Cada época vive bajo la sombra de cierto ideograma, cuajado
entre los clichés de rigor. El autoritarismo histórico ha sido reemplazado por
un democratismo izquierdizante. No se justifica, está presente, exige
obediencia y basta.
Seguir esta ruta es fácil, promete éxito. En sus puntos
culminantes significa reemplazar tradición, estado y religión por actvidades de
ONG.
Marcharse a África, dejarse secuestrar, lo que fue previsible,
sufrir martirio, lo esperado, y finalmente, ser rescatado con el costo de
inmensas sumas de dinero público, es el camino garantizado a la santidad láica.
Los medios deben ser críticos, y esto significa, interesarse
por la suerte de los secuestradores. Que no se les haga daño, son víctimas de
abusos del capital, monopolio insensible y responsable del maltrato de millones
de santos inocentes.