( Wilhelm Meisters Wanderjahre, Zweites
Kapitel, 1. Buch )
“Die
Wallfahrenden hatten nach Vorschrift den Weg genommen und fanden glücklich die
Grenze der Provinz, in der sie so manches Merkwürdige erfahren sollten –“
“Los
peregrinos habían tomado la ruta indicada y
felizmente encontraban la frontera de la Provincia donde llegarían a conocer cosas
extrañas–“
Los peregrinos en este sueño éramos J.W.Goethe y yo y en lugar de usar la diligencia tirada por dos o más caballos, propia de viajeros del siglo XVIII, habíamos cogido un taxi que nos dejó donde comenzaba la Provincia Pedagógica. Eso decía el taxista porque no vimos ninguna frontera o alguna indicación.
Los peregrinos en este sueño éramos J.W.Goethe y yo y en lugar de usar la diligencia tirada por dos o más caballos, propia de viajeros del siglo XVIII, habíamos cogido un taxi que nos dejó donde comenzaba la Provincia Pedagógica. Eso decía el taxista porque no vimos ninguna frontera o alguna indicación.
–¿Qué raro, decía yo,–aquí no hay ningún
nombre de santo o político para decorar la entrada de tan ilustre lugar?
–No, nada de eso, me contestó el Maestro
a mi lado, – esta Provincia no necesita marcar su frontera. Aquí se sale y se
entra libremente.
Con eso bajábamos del taxi para pisar tierra desconocida.
–¿Entonces, cómo garantizan aquí el
orden, la disciplina, además de la seguridad de la población de pequeños que
habita este lugar?
El Maestro sonrió y contestó:
–¿Ves aquellos jóvenes allí trabajando
con sus instrumentos para limpiar los patios? Ahora vendrán a saludarnos y nos
preguntarán, adónde vamos y qué queremos.
Y efectivamente, así pasó, un grupo de
jóvenes se acercó y después de saludarnos respetuosamente nos indicaron dónde
teníamos que ir para encontrar quien nos enseñara más de esta Provincia.
–¿Cómo consiguen los maestros que estos
jóvenes se comporten así, que parece que es supérflua la vigilancia? Yo no veo
a ningún maestro.
Goethe levantó ambas manos, un gesto
típico de él, y dijo:
–Es muy sencillo, se sienten responsables
de esta pequeña nación que es su Provincia.
–¿Entonces, no hay orden y control aquí?
–Naturalmente, pero tratan de hacerlo
invisible para que el control principal lo ejerzan ellos mismos. Es su
responsabilidad para que actúen con respeto y no con obediencia.
Yo me quedé un poco incrédulo ante lo que
el Maestro me explicaba.
–¿Qué niños son estos? Me dije yo para mí:
–Veo que están vestidos de muy distinta
manera. Yo esperaba encontrar aquí un público uniformado o vestido de igual
manera.
–No, aquí se respeta el carácter
individual de cada alumno, siempre que no se pase de lo sencillo a excéntrico. Además, lo
sencillo es cómodo y es lo natural.
–¿Pero de dónde provienen estos alumnos?
contesté yo.
–Dejemos que esto nos lo explique la
directora que pronto la vamos a encontrar. Pero escuche estas voces.
Efectivamente se escuchaba el cante de un
coro; las voces de niños y niñas parecían quebrarse entre las columnas del
patio que en este momento cruzábamos.
–La música es algo fundamental aquí.
Pensamos que de ella depende todo lo demás: las matemáticas, los idiomas.
Ahora el maestro abrió una puerta y
entrábamos en un ambiente de silencio acogedor, pero el salón estaba repleto de
pequeña gente --leyendo. Pues todos tenían un libro en la mano.
–¿Están leyendo sus obras Maestro?
pregunté.
–A eso no han llegado todavía y tampoco
quisiera asustarlos antes del tiempo. Nos basta con que empiecen a querer las
letras, familiarizarse con la palabra escrita y traducirla a su imaginación y
fantasía.
Goethe parecía todo satisfecho y le
brillaban los ojos; igual cuando al continuar nuestro camino observábamos que
todos los árboles y arbustos llevaban pequeñas etiquetas con inscripciones: el
nombre botánico de la planta y sus propiedades.
–¿Quién ha hecho eso? pregunté.
–Los mismos estudiantes, guiados por el
profesor de biología. Ni yo ni Humboldt lo podíamos haber hecho mejor.
Se notaba que Goethe estaba en su
ambiente, tal vez recordaba su propia labor en su jardín botánico en Weimar.
–Queremos que los alumnos aprendan a
respetar la naturaleza y a cuidar todo lo que les rodea.
En este momento cruzó un grupo de iguanas
nuestro camino, y no parecían tener miedo ante nuestra presencia y el Maestro
con irónica sonrisa comentó:
–Lo que mi sucesor Darwin descubrió en
las Islas Galápagos, aquí lo tenemos presente: La ausencia de violencia crea
seres pacíficos como estas iguanas mansas de la Provincia Pedagógica.
–¿También un modelo para humanos?
