domingo, 8 de marzo de 2009

Friedrich Schiller, su revolución estética en el marco del idealismo alemán.

1. La época de Schiller: ˝Das tintenklecksende Saeculum“, el siglo que derrama tinta.
2. El clásico Weimar.
3. El personaje de Schiller,
4. su idealismo estético.

1. Cuando Friedrich Schiller nació hace 250 años, el 10 de Noviembre de 1759,  el ducado de Wurtemberg aun contaba con una población 57% menor que antes de la Guerra de los Treinta Años que había terminado cien años antes y 30% de las tierras aun quedaban sin cultivar. Aquella catástrofe había eliminado el Sacro Imperio  como poder hegemonial del concierto de las naciones europeas. Predominaba el reino de Francia y la francofilía invadía la cultura de Europa Central. El duque Carlos Eugenio de Wurtemberg concentraba sus esfuerzos políticos a imitar el modelo absolutista francés y lograr el ascenso a Elector para  aumentar influencia y poder en el fragmentado y débil Imperio que sólo era la sombra de su antigua gloria.
Era un empeño bien difícil. La aristocracia local no  debía obediencia al duque sino sólo al emperador y la burguesìa en los sesenta ciudades del ducado vivía  marcada por el  luteranismo pietista en oposición a la corte del duque, donde las fiestas, bailes, banquetes y conciertos exhibían la nueva demostración barroca del poder. Todos los príncipes alemanes de la época trataban de aumentar rango y poder. Dos entre ellos habían alcanzado la realeza, el de Prusia y de Sajonia, Augusto II,  ˝El Fuerte“ de Sajonia y Federico II ˝El Grande“ de Prusia son las figuras emblemáticas en este proceso de creciente autonomía.
La cultura de la representación barroca difundida por todo el Sacro Imperio causaba extrañeza y admiración de visitantes, porque  no esperaban ese derroche de lujo e riqueza en  un pais depauperado. Así lo describió el filósofo inglés David Hume. Quien, al encontrarse con el palacio residencial del príncipe obispo de Wuerzburg, quedó perplejo ante esta síntesis de arquitectura y pintura del barroco alemán. Aquello era más que teatro y decoración, era lucha manifiesta por  prestigio social, político y religioso. La guerra había cedido a la rivalidad cultural entre católicos y protestantes y esa marcaba profundamente el ambiente general. Cultura se empleaba como poder cultural y este sirvió como poder real y el duque Carlos Eugenio de Wurtemberg, el soberano del pequeño Friedrich Schiller, sabía eso y actuaba conforme a esta ley.
Y no hay cultura sin alfabetización. Si en Paris del año 1780 se contaba  una cuota de 73% de alfabetizados, el Imperio Germánico no quedaba atrás. En el vecino Baden se censaban 90% de los hombres y 45% de las mujeres alfabetizados. La Reforma protestante era el principal estímulo en Alemania donde cada paroquia poseía su escuela. Y progresaba la urbanización al norte de los Alpes. Y si en 1300 había 16 ciudades grandes (20000 habitantes), en 1800 había 70. Numerosos documentos  se refieren al  auge de la lectura, inclusive nos hablan de la ˝maladie su siècle“, esas extensas e imparables ganas de leer. Nació una nueva profesión y un nuevo término, ˝der Schriftsteller“, el escritor, quien ya no era profesor universitario ni clérigo, sino láico autodidacta responsable de la bibliomanía de muchos lectores que habían cambiado el hábito de leer, reemplazaban la lectura intensiva por la extensiva y en lugar de leer un libro varias veces, leían muchos libros y sobre todo revistas. La actividad editorial pasó una auténtica explosión para llenar las bibliotecas públicas que nacían en todas las ciudades, p.ej. en Frankfurt había 18.  Y en cuanto a las revistas: en 1701 se publicaban 64 revistas en el area de la lengua alemana, pero en 1790 ya eran 1225. Alemania, el pais de las revistas culturales, esta impresión podía tener el viajero, porque los lectores se contaban por millones. Y más aun habría impresionado el éxito de novela. ˝Los Sufrimientos del Joven Werther“ obra del igualmente joven Goethe batió todos los records al encontrar un público multimillonario. Y poco a poco reducía el número de publicaciones en latín. Cuando en 1500 casi dos tercios eran libros en latín, en 1790 ya solamente eran 10%.  El alemán había ganado y eso producía una nueva clase de lectores, habitantes de ciudad, burgueses culturizados y celosos cuidadores de sus intereses y rango social. Estos llamados ˝Philister“, filisteos, hacían huir a más de un joven genio de su ciudad natal. Así lo confirmaba Goethe que debido a ellos se había ido de Frankfurt, su ciudad natal.
