miércoles, 15 de octubre de 2008

¿Morir por la democracia?

“Tenemos una república que no sigue las leyes de otras sino que da leyes y ejemplo a otras, y nuestro gobierno se llama democracia, porque somos muchos y no pocos que administran la república.
Nosotros gobernamos libremente; y asimismo en los tratos y negocios que tenemos diariamente con nuestros vecinos. Comunicamos unos a otros nuestros bienes particulares y al bien común no infringimos, no por temor al juez sino por obedecer a las leyes.
No necesitamos encarecer nuestros hechos con elogios, pues, sabido es que, por nuestro esfuerzo y osadía, hemos hecho que toda la mar se puede navegar y recorrer toda la tierra.
Por tal ciudad, los difuntos cuyos exequias hoy celebramos han muerto peleando. La grandeza de nuestra ciudad se debe a la virtud y esfuerzos de los que por ella han muerto. Estos varones os ponemos delante de los ojos, dignos de ser imitados, para que conociendo que la libertad es felicidad y la felicidad es libertad, no temáis los trabajos y peligros de la guerra.”
¿Quién ha pronunciado este discurso?


¡No, no ha sido el sr. Bush!
Oportunidad para ello no le ha faltado, pero sí  le faltan el valor moral y el espíritu de radical igualdad manifiestos en el texto.  Por la causa de la democracia americana no pelean todos; sólo lo hacen a los que se les paga. Y el comandante supremo se encuentra lejos del escenario de los conflictos. Tal vez por ello le falta el vocabulario adecuado. En plena crisis de los valores, los occidentales suelen poner bombas y bombones, técnica y ayudas, en los campos de batalla. Sus fanáticos enemigos vierten sangre y exponen sus vidas.
¡No, no ha sido tampoco el sr. Zapatero quien pronunció este discurso! A ese político moderno le horroriza la guerra y le fascina la paz y el progreso exije que a la muerte violenta se le considera accidente y se debe combatir con el diálogo en la boca de los fusiles. La acción militar es el gesto teatral de una sociedad entregada a la barbarie de un diario bienestar. Democracia progresista no exije privación ni sacrificio. ¡Es tu derecho que te dejen en paz gozando la vida! El progreso acaba de reemplazar el ideal democrático, está prohibido mirar atrás, porque sobre los escombros del ayer se levantan los pisos modernos donde la eterna juventud habita.
Entonces, habrá sido uno de tantos políticos que llenan los escenarios públicos europeos y se pelean por exhibir  la manifiesta originalidad  de su proyecto.
¡No, tampoco! Nunca se atreverían exigir a un público sacrificio o solidaridad con un proyecto peligroso de difícil realización. El público moderno espera promesas, donaciones, regalos y subsidios, que le den soluciones y no retos inquietantes que perturban el descanso y las merecidas vacaciones.
¿Quién enonces ha sido el atrevido por alabar el sacrificio y la entrega de la vida a la democracia cuando estamos todos convencidos que el ideal democrático es uno de los trucos más para quitarnos la felicidad individual que se nos debe?
El individuo atrevido se llama Péricles, quien como político y orador dio ese discurso fúnebre en el año 431 a.C. en el cementerio del Keramicón de Atenas.
Su panegírico a los muertos en combate sirvió de soporte para formular un elogio a la gloriosa Atenas antigua que se nos presenta como cuna de la cultura cívica. El discurso de Péricles es un reto para la conciencia moderna: Ninguna promesa, ningún consuelo dulcificador en un momento de la derrota militar. Son los idividuos que activamente participaban en las decisiones que rigen la ciudad compartiendo sus riesgos. Así se transformaban en ciudadanos activos que gozan de libertad, justicia e igualdad. Esa ética o moral pública se traduce en proyecto colectivo en beneficio de todos y que  cuesta, y a ellos les ha costado la vida.
¿Por qué es imposible el discurso de Péricles en la actualidad?
Egon Flaig, profesor de historia antigua de la universidad de Rostock, menciona dos causas:
-1.La ausencia de consenso básico en la sociedad moderna.
¿Qué significa eso? No significa que todos seamos de izquierda o de derecha. Esa discusión aburrida distrae al público y no toca los problemas esenciales. Falta de consenso se  manifiesta en el comportamiento diario común y corriente que persigue el propio beneficio sabiendo que causa daño al interés general. La ausencia casi notoria de espíritu cívico en cuestiones de interés público es obvia y caracteriza el comportamiento tanto de pobres como de los ricos en nuestra sociedad. Un ejemplo patente son la actual crisis monetaria internacional o el pan y circo gratuitos en reemplazo de una verdadera política social. En ambos casos, solidaridad no es con el bien común sino con los propios intereses egoistas, indiferentes ante los daños causados a los demás. Sin embargo, todos ellos cultivan un lenguaje solemne e hipócrita, elemento principal de la publicidad y de campañas electorales.
-2.Prestar servicios es desprestigiado y sacrificio se toma por negativo.
Tonto es, quien no busca su propia ventaja y más tonto  aquel que no sabe poner a salvo sus intereses particulares ante las reglas que la sociedad le impone “injustamente”. El clamor a favor de la llamada “profesionalidad” en los servicos sociales no hace más que justificar la propia indiferencia. Libertad es ser libre de responsabilidad, e “insumiso”  sinónimo de autonomía.
La sociedad  bajo este estado de ánimo cae en nueva barbarie. Barbarie que ahora no se encuentra apartada de la civilización en un remoto lugar, sino ocupa su mismo centro entregado al progresismo. Cuando todo es considerado legítimo y para todo hay un derecho, ya nada tiene valor y todo se reduce a apreciación subjetiva.
Así la voz de Péricles ha perdido todo valor y carece de eco social; queda reducida a un elemento curioso de tiempos pasados. Admiramos la belleza museal del Partenón, pero preferimos las discotecas.
Naturalmente no nos referimos al mundo griego como un ideal. No podríamos soportar su cruel realidad. Pero deberá ser nuestra referencia cuando usamos la “democracia” para tapar proyectos egoistas de insolidaridad.

Manfred


Oct.2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario