sábado, 22 de noviembre de 2003

Indigenismo- un nuevo fantasma, reflexiones sobre un término de creciente actualidad.

por F, Manfred Peter

En el ambiente intelectual universitario colombiano, ya en los años setenta, observé la tendencia de relativizar términos sociales y económicos hacia lo “original o autóctono“ que en el fondo no era más que una manifestación de nacionalismo. Nació una ideología con colores de izquierda revolucionaria; sin embargo, su mensaje antimoderno la acercaba al modelo conservador antiliberal. Quedó claro, quién era el enemigo: el capitalismo internacional, más precismante el imperialismo yanqui. Los seguidores de este pensamiento “único“ solían ver el mundo y la historia universal como una lucha entre dos fuerzas: el bien contra el mal. Buenos eran los indios, malos los conquistadores, buenos los débiles, malos los fuertes y poderosos y perversos sus explotadores, etc.



¿Influiría la bienaventuranza bíblica del estado de la pobreza contra la condena del poder terrenal? Las “masas“ eran consideradas herederas de autenticidad pura y natural y a las élites se les atribuía el papel de traidores colaborando con el poder colonial explotador o con el imperialista gringo. Ese fundamentalismo alimentaba los movimientos de “liberación nacional“. Es obvia la similitud con el movimiento del 68 en Europa. Eran procesos paralelos. En ambos casos se trataba de una interpretación neomarxista de los respectivos problemas sociales; neomarxismo, que en el fondo había abandonado el carácter de investigación científica en favor de una visión utópico - romántica de los problemas reales. Y eso explica también la admiración o casi veneración que ciertos círculos europeos manifiestan hacia el indigenismo latinoamericano. Durante los años setenta y ochenta se había establecido ya un auténtico turismo revolucionario hacia los paraisos de la revolución, primero a Cuba, luego a Nicaragua y actualmente a Chiapas en Méjico. Los lectores de Erich Fromm y Marcuse, procedentes de clase media europea, temporalmente se hacían admiradores del Che. En los santuarios latinos, sin embargo, mandaban Mao, Kim Il Sung y el insuperable Ivan Illich. En aquellos años junto a las puertas de entrada de las universidades se veían pilas de libros y folletos que divulgaban una verdadera teología de la revolución. No es de extrañar que tantos sacerdotes seguían ese mismo camino temiendo que se pierda el rumbo de la iglesia ante los retos de los tiempos modernos; justificaban posturas belicistas combinando el mensaje espiritual cristiano con programas de redención social. Nació la “Teología de la Liberación“. Era el teólogo Johann Baptist Metz quien creó el sugestivo término de la liberación social , económica y política como mensaje teológico. Había sacerdotes que se pasaron de la teoría a la práctica e hicieron el paso a la actividad subversiva como Camilo Torres y Manuel Perez, colombiano el primero y español el segundo. El primero pereció en el campo de batalla. Murió enfrentado a uno de sus compañeros de estudios secundarios que se encontraba como oficial al mando del destacamento militar que le mató durante una emboscada. Manuel Perez dirigía el grupo ELN (Ejército de Liberación Nacional) hasta su muerte provocada por la hepatitis. En uno de los barrios de Medellín ví en una iglesia la imagen de un Cristo con los brazos extendidos que llevaba una metralleta colgada en el pecho. Un caso de extremismo digno del lugar donde sucedió: en la capital mundial de la violencia. Medellín había sido también la sede de aquella famosa reunión de los obispos latinoamericanos al final de los años sesenta que terminó con la proclamación del Manifiesto de Medellín que expresa simpatía y solidaridad de la iglesia con los movimientos revolucionarios populares. Mientras tanto han pasado muchos años y la iglesia oficial se ha distanciado tanto de estas como de otras actividades de dudosa actualización: Joseph Ratzinger contra Johann Baptist Metz logró poner límites a la profética teología política. Con el apoyo de Juan Pablo II impidió también los excesos de otra tendencia en la teología moderna, la invasión de espiritualidad asiática y la psicologización del mensaje cristiano, tendencias que están presentes en la iglesia católica de Europa y de EEUU. La adaptación a la modernidad sigue siendo un reto y causa problemas como casi a diario ilustra la lectura de la prensa.
Según el escritor portugués Eça de Queiroz americanos no existen. Sólo hay europeos nacidos en América. Sin embargo, existe la voluntad histórica de los americanos, tanto del norte como del sur del continente de no querer ser europeos. Para el mismo autor el nativismo americano es el “hijo bastardo de la Doctrina de Monroe“. Esa doctrina fue pronunciada en 1823 por el entonces presidente de los EEUU Monroe y se suele resumir en una sola frase:
¡América para los americanos!
Esa sentencia está muy cerca de aquella manifestación anterior del Libertador Simón Bolívar durante la campaña de exterminio contra la “maldita raza de los españoles peninsulares“ que marcaba la primera etapa de la guerra de independencia de Hispanoamérica. Había que ser criollo, haber nacido en aquel continente, para ser verdadero americano. Pero ¿quién es el criollo?: ¿el blanco, mulato o mestizo? Nunca quedó claro.