–¡Tal vez, sí!
Por fin encontramos a la directora
después de recorrer pasillos y corredores. Unos alumnos nos dijeron que la
habían visto acá o allá, y que en su oficina se hallaba rara vez. Se nos
presentaba una mujer enérgica y amable que nos explicaba lo que aquí sucedía:
en el fondo una revolución pedagógica:
–El principio nuestro es hacer lo posible
para que el estudiante mismo decida sobre el proceso de su aprendizaje. Sabemos
que los niños mejor aprenden cuando se entusiasman y ellos desean saber,
conocer más. Hay que despertar la curiosidad que llevamos todos dentro. Hay que
evitar que unos se aburren y otros no entienden. Crear mayor autonomía es un
proceso difícil para maestros y alumnos. Tienen que coordinar y experimentar
métodos, coordinar estudios con otros, aprender a presentar su labor en
público, tomar decisiones y abandonar la pasividad. ¿Se dan cuenta que todo eso
es esencial para la vida posterior? Se nos critica por la falta de amplitud de
conocimientos así obtenidos. Pero más vale profundizar que estudiar
superficialmente.
–¿Pero, cómo logran uds eso? me atreví a
interrumpir esa síntesis de un proyecto pedagógico.
–Claro, trabajar así crea más trabajo de
preparación y de coordinación en el profesorado. El profesor debe saber delegar
funciones al estudio en grupos. Entonces puede observar más detenidamente, cómo trabaja
cada estudiante y puede intervenir a corregir deficiencias. Además, hasta en el
nivel de secundaria las asignaturas no deben ser separadas unas de otras. Debe
haber una coordinación e intercambio de resultados permanentes.
–¿Van a ser investigadores los que
habitan la Provincia Pedagógica? dije yo, porque me molestaba un poco el entusiasmo por un proyecto que me parecía algo irreal.
–En la medida de nuestras posibilidades,
sí lo van a ser. Grandes pensamientos todos han sido ya pensados, descubrimientos
de fama ya se han hecho. Pero a nosotros nos toca repensar ideas y redescubrir
lo descubierto como si fuera nuevo; compartir dudas y angustias compañeros de
la investigación y vivir el pensar como una aventura que explora lo
desconocido. Sólo así se harán nuestros
y perduren en nuestras mentes. Y esto es crear placer y alegría contrarios al
aburrimiento lamentable. Ideal sería que dos profesores de distintas
asignaturas colaboren en un programa común.
Yo veía que J.W.Goethe se sonreía. Eso
era lo suyo. Aquí en la Provincia Pedagógica acaba de renacer la revolución
mental que inspiraba el espíritu de Weimar y de sus representantes clásicos desde
Goethe a Alexander von Humboldt.
–¡ Un momento! intervine yo, ya que tanto
entusiasmo me empezaba a fastidiar.
–¿De dónde proceden estos estudiantes, no
serán privilegiados debido a los privilegios socioeconómicos de sus padres?
–¡ No es así de sencillo! exclamó la
directora. El cheque escolar ha cambiado la situación y comienza a cambiar la
mentalidad. –¿No lo conocen uds?
Efectivamente no lo conocíamos. Sólo
sabíamos que el sueño pedagógica de la ilustre pedagoga costaría caro. Y por
eso nos lo explicó:
–Las familias ahora reciben una
subvención de dinero público para la educación de sus hijos en forma del cheque
escolar y las familias deciden donde matriculan a sus hijos, sea en un colegio
público o privado. Los colegios cobran los cheques y obtienen así la fuente
principal para realizar su labor. Con
esa medida ha desaparecido la familia insolvente y existe el libre acceso
a las instituciones educativas. Claro, el
cheque no es igual para todos: familias ricas seguirán pagando los estudios de
sus hijos de sus propios bolsillos.
–¿No serán competitivas estas
instituciones entre si?
–Claro que sí, tenemos que crear nuestro
propio perfil, hacer lo mejor que podamos para seguir siendo atractivos y habrá
institutos que fracasarán por falta de demanda. Pero nosotros no tememos eso.
Nuestro proyecto es del futuro y aquí quien tiene aptitud y voluntad triunfará
y para eso nació la Provincia Pedagógica, crear un modelo que responde al reto del mundo moderno.
–¡Y para eso miran uds al pasado?
–¿Qué otra cosa mejor pueden hacer?
intervino J.W.Goethe:
–¿No se ha dicho que todo lo grande se ha
pensado y descubierto ya, y que sólo hay que redescubrirlo?
zzzzzzz
Cuando despierto de mi siesta me hallo
sentado en el sillón de costumbre con el libro
de Goethe caido al suelo. Al levantar el libro leo dos frases:
“Ehrfurcht
vor dem, was ueber uns ist --- Ehrfurcht
vor dem, was unter uns ist.”
(
Respeto hacia lo que está encima de nosotros
- respeto hacia lo que está debajo de nosotros)
¿Es la Provincia Pedagógica de J.W.Goethe
actual todavía?
F.Manfred Peter
Dic.2009
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