martes, 12 de octubre de 2010

Continuidad totalitaria ¿El Relevo?

En el siglo XVIII, Edmund Burke percibió en la ideología jacobina y el Terror subsiguiente el primer experimento histórico de una "complete revolution". En el XIX, nuestro Donoso Cortés tuvo la visión apocalíptica de una revolución social profunda que generaría un "tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso". Habría que esperar al siglo XX y a la revolución comunista en Rusia para presenciar la primera "revolución total" o "totalitaria" consolidarse como sistema de dominación, que a su vez inspiraría también al nazismo (nacional-socialismo) de Hitler: el materialismo económico sustituido por el materialismo zoológico, la lucha de clases por la lucha de razas.


Esto escribe Manuel Pastor, y está tan claramente dicho que invita a un comentario.
“Las revoluciones totalitarias del siglo XX” y sus consecuencias era el tema de la Escuela de Frankfurt; y fue Hannah Arendt a quien corresponde el mérito de haber definido el carácter específico de un “régimen totalitario” para diferenciar el sistema totalitario del autoritario tradicional. Los regímenes fascistas europeos del siglo XX  son fundamentalmente autoritarios, pero nazismo y comunismo no encajan en eso. Por eso el término "nazifascismo" es una falacia inventada por el comunismo estalinista porque así podía negar la aparente similitud entre comunismo y nazismo, porque ambos banalizaron el término "materialismo" – de orígen filosófico - para someter toda la realidad político - social a un único proyecto totalitario fundamental: unos a "fe economista"( =colectivización) y otros a "fe racista"(=depuración racista), ideologías de diseño para "cómo ha de ser" el mundo real después de eliminar todo lo que estorba el proyecto redentor, como el arquitecto que manda a destruir lo que impide levantar su maravilloso edificio, o como la mano del cirujano  cuando elimina tumor y pus para sanar el cuerpo, metáfora que solían usar los instructores SS para justificar la eliminación de vidas no dignas de vivir –
(unwertes Leben). