martes, 13 de junio de 2006

Nota Rouco

Nota: Rouco alerta  ......  ABC , 17.6.2006, p. 51

El cardenal Rouco insinúa que democracia formal ( constitución y garantías jurídicas democráticas como en el caso de la constitución democrática alemana de Weimar de 1919) no es garantía de democracia real.
La experiencia alemana demuestra que se puede invertir el orden constitucional legalmente.


Deseo ampliar ese argumento:
A pesar de la divisón del poder en los distintos órganos democráticos, como lo garantizaba la constitución, el nazismo pudo imponer su orden totalitario aparentando legalidad.
Eso sucedió a través de la ventana que le abríó el artículo 48 de aquella constitución de 1919 que significa, que en caso de ausencia de una mayoría parlamentaria para elegir gobierno y legislar, el presidente electo (von Hindenburg) es autorizado a nombrar canciller ( con su respectivo gobierno) y decretar leyes de excepción (Notverordnung) que necesitan la posterior autorización parlamentaria. Si encuentra oposición del parlamento ( Reichstag) el presidente puede decretar la disolución del parlamento y ordenar nuevas elecciones.

Ese era el camino seudolegal que llevó en primer paso a Hitler al poder (Enero de 1933) y en un segundo paso (Marzo de 1933) de otorgarle poderes casi ilimitados.
Acto primero, Hitler - sin mayoría parlamentaria - había logrado ganarse el apoyo del círculo personal alrededor del anciano y senil presidente, y ese le nombró canciller en un gobierno de coalición formado por nazis y monárquicos enemigos de la república.
¿Por qué sucedió eso?
Los partidos republicanos (Zentrum, Socialdemocracia y DDP – Partido Liberal) no habían podido formar gobierno.
Hecho principal: El Partido Comunista – KPD – negó su apoyo; habría sido bastante la abstención para evitar un gobierno Hitler.
Pero nazis y comunistas iban en marcha común contra la odiada democracia de Weimar. La Internacional bajo el comando de Stalin prefirió a nazis contra capitalistas y “socialfascistas” ( los socialdemócratas).
Acto segundo, Hitler se sirvió de la represión política y social que le otorgaba su nuevo cargo: sus principales opositores en el parlamento
( Reichstag) fueron expulsados, intimitados, inclusive encarcelados.
( El mismo edificio del Reichstag se quemó. La autoría nunca fue aclarada. Fue más que acto simbólico, porque justificó la persecución de opositores al llamado “Movimiento Nacional“).
Así, la „ Ley orgánica para proteger la nación“ ( Das Ermächtigungsgesetz) fue aprobada por los que - con el permiso del nuevo gobierno -  aún ocupaban sus escaños en el Reichstag. La única oposición aun presente, la Socialdemocracia, se opuso (famoso es el discurso del portavoz Otto Wells). Sobre Alemania se apagaron las luces----.

Una vez, eliminado el Reichstag, el gobierno nazi pudo gobernar legítimamente sin tener en cuenta las hojas caducas de la constitución de Weimar, sin nisiquiera haberla tocado.
Una vez, eliminada la presidencia (después de la muerte de Hindenburg), el nuevo orden puso en marcha su proyecto totalitario, y “todo eso es  estríctamente legal“ subrayaba el ministro de propaganda Goebbels. Y los medios – hasta hoy – así lo creen.

¿En qué se parecen la España de hoy y Alemania de aquel tiempo?
España, garantizada como nación en su constitución, legalmente puede ser disuelta. Rodriguez Zapatero lo comprende perfectamente. Reformar estatutos de autonomía es plenamente legal. El instrumento está listo para roer el orden establecido desde las periferías. Un elemento esencial de la constitución puede ser usado como arma política dirigida contra ella misma.

No se trata de hacer falsos paralelismos con el nazismo para  evitar  comparaciones equivocadas. España no se encuentra en una situación similar a la de Alemania en 1933. 
Sin embargo, es obvio que hay cierta similitud (la que el cardenal destaca con acierto).

Yo observo la siguiente:
-la ausencia de una valiente defensa de la constitución en la opinión pública,
-el vociferío de minorías sectarias violentas que encuentra eco en la estrecha identificación con el ambiente político local y provinciano, una ola que no para de crecer.
-el beneplácito social de ese mismo público desorientado y aburrido que se hace colaborador de un proceso político sin entender su alcance, y
-la discreta colaboración de barones territoriales que buscan aprovecharse.
Y  además, las falsificaciones demagógicas del gobierno.

¡Pobre era Alemania!
¿Pobre de España?

Friedrich Manfred Peter
06/2006

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