Poco a poco se daban las condiciones para la formaciäon de una nación moderna en Europa Central, que segun Max Weber necesitaba la existencia de una burocracia ejecutada por una nueva capa social caracterizada por la calificación técnica, el ascenso através de méritos y el cumplimiento del deber. En suma, la nueva burguesía alemana acompañaba el auge de las ciencias y de las letras que eran imprescindibles para el ascenso del estado de Friedrich II de Prusia, gran admirador del filósofo Christian Wolff y de su voz ilustrada que se hizo ideología oficial de aquel estado admirado por su modernidad en todo el Sacro Imperio y más allá de sus fronteras. Y nacía la figura destacada del profesor de filosofía propia de la cultura alemana, el Praeceptor Germaniae, que desde Manuel Kant hasta Habermas y Ratzinger ocupa un lugar destacado en el escenario de la cultura alemana.
Tenemos que profundizar para hacer entender las fuentes y profundas causas de esta explosión cultural. Y hallamos el pietismo, variante alemana de lo que significaban jansenismo en Francia y puritanismo en Inglaterra. Base del pietismo eran los „collegia pietatis“, actividades informales de grupos piadosos luteranos que se concentraban alrededor de varios centros. En Berlín era la iglesia de la Nikolaikirche. Pero el lugar destacado era la universidad de la también prusiana ciudad de Halle. Era Philipp Jakob Spener quien formulaba la programática del pietismo, la que iba a ser la base del idealismo filosófico alemán, una programática mucho más práctica y realista que se puede suponer. Alrededor de la universidad se formaban, una escuela de pobres, un orfanato, un colegio técnico, un Gymnasium naturalmente de estudios preuniversitarios, pero también una fábrica de textiles y – muy significante – editorial y librería. El fin de todo eso era la creación de un cristianismo activo cuyo ética social era el trabajo, la actividad constante considerada oficio religioso y esto se hizo religión oficial del estado prusiano. Todo candidato para ejercer como pastor luterano tenía que estudiar por lo menos dos años en Halle. Y por eso la particularidad del pietismo era su función de apoyo a la autoridad del estado cuando el puritanismo inglés desarrollaba su misión revolucionaria y el jansenismo francés se hizo fuerza en la destrucción del absolutismo. Así es explicable que en la larga lista de destacados intelectuales alemanes, desde Lessing, Schlegel, Schleiermacher, Hegel hasta Friedrich Schiller, faltan los revolucionarios políticos, rebeldes que llevan la vanguardia en la lucha contra el absolutismo. Para analistas críticos como Marx y Heine estos pensadores geniales movían su revolución en el aire, ˝im Luftreich des Traumes“, en el imperio de un sueño aireado, como decía Heine.
Pero sus sueños no eran tan aireados y los cambios que iniciaban no eran nada despreciables. Para alimentar la burocracia estatal y llenar las filas de la „inteligencía“ social, el hijo de un campesino competía con el aristócrata sobre el mismo nivel de talento, esfuerzo y trabajo.
Los autores de la revista mensual „Berlinische Monatsschrift“ se reclutaban de los más variados grupos sociales. Sólo 15% eran aristócratas, pero 26% profesores de un Gymnasium y 20% pastores, predicadores. El resto eran oficiales, comerciantes, libreros o artesanos. En la sociedad se destacaba el que poseía una formación cultural, „Bildung“, y „gebildet“ era aquel que disponía de una formación de elementos básicos de la cultura general. Así la élite social alemana consiguió su carácter específico, diferenciándose muy notablemente de otras élites europeas. El ejemplo más patente es el caso de Londres. Esta ciudad era la mayor de Europa en aquel siglo. Sin embargo no poseía universidad y su mayor músico compositor Haendel vino de... Halle, naturalmente.
Sin embargo, el refugio de la inteligencía alemana durante todo este siglo era el oficio de funcionario público. Wolff, Kant, Fichte, Hegel y Schelling después de largos años en oficios de mayordomos o educadortes privados fueron profesores universitarios finalmente, o encontraban empleos en otras funciones públicas como Goethe, Herder y nuestro Friedrich Schiller y que lograban hacer su vida en la deseada simbiosis con el Estado. Estados alemanes que cada vez más se parecían al modelo prusiano, estado de poder, de derecho y de cultura. Y este modelo prusiano no sólo se imitaba en el Sacro Imperio sino se difundía por toda Europa. No es casual que el himno nacional de España, la llamada „Marcha Real“, es una composición del mismo rey prusiano, quien durante su mandato acumulaba personajes como Carl Philipp Emanuel Bach, Kant, Klopstock, Lessing, Goethe y Schiller. Y a pesar de esto Friedrich era el personaje que detestaba la lengua alemana y la literatura producida en ella. Para su comunicación y su obra como literato prefería el francés porque veía la cultura y el poder intimamente ligados. Pero los que se veían despreciados le apreciaban a él porque había abierto la puerta al discurso filosófico, a las artes y la literatura que encontraban eco y difusión en lo que posteriormente sería la Nación Alemana.
Y ahora asistimos al nacimiento de un nuevo credo estético. Acompañamos al joven Goethe en su admiración estupefacta ante la catedral de Strasburgo y quien proclama con entusiasmo este credo de un arte, lleno de vida, de espontaneidad creativa, de autonomía y libertad para los sentimientos. Desemboca en la creación literaria del joven Werther, quien se haría ídolo de una generación que había decidido decir adios a las normas y reglas de una sociedad plastificada en sus tradiciones. Y lo dirá Gottfried Herder, profeta y renovador de la cultura alemana en este siglo:
˝El verdadero escritor es el creador de su nación, porque enseña a su pueblo el mundo, es como un dios en la tierra que mantiene el corazón del pueblo en sus manos.“
Estas palabras tendrán consecuencias múltiples. Una de ellas es la transformación de los teatros de las cortes aristocráticas en „Nationaltheater“. Así sucedió en Viena 1776, en Mannheim 1778 y en el Gendarmenmarkt en Berlín 1786 y naturalmente en el lugar que nos interesa principalmente, en Weimar. Todos estos escenarios fueron conquistados por obras de Friedrich Schiller, quien realmente parecía haber reinventado el arte teatral. Su primera obra „die Räuber” con su atrevido subtítulo “in tiranos” electrizaba al público de tal manera que los censores del duque Carlos Eugenio de Wurtemberg dieron el alarma temiendo lo peor para la seguridad del estado.

2. Nos acercamos a Schiller, poco a poco, y tenemos que hablar de Weimar.

“¡O WEIMAR, UN DESTINO PARTICULAR TE CAYÓ!
COMO A BELÉN EN JUDEA, PEQUEÑA ERES Y GRANDE.
SABIA E INGENIOSA TE LLAMAN DESDE LA ANCHA EUROPA
Y A LA VEZ DESTACAN TU NIMIEDAD Y MINUENCIA.
EL SERENO ESPECTADOR PRONTO ENTIENDE, CÓMO
DOS EXTREMOS SON PRÓXIMOS Y HERMANOS.“ (J.W.Goethe)

˝Weimar, la capital de este estado (Sachsen-Weimar) casi no merece el nombre de ciudad, ya que todo el estado no tiene más que 100 000 habitantes. Pero los habitantes, orgullosos como son, se consideran los atenienses alemanes.“ – John Russell 1820
˝La biblioteca ducal, esta bella institución, debe su existencia al amor de la duquesa Ana Amalia y sirve para el libre acceso a todos los habitantes.“ –Josef Rueckert 1800
˝La ubicación de Weimar es única. El paisaje ofrece una vista espléndida. La ciudad es pequeña y aparte del palacio ducal no hay muchos edificios grandes. En la puerta de entrada a la ciudad pregunté al sargento de turno: ˝¿Están aquí Wieland, Herder, Goethe?“ - ˝Todos están aquí“, me contestó. Y cuando me acerqué a sus respectivas residencias y pregunté: ˝¿Están aquí?“- ˝No“, me contestaron, ˝están en la corte“. – Nikolai Karmusin 1789
Efectivamente, la corte de Weimar era el Parnaso alemán. ¿Y quién presidía aquel Parnaso?  Contesta la visitante Karoline Jagemann 1797: ˝Se abrió la puerta del salón y se presentó Ana Amalia en medio de un pequeño grupo de personas. ¡Qué enorme parecido con Federico de Prusia! – Bajita, encorvada y con un bastón - ¡Qué postura majestuosa!“
¿Quién era el duque Karl August de Sachsen Weimar? Lo cuenta Goethe:     ˝Él tenía 18 años cuando llegué a Weimar, pero ya se veían los brotes de lo algun día sería un árbol. Se acercó mucho a mí y me acompañaba en todo lo que yo hacía. Yo era diez años mayor que él y eso favoreció nuestra relación. Pasó muchas tardes conmigo, hablábamos del arte, de la naturaleza, hasta la plena noche y muchas veces nos quedábamos dormidos sentados en el mismo sofá.”
J.W.Goethe que había venido de Frankfurt presidía aquel Olimpo, era el Júpiter de esta corte y actuaba también como director del teatro durante muchos años; el teatro había sido fundado por Ana Amalia también y era el centro de la vida cultural. El teatro era pequeño y  siempre se llenaba a tope. Las mujeres traían el punto para hacer calcetines. Tres veces a la semana, a las seis de la tarde llegaban los espectadores  atraidos por el carácter innovador de las obras y para ver al famoso actor Iffland, quien también actuaba como Karl Moor, personaje principal del drama de Schiller ˝Die Räuber”. Esta obra que había causado el escándalo en Mannheim y que era motivo de la huida de Schiller de la ira del duque de Wurtemberg. ¡Qué cambio tan increible encontramos aquí! Durante siglos el teatro había sido visto como un lugar pegaminoso y los actores como personas non grata. Observa Joseph Ruecker en 1799: ˝Ahora los buenos actores gozan de la más alta consideración del público y las puertas de las mejores casas se les abren y su influencia sobre las costumbres de la gente entregada en otra parte a una forma de vida banal  se hace patente”. Conclusión: El teatro se hace escuela para un público ansioso de aprender y recibir el nuevo mensaje cultural. Así nació un lugar destacado en Alemania, y no es de extrañar que precisamente en este escenario cien años despés se reunirían los diputados de la primera asamblea constituyente alemana para fundar  la República de Weimar que tan dramáticamente fue eliminada por los nazi que trataron de reemplazar Weimar por el cercano Buchenwald, un siniestro lugar marcado por el campo de concentración del mismo nombre; un hecho que destaca lo frágil que es construir humanismo en este mundo. Pero muchos son los personajes de Weimar cuyo obra sobrevive la barbarie. Volvamos a Friedrich Schiller a quien Goethe trajo a Weimar.

