzgar eso. Tal vez Alemania no ha tenido más remedio que actuar así, en contraste total a todas las demás naciones europeas. ¿Dónde hacen una cosa similar?
Epílogo:
Cuando después de cincuenta años nos reunimos nuevamente, exalumnos sobrevivientes, y acompañados por el actual rector recorrimos nuestro viejo colegio, llegamos a encontrarnos con aquella pared blanca; y el rector dijo:
–Rumores hay que dicen que ahí detrás se encontraba antes un monumento nazi. –
Yo contesté que no, y que la cosa era más complicada.
Le escribí una larga carta –-- la que nunca tuvo respuesta.

friedrichmanfredpeter, 05.07.2012



[1]Es dulce y honroso morir por la patria.
[2] Han dado sus vidas para que Alemania viviera.

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