El indio no lo era, y era el único con derecho a reclamar propiedad del continente americano.
Pero estaba ausente y no poseía voluntad política ni protagonismo social alguno, ni en el Norte ni en el Sur. Había nacido el nativismo americano que sirvió como arma política de emancipación de la tutela o de la intervención de los europeos. Los EEUU fueron la primera nación en definirse anticolonizadora desde su orígen mismo. Monroe no hizo más que confirmar eso.
Sin embargo, ¿no encerraba la doctrina otra aspiración más, manifiesta sin ser pronunciada?
Eça de Queiroz lo ilustra así:
“Entonces desde el Sur y desde el Centro subirían lentas filas de emisarios, unos con viejas carteras atestadas de papeles (a falta de oro), otros cargando fardos llenos de cacao o de café, todos camino de Washington, a depositar el tributo en la escalinata del Capitolio, a los pies del presidente de los Estados Unidos de América, el presidente de los presidentes, el dueño supremo de los hombres. Como el viejo Jerjes.“1
Los criollos burgueses suelen estar indecisos si admirar o rechazar al que llega del otro lado del Océano. Tan pronto se deciden por una actitud como por la otra, y a veces por ambas al mismo tiempo.
De ese nativismo latino finalmente surge el indigenismo.
“Adoran a Cristo y dan culto a sus dioses. Temen a Dios, y no lo temen. Le temen de palabra, mientras insta el juez o el sacerdote; le temen mostrando una apariencia fingida de cristiandad.“2 Hasta hoy se observa la tendencia al sincretismo religioso. En el Santuario de las Lajas al sur de Colombia observé un grupo de indios ecuatorianos que después de rezar ante la imagen de la Virgen se dirigían al arroyo cercano ofreciendo allí su oración y ofrendas a Pancha Mama, a la Madre Naturaleza.
Con esta intención el indio se acerca al chamán. Este sacerdocio original consiste en utilizar toda clase de signos para comunicarse con el ser supremo para lograr el mejor resultado de la consulta. Para lograr el resultado óptimo, utiliza todos los requisitos disponibles, estampas de santos y colmillos de jaguar.
El que contestaba así podría figurar en cualquier fotografía como auténtico “pielroja“.
En la actualidad no estoy tan seguro que la respuesta sería esa. Podría suceder que el transeunte diría:
Hay nuevos indios -rubios con los ojos azules - que se identifican con elementos culturales que apenas son fragmentos o inclusive creaciones de la fantasía folclorista.
El indigenismo moderno como los etnólogos dirigen sus miradas hacia Centroamérica, las zonas Andina o Amazónica para redescubrir herencia y mensaje del indio americano.
Bolivia y Perú están en el centro de la observación. Cuzco, la capital incáica de Perú en oposición a Lima, la capital de carácter hispano, reune en esencia lo que el indigenismo moderno venera: autenticidad cultural e identificación con el legajo histórico de una población numerosa. Las figuras del inca Atahualpa y de su sucesor rebelde Tupac Amaru son los nuevos santos de su veneración. Ambos son considerados mártires históricos de la causa indigenista porque sufrieron persecución y muerte por el colonizador español. Tanto en Perú como en Bolivia la frontera entre la población indígena y la mestiza aculturada variaba mucho según las circunstancias. Ya en época de la colonia el indio que se declaraba mestizo podía escapar de la reclutación para los trabajos forzados mineros, la Mita. Bastaba abandonar la tradicional vestimenta, cambiar el cayuco por el pantalón, ponerse otro tipo de sombrero y todo estaba arreglado. El nuevo indio moderno es un ser romántico, se identifica con la vida dura en la Serranía, mientras su hermano mestizo, el cholo, prefiere la vida en un suburbio miserable de Lima. La chola o cholita se dedica hábilmente a algún pequeño negocio callejero. El cholo y la chola son prototipos del personaje adaptado a un ambiente ajeno que manejan los trucos
y engaños perfectamente que una sociedad injusta les impone. La organización maoista Sendero Luminoso ha sabido explotar estos clichés en su favor; idealizó la vida dura serrana contra la perversión de un mundo enajenado introducido por el colonialismo español. La revolución debería comenzar en el campo, para luego tomar las ciudades.
Alabar las virtudes del despotismo inca contra la herencia del colonialismo español no les parece una contradicción absurda.
El lider del movimiento indigenista boliviano Pachakutik Felipe Quispe juega la carta del fundamentalismo plenamente; se deja llamar “Mallku“ que significa condor o gran jefe. Desea volver Bolivia atrás a un estado similar al prehispánico. Esa refundación de la nación indígena se llamaría “Collasuyo“ quedando borrado el nombre de Bolivia y toda huella de la colonización hispana. Proclama un racismo excéntrico: vencer el imperialismo con el nacimiento de por lo menos quince bebés indios por madre india. Junto con el representante del Movimiento por el Socialismo Evo Morales ha conseguido tumbar el gobierno de Sánchez de Lozada.3 Todo indica que el indigenismo acompañará la política americana durante un tiempo indefinido.
FMP Nov.2003


Hoy en toda América Latina se encuentra ese movimiento de base como elemento tanto en los gobiernos democráticos como autocráticos. Aparentemente el estilo democrático se impuso. Novedad: el golpismo tradicional se adorna de retórica populista. Ya no son los generales en sus uniformes de corte norteamericano o coroneles formados en las escuelas antisubversivas que mantenían los EEUU en Centroamérica. El “señor presidente“ metido en su uniforme de opereta cargado de medallas y condecoraciones que se encierra en la soledad de su lujosa mansión ya no es actual. Ahora es el comandante de turno vestido con el traje de campaña y con el puño en alto que con su retórica bolivariana entusiasma las masas. El caso del ascenso imparable del teniente Chávez a la presidencia venezolana es el ejemplo más patente de ello. Sociológicamente hablado, pertenece al grupo de los criollos pardos, de mestizaje indefinido, un heredero del llanero Paez, luchador independista y tanto compañero como rival de Simón Bolivar.
Hoy, todos los dirigentes latinoamericanos tienen que tener en cuenta ese ambiente que se ha formado tras largos años de indoctrinación desde las sedes universitarias y que se dirigía a sociedades que carecen de formación y tradición críticas. El ciudadano latino en activa participación es un ser desconocido. El que participa en la vida pública lo hace por su propio bien cuidando su bienestar y el de los suyos. Naturalmente de esta regla, como de todas, también hay excepciones.
Además, el indigenismo ha recibido un fuerte apoyo através de las tendencias ecologistas modernas. Se considera que las sociedades originales indígenas eran sanas y carentes de ese “pecado original moderno“ por no haber conocido la explotación de la naturaleza. Ese hecho se reprocha generalmente al capitalismo industrial salvaje del mundo desarrollado que es declarado único responsable de los males de la tierra. Según esa tesis, Indoamérica o Amerindia ha sido inocente desde sus más lejanos orígenes, tal como se presenta el paraíso bíblico. Así, la doctrina iluminada posee el privilegio de no tener que presentar pruebas para conseguir credibilidad, mientras las deficiencias del enemigo capitalista no son justificables porque son tan aparentes que no necesitan ser demostradas. Para Javier Lajo, dirigente indianista peruano, todo mal reside “bajo la coraza metálica del -viracocha- “, del conquistador desalmado histórico y del moderno.
La coraza metálica indica quien es el responsable y considerado orígen del mal que sufre Amerindia y el resto de la humanidad: es la filosofía occidental, el dualismo platónico de orígen, causante de un concepto erróneo del mundo y de su naturaleza que impide la armoniosa integración de la actividad humana en su medio ambiente y la pacífica y feliz convivencia de todos los seres.
Una vez más, se propone un remedio contra la “alienación“ infeliz que sufren los hombres descrita por Hegel y Marx. Esta vez son los indios americanos llamados a ser guías para ecologistas, antiglobalizadores y otros decepcionados del mensaje tradicional marxista. Durante los decenios pasados se ha formado una “internacional del chamanismo“ que se recrea en los misterios que se esconden tras los gestos y ritos secretos de indios andinos y amazónicos. La izquierda revolucionaria que había perdido su Eden en el Este de Europa acaba de encontrar otro al Sur del Río Grande. Un Eden que se esconde en la profundidad de la selva amazónica o en los tugurios fríos y pobres de las capitales andinas.