3. Friedrich Schiller llega a Weimar el 29 de Agosto de 1787 para  presenciar su obra dramática Don Carlos. 
Ya era un autor conocido con fama en toda Europa de habla alemana y toda Europa era el escenario de su obra teatral, desde España hasta Rusia e invisible le acompañaba William Shakespeare. Había dejado atrás Dresden, la bella barroca Florencia en el río Elba, Elbflorenz como poéticamente dicen. Había abandonado a un rey para encontrar a un duque, quien – ojalá – sería mejor mecenas. Pero este mecenas repartía más títulos que dinero y Schiller tuvo que esperar mucho tiempo para pisar la antesala de tan pobre excelencia y encontrarse con el consejero Wieland, el consejero secreto Goethe  el vicepresidente Herder y finalmente siendo consejero Schiller también. ˝Schneckenhauswelt”, mundo caracol, llamó Schiller su pequeña patria nueva. Pero, ˝algo es algo”, diría el nuevo consejero  al sentarse  para escribir la ración diaria de textos para ganar el pan de todos los días para la familia. Pues se había casado. ˝Con dos hermanas”, decían las malas voces en Weimar. Charlotte von Lengenfeld y su hermana Karolina le rodeaban con atención y admiración  y la esposa y madre de sus hijos era Charlotte. Dos mujeres aristocráticas y un escritor plebeyo, buen tema para una novela que no se ha escrito.
¿Quién era este Friedrich Schiller que veintiocho años antes de establecer su vida en Weimar había nacido en Marbach en Wurtemberg? No existe un fiel retrato de él. En el Archivo General de la Literatura Alemana en Marbach se conservan su sombrero y hasta la cuchara mordisqueada con la que comía su sopa. Era alto, delgado y su salud era quebrada. Para nuestro tema basta destacar la fuente fundamental  de esta vida: el deseo de la libertad, eso era la esencia vivificadora de todo lo que hacía. A la edad de doce años por iniciativa del padre ingresó a la escuela de cadetes, llamada Hohe Karlsschule, que el duque había creado copiando el modelo prusiano del lejano Berlin. La intención era clara, aprovechar los talentos de este semillero para reclutar personal administrativo para su proyecto de estado absolutista moderno. El duque personalmente se atribuía la patria potestad sobre estos alumnos y  visitaba con frecuencia su escuela, que era cuartel, monasterio y universidad al mismo tiempo. Por medio de su profesor Abel, Schiller conoció el empirismo inglés y  la obra de Rousseau y admiraba a este profesor, quien había pronunciado en clase un discurso valiente contra el despotismo en presencia del mismo duque. El estudiante Friedrich Schiller quiso ser filósofo, pero el duque decidió que fuera médico militar. Y así fue, después de fracasar al primer intento y viéndose obligado a permanecer otro año más encarcelado, se doctora finalmente en medicina. Durante un breve tiempo ejerció el oficio como médico  de regimiento y  parece que él mismo era su principal paciente hasta que decidió abandonar su temida patria, y numerosas ciudades libres con sus teatros le ofrecían refugio y precaria subsistencia.  Y ahora se encontraba en Weimar a la sombra del Júpiter Goethe. En 1789 Schiller  se refiere a Goethe y deja una nota escrita: ˝ Su destino ha sido tan distinto del mío. Qué fácil ha sido para él todo, y yo que tengo que luchar hasta este mismo instante.” Pero fue Goethe quien inició la etapa decisiva de su relación al abrirle el portón a un nuevo destino: Schiller, nuevo profesor de historia en la universidad de Jena, y esto significaba, poco sueldo y mucho trabajo.
