sábado, 3 de julio de 2010

¡Indoamérica! ¿Ha llegado una revolución con retraso?

Un terremoto político sacude el continente americano desde que el soldado Hugo Chávez de lo alto de su torre petrolera proclamara una nueva era bolivariana pára el continente latino – nombrándose él mismo “ nuevo Bolívar”. ¿Hizo falta otro libertador?
Durante decadas muchos autores habían exigido esa Revolución, pues la llaga es una realidad socioeconómica insostenible; y los términos colonialismo e imperialismo, dependencia y explotación han sido moneda corriente en el discurso universitario general. Ahora se han unido alrededor de este proyecto: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y la archirrevolucionaria Cuba que económicamente no tienen nada en común; pues, su intercambio comercial es insignificante. Sin embargo, eso no parece interesar al proclamar su unión misionera para poner fin a las carencais del continente sudamericano.


Después de la caida del socialismo clásico en el mundo,¿ha nacido la versión actualizada latina, “socialismo bolivariano”? Su misión es ideológica, integración económica y social llegarán después. Así prometen los promotores.
¿Dónde tiene su orígen esta actitud y cuál es la fuente de su acción? Tenemos que contemplar la historia para encontrar una respuesta.
“¿No deberían sentir vergüenza los hombres por una libertad que les permite tener a otros hombres por esclavos?” (Gotthold Ephraim Lessing en 1770 en el fragmento del drama “Espartaco”)
Esta frase de portada resume toda la discusión de los ilustrados europeos de la época. Y la sentencia inspiró a tres revoluciones: la americana ( 1775 – 1783), la francesa (1789 – 1794) y la casi olvidada revolución de los Andes dirigida por el indio José Gabriel Tupac Amaru (1780 – 1782). Pero esta fracasó, al contrario de lo que sucedió en Europa y en Norteamérica. La rebelión del inca no logró romper las cadenas del Antiguo Régimen impuestas por la España de los Borbones. Y los criollos no quisieron participar en acción solidaria con la revuelta del indio porque esperaban su propia oportunidad para ganar la independencia conforme a sus intereses.
Mientras en toda Europa se realizaban profundos cambios sociales y económicos, tanto en Prusia ( Federico II), Austria (José II), Italia
 (Leopoldo de Toscana), España (CarlosII y Godoy) y Portugal (Marqués de Pombal), a las cortes de los virreyes españoles de América llegaban estos cambios de forma tardía y deformados. Y se estableció una profunda división entre criollos de los centros urbanos ( Caracas, Quito, Méjico) y los del campo determinado por la “hacienda”, porque estos estaban marcados por la aversión contra el espíritu ilustrado que llegó de Europa y ninguno de los dos quiso ser aliado del inca Tupac Amaru. El viajero Alexander von Humboldt admira el espíritu abierto e ilustrado que encuentra en los salones de Caracas y habla del horror que siente ante el comportamiento del hacendado en su ensayo sobre la economía del esclavismo en Cuba.
No podemos hablar de los criollos americanos como grupo unido dispuesto a romper las cadenas de la colonia española. Todo lo contrario, los caudillos de la “hacienda” trataban de salvar las condiciones del Antiguo Régimen porque les convenían. Mientras tanto, Bolívar quien fue afrancesado, es decir ilustrado moderno, tuvo que cambiar permanentemente de estrategia para lograr el apoyo que necesitaba para vencer la monarquía española debilitada. Y ahí vemos el fracaso de su política: Sus palabras de resignación “he arado en el mar” se pueden leer así: “He logrado la independencia, pero todo sigue como antes o está aun peor”. Los criollos quedaron solos con su victoria, y empezó una guerra de más de cien años por el reparto del botín que se peleaban ciudades y haciendas. En las ciudades fueron los abogados eurocéntricos, los maestros en jurisprudencia, formados en universidades extranjeras y en el campo fueron los caudillos de siempre que trataban de mantener vigente la vida patriarcal en las haciendas. Ambos gremios organizaron su séquito militante: Por