¿Cuál es el orígen del indigenismo moderno?
–El nativismo americano.
En realidad, la doctrina sirvió en varios sentidos: para rechazar el intervencionismo europeo sobre el continente americano, para fundar el nacionalismo de norteamericanos y para justificar su predominio sobre el Sur. Sin embargo, abrió el camino a la búsqueda de una identidad propia de todos los americanos en el nativismo.
El inmigrante europeo - y sobre todo el español - en Latinoamérica encuentra frecuentemente una psicopatología complicada:
La relación con norteamericanos es más complicada todavía, porque en ella predomina el factor del poder económico y la relación entre el imperio y su zona marginal dominada. El amor - odio caracteriza esa relación. Así, la identidad latina se alimenta principalmente del elemento nativista: el modo de ser particular, las costumbres sociales y culturales, destacando una “latinidad“ contra el carácter anglosajón, económicamente fuerte, pero pobre en cultura humana.
El idioma inglés o español no es el principal diferenciador porque todos aprenden inglés; pero insisten en un modo de vivir latino que encuentran superior a la cultura ordinaria del Norte. Frecuentemente se cita la supuesta rivalidad entre los idiomas español e inglés. Pero realmente no existe. El español acompaña la extensión lenta de la cultura latina de Sur a Norte. Prospera bajo la
1 Eça de Queiroz, A propósito de la Teoría de Monroe ...,cit.Revista de Occidente, Oct.2003. Pg.133.

sombra del inglés - casi fundiéndose en el spanglish.
–¿Es el indigenismo un nativismo del resentimiento?
Para entender el ambiente indígena son útiles las observaciones que los primeros misioneros hicieron: Destacan la sorprendente facilidad de la conversión:
Los indios centroamericanos actualmente van de conversión en conversión. De Méjico a Guatemala se presenta una fragmentación religiosa impresionante en todo el repertorio posible de filiaciones: iglesias protestantes históricas, protestantismo fundamentalista, grupos carismáticos pentecosteses. Además de otros grupos no propiamente cristianos: mormones, testigos de Jehová. Inclusive existen grupos de indios judíos y musulmanes. Eso lo relataba el famoso reportero emigrante Erwin Kisch en los años treinta en Méjico. ¿A qué se debe este fenómeno único en el mundo?
Mientras al europeo le cautiva la idea, al indio -así parece- le fascinan la forma, el estilo y los signos. No se convierte a otra fe, sino acepta con gusto un nuevo rol, se hace protagonista en otro escenario que posiblemente le trae nuevas e interesantes experiencias o simplemente ventajas personales.
El chamán amazónico busca la misteriosa conversación con el dueño de la selva para pedirle permiso para la cacería de sus clientes, los cazadores. Ese dueño es tan humano como animal, lleva garras y colmillos de jaguar. La doctrina humanista que coloca al hombre en el centro de la naturaleza no tiene vigencia. Cuando el ser humano es idéntico al de los animales que le rodea no es posible establecer un código de valores autónomos. Todos los etnólogos coinciden en esa observación.
El humanismo es el producto de una relación dialogada entre el hombre y la naturaleza. La mentalidad indígena no ha llegado a ello. Por eso, cristianismo o maoismo no significan más que signos para optimizar la vida individual o colectiva. El tema de la verdad carece de importancia. Pero queda la pregunta:¿Quiénes son los indios que piensan y actúan así?
¿Hay una decisión por el indigenismo?
En el ambiente latinoamericano es muy complicado definir quién es indio. Tradicionalmente no se les encontraba porque características raciales en un mundo definido por el mestizaje no significan nada. Cuando un viajero preguntaba en una ciudad como Pasto por los indios, cualquier transeunte le habría contestado:
–¿Indios? por aquí no hay ningunos. Ellos están por ahí, más allaaaaa....
2 Manuel Gutierrez, El estilo de la civilización amerindia....,cit.Revista de Occidente,Oct.2003.Pg.19

–¡Yo soy indio paez y ¿quién es usted?
Conclusión: Un fantasma transcorre el continente sudamericano, el fantasma del indigenismo. Pretende poner en peligro los intereses de neocolonizadores e imperialistas y proteger los pueblos de la explotación debido al neoliberalismo globalizador. Hasta ahora sólo ha logrado impedir la renovación necesaria de las estructuras político - económicas en las regiones donde ha ejercido su influencia: Centroamérica y Zona Andina. A la vez ha logrado desatar una ola de violencia que ha puesto algunos regiones al borde de la autodestrucción. En el fondo no se trata de otra cosa que de una variante del mismo fundamentalismo etnocéntrico que en la era de la globalización se ha hecho universal, desde los Balcanes a Cataluña y el País Vasco, hasta las Américas. Como todas las doctrinas totalitarias no es renovable ni domesticable - lo demuestra el ejemplo vasco - . Solamente se cura a través de su propio hundimiento. Mientras no sucede esta derrota, conseguirá adictos, admiradores- idealistas igénuos europeos-, colaboradores y muchos aprovechadores astutos.


3 Le Monde International, 22.11.03.

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