El 26 de Mayo de 1787, dos años antes de la Revolución Francesa, tiene lugar ese evento crucial que cambiaría el curso de la vida de Schiller y daría inicio a una revolución en la universidad alemana y en Jena especialmente. La invitación a la lección inaugural se dirigió a toda la población: ˝¿Qué significa la historia universal y con qué objeto se estudia?” – Un tema más filosófico que histórico, se diría – y es cierto. La expectación era grande porque Schiller era un personaje conocido y la afluencia de curiosos era  mayor. Había que mudarse a la mayor sala disponible en Jena y aun esta quedó pequeña. La lección produjo un impacto. En toda la noche se oyeron los gritos ˝¡vivat!” de los estudiantes y una semana más tarde se hablaba sobre Schiller en todas las capitales desde Viena a Berlín y Hamburgo.
¿Qué había dicho Schiller? Su biógrafo Safranski dice que Schiller predicaba el entusiasmo por la verdad, la verdad como una disposición interior y Schiller manifestó eso con una crítica mordaz de la actualidad universitaria: El ˝ganapán” que predomina el escenario quiere vivir de la ciencia y no para la ciencia. Le falta entrega y coraje, invierte el orden de los valores, el desarrollo de las fuerzas espirituales no es para él ningún fin sino solamente un medio para ganar ˝oro”, alabanzas en la opinión general y favores de los príncipes. (de la política, se diría hoy)– Schiller todavía tenía una cuenta pendiente con la Hohe Karlsschule en Stuttgart, el martirio de sus años juveniles. – La verdad es la programática inicial de toda ciencia. El publico entendió que era un suceso extraordinario y  que presenciaba el nacimiento de una nueva era y tanto Fichte, Schelling y Hegel en este mismo lugar pisarán sobre las huellas de Schiller. El eco de su voz recorrió Europa y los revolucionarios franceses no tardaron en nombrar al ˝citoyen Frédéric  Giller” ciudadano de honor de la República Francesa. Schiller, sin ninguna duda, era republicano, pero estaba lejos de anhelar el cliché de Rousseau de aquel paraiso natural perdido que trataban de restaurar ahora sus seguidores revolucionarios. Schiller no creía en la nítida ejemplaridad idealizada de la naturaleza. Todo lo contrario, un lento proceso de evolución está liberando el género humano de su pasado bárbaro e incivilizado. Para poder alcanzar la libertad había que pasar por fases de desigualdad. Liberté y égalité no son tan fácilmente compatibles como  predican los jacobinos. El proceso de la civilización es un camino contradictorio, lleno de obstáculos, cargado de dolor e injusticia. Después del discurso de Schiller también a Jena llegaban las noticias de los sucesos de Paris , de  las protestas y motines que sacudían al vecino país. Schiller dio la bienvenida a ello, pero con tendencia poco revolucionaria. Para el historiador rige la ley de la verdad de los hechos, que le obligan a ser escéptico ante el entusiasmo de los ideólogos y contempla el mundo sin impaciencia porque ˝la historia es el enorme campo de trabajo de la humanidad entera. Quien ve la historia bajo esta perspectiva comprenderá que su propio destino está envuelto por el de toda la especie humana y mira más allá del breve arco de vida tendido entre nacimiento y muerte.” En letras poéticas lo dice así la Oda a la Alegría muy popularizada por la melodía de Beethoven. ˝Tiene que encenderse en nosotros una aspiración noble por la que, aceptando el rico legado de verdad, moralidad y libertad que hemos recibido de nuestros antepasados, lo entreguemos aumentando a las generaciones futuras.” Comprendemos hoy, por qué los estudiantes vitoreaban a su nuevo maestro después de los eventos ocurridos en Mayo 1968. Contenido, voz y tono del mensaje eran nuevos, nunca antes pronunciados en un ambiente tradicional universitario y un extraño entusiasmo se  apoderó de todos, que sin moverse de sus puestos, sentían que eran parte de un evento importante: Había nacido el idealismo alemán que marcó un ˝Wendepunkt”, punto final y principio de algo nuevo. Y esto parece haber sido la misión de Schiller, donde apareció, era creador de algo nuevo, no visto u oido antes.