un lado “Los Serviles” fielmente entregados a los principios del Antiguo Régimen y posteriormente llamados “Conservadores” y – por el otro lado – “Liberales” opuestos al Antiguo Régimen porque se sentían “libres”. Todo ello en el contexto de la discusión de las Cortes de Cádiz, la primera asamblea demócrata en el siglo XIX en Europa. El término “liberal”es de orígen español y es político, significa ser libre de las reglas impuestas por el Antiguo Régimen. Hoy hemos aceptado la versión inglesa del término y su contenido es económico. Fueron los abogados que inventaron la “Leyenda Negra” para demonizar la época de la colonia española y los hacendados no tardaron de oponerseles la “Leyenda Blanca”, igual de irreal. En resumen: La victoria de los criollos no era la victoria de la inmensa masa de los nuevos americanos ahora llamados libres.
 El sociólogo alemán Albert Steger1 habla de una “emancipación restaurativa” para caracterizar lo que ha sucedido bajo el signo del triunfo criollo y define la suerte de la región latinoamericana y del Caribe como un proceso de “deculturación”. Mientras las ciudades adaptan su modernización a los modelos hegemoniales europeos y de los Estados Unidos, el campo sigue postrado ante las normas y reglas del anteayer, llámese hacienda, fazenda, estancia, etc. En ambos casos el ser humano es privado de ser lo que realmente es, persona auténtica y libre a determinar su propio destino. Es obvio, como ha sido “herodisada” la civilización latinoamericana de las ciudades. Así, como Herodes sólo geográficamente vivió en Palestina pero culturalmente en Roma, de la misma forma las clases altas y medias latinas sólo geográficamente viven en Latinoamérica, culturalmente y con frecuencia económicamente también viven fuera, en Norteamérica.
Para el pequeño indio que nace en un valle de los Andes la cadena de “emancipación” es esa: Se olvida del “ayllú”, su origen nativo, y se transforma en “cholo”, mestizo cultural y social. Si va a un colegio urbano, ahora es “castellanizado”. Pero el proceso continúa: Los estudios técnicos le imponen el híbrido idioma anglosajón, ya que equivocadamente se identifica el español como inepto para estudios avanzados. Ahora el joven ingeniero es “emancipado y liberado”, elemento útil para el progreso, pero aculturado “herodisado” y su verdadera patria son los EEUU.
A partir del siglo de la conquista, el siglo XVI, un hombre nuevo entró en la historia, el mestizo. Él es tan europeo como indio o negro africano. Es un hombre completo y auténtico y no un compuesto de diferentes orígenes. Toda persona es un solo personaje único e irrepetible quien, sin embargo, ha sufrido y aun sufre discriminación. El inca Garcilaso se refiere a ello cuando vivía en España y resigna cuando escribe: “Nada tiene ya sentido”. Pero cambiando su sufrir en algo positivo desde el principio, como algo humanamente grande e importante y como opción de emancipación: Latinoamérica es el lugar donde nació un nuevo modo de ser humano como lo expresa la Universidad Nacional de Méjico: “Por mi raza hablará el espíritu” y no la sangre, como creen los racistas. Convenceremos por lo que hacemos y no por lo que somos.
La situación actual de Latinoamérica apenas puede ser dibujada. Parece que todas las opciones están abiertas. Existe el real peligro que
1 Véase Albert Steger, Zeitschrift fuer Kulturaustausch (1) Bielefeld 1974.
 los problemas descritos sirvan como alimento para nuevos dictadores, disfrazados de profetas libertadores. Toda revolución tardía tiene tendencia a volverse ideológica y violenta. Y más, cuando se orienta en fragmentos del marxismo – leninismo agotado y vencido en el tiempo, cuyo triste epílogo se puede contemplar en el caso cubano. Para evitar eso, Latinoamérica tiene que buscar su propia emancipación, superar deculturación y descalificación. Los que miramos desde afuera,
sólo nos queda la voz libre de opinar y como visitantes retenemos a veces el aliento por lo que vemos y tanto queremos.

Manfred Peter
3 de julio de 2010

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