Pero Schiller era entusiasta y escéptico  a la vez y se preguntaba: ¿Es eso cierto que el espacio universal de la historia nos envuelve o estamos destinados a vivir y comprender sólo nuestro presente? Tiempos pasados y venideros nos están vedados. El proceso histórico no nos revela ningún fin ni sentido. Observamos la sucesión ciega de causas y efectos. Schiller ha expuesto esto en múltiples ocasiones y ese dualismo marca las figuras de su teatro: ¿son sus personajes actores libres o marionetas de su destino?  Y el autor del drama Wallenstein nunca estaría de acuerdo  con esta ˝List der Vernuft -ardid de la razón” que según el filósofo idealista Hegel rige el curso de la historia. La siguiente reflexión coloca a Schiller en la cercanía de Spinoza y de Moses Mendelssohn: En un ensayo publicado en la revista Thalia Schiller revela su concepto de la religión y  se refiere a Moisés quien transmitió el mensaje del monoteismo al pueblo hebreo como una voluntad divina cuando eso era el resultado del uso de la razón ilustrada  que es el verdadero culto a Dios. La religión de Friedrich Schiller es fisosófico – estética. Del caos histórico sólo nos salva la razón.

4. ¿Cómo desarrolla Schiller esta idea  que al arte, a la literatura  corresponde la misión estética capaz de renovar la convivencia entre los hombres?  

Como muchos intelectuales de su tiempo Schiller había presenciado el espectáculo de la Revolución Francesa. Muchos se habían dedicado a plantar árboles de la libertad  para celebrar algo así como un oficio religioso de la revolución. Él no participó en eso; no solamente motivado por su natural escepticismo, su salud quebrada no le permitía ninguna extravagancia. Nunca conoció el reposo, la paciente reconvalescencia y como médico militar que había sido se recetaba las curas más violentas.  Más importante que la Revolución, será la lectura de Kant que comenzó en 1791 y llegó  a sacudirle mentalmente. Le había tocado la experiencia relatada por muchos intelectuales de su tiempo ˝das Kanterlebnis” que hacía que toda la metafísica se derrumbara y Schiller saca la conclusión:˝La verdad no se puede recibir de fuera; es algo que la fuerza del pensamiento produce por su actividad propia y en su libertad.” Así la imaginación se eleva al trono de todos los valores y la fórmula de Kant es determinante: ˝a ti mismo, desde ti mismo”. El centro de todo es la libertad humana, pues el materialista no es libre. ¿Qué califica entonces un objeto para ser bello? Su misma naturaleza no lo es; belleza es libertad en la aparición. Lo forzado, impedido, oprimido, nunca puede ser bello. Las fuerzas orgánicas son bellas cuando insinúan libertad y la belleza, juegan con materiales, con ideas, con el lenguaje; el criterio es, que tales elementos sean libres y esto se da en toda obra de arte donde el artista no impone sus ideas a la materia. La labor artística consiste en hacer parecer que las ideas salen de la materia misma. Así el artista es creador de la auténtica vida y la vida no es armoniosa, puede terminar en tragedia, es peligrosa y bella.  Eso es el idealismo de Schiller.  Goethe caracterizó la posición de Schiller así: ˝el público se opondrá vivamente y dentro de unos años la copiará.” Con su biógrafo Safranski nos preguntamos: ¿Qué  relación hay entre este concepto estético y los eventos políticos de entonces? Schiller considera que la masa del pueblo no estaba madura para vivir en la libertad que había conseguido y la exportación de la Revolución a los vecinos de Francia era un fracaso total. ¿Qué significa ser libres interiormente, y cómo conseguir esta libertad? La instrucción y la ciencia han creado una cultura teórica --- para bárbaros reales. Entonces, cuando se sueltan las riendas del estado natural autoritario, la consecuencia inevitable es la anarquía. La sociedad así liberada recae en su estado de barbarie  elemental. Por eso, antes de crear fundamentos para lo nuevo, no se deben romper las estructuras viejas. ¿Quién o qué va crear estas bases nuevas? Y Schiller formula una frase mágica: ˝Es por medio de la belleza que se camina hacia la libertad.” Parece que Schiller ha sido un vidente y muchos pensadores han continuado en esta línea. La división social ha producido muchos fragmentos de vida humana, que sumándolas no produce ninguna humanidad. Cada individuo ejerce su oficio, dice Hölderlin y pregunta,˝dónde está el hombre? Artesanos y pensadores veo, pero ningunos seres humanos.”  (Hyperion) La cultura teórica del la Ilustración se transformó en ideología del estado, y el ejemplo de un personaje como Robespierre demuestra que se puede establecer una razón del terror. En su carta 15 del escrito ˝De la Educación Estética del Hombre”, Schiller opone a razón seria del terror la frase:˝El hombre sólo es humano cuando juega.” Pero la vida moderna no favorece al hombre quien se lo toma a juego – todo lo contrario – y por eso la imparable tendencia hacia la inhumanidad y la barbarie. La modernidad proclama la ley de la utilidad y no del juego, en el sentido de Schiller y no de una consola informática. Todo lo que no es aplicación técnica carece de valoración. El aprovechamiento, la utilidad práctica, es el ídolo. Sobre eso el arte como belleza no tiene poder, y todos los talentos rinden homenaje a lo que técnicamente se puede aprovechar. Pero sólo la cultura del juego produce sublimación y con ella, civilización humana:”Kultur”.
Schiller , en su teoría estética, también se aparta de la sencilla proclama del teatro como un instrumento de la educacón moral. Con frecuencia se interpreta su obra teatral así. El arte como un juego sólo obtiene este resultado moral si no lo intenta expresamente. No es la buena intención de su autor que califica una obra de arte. El mundo estético debe ser regido por su propia ley, y esta es ser libre y de creativa imaginación.  Schiller proclama la autonomía artística: gran arte no pretende otra cosa que su propia autenticidad.
Con Safranski nos preguntamos, si el elemento lúdica no está creando nuevos problemas que Schiller no ha podido ver aun. El mundo informatizado y televisado no nos parece demasiado libre ni civilizado, aunque juege en permanencia.
Durante cinco años Schiller se había dedicado a evolucionar su teoría y Goethe opinaba que se trataba de tiempo perdido. Con su talento enorme habría podido escribir más textos literarios en lugar de dedicarse a la especulación filosófica. Thomas Mann en su interpretación siempre actual no lo ve así.  Friedrich Schiller es  aquel fenómeno humano  que se dedica a inventarse a si mismo. El resultado no es un ser impecable “comme il faut”. Su influencia sobre la vida cultural alemana a sido sobredimensional, como carácter único, como individuo inconfundible.  Es el intelectual caracterizado por la sentencia: ˝Nihil habens, omnia possidens.”(No teniendo nada, todo lo posee) En oposición a cierto tipo de intelectual moderno, de quien se diría: ˝Omnia habens, nihil possidens.”(Lo tiene todo, pero nada posee)
En el 250 aniversario de Schiller dediquémosle una flor al hombre por la actualidad de su mensaje, y quien en 1759 nació en Marbach – Wurtemberg para morir  el 9 de Mayo 1805 en Weimar - Turingia.

F. Manfred Peter
8 de Marzo de 2009

Notas bibliográficas
-Schillers Werke, Bd. 1; Bd.8 Philosophische Schriften. Berlin 1895.
-T.C.W. Blanning, Das Alte Europa. Darmstadt 2006.
-Rüdiger Safranski, Romantik – Eine deutsche Affäre. München 2007.
-Rüdiger Safranski, Friedrich Schiller oder die Erfindung des deutschen Idealismus. München 2004. (existe versión española, traducción de Raúl Gabás: Schiller o la invención del idealismo alemán)
-Thomas Mann, Versuch über Schiller. Frankfurt am Main 2005.
-Heinrich Pleticha, Das klassische Weimar. München 1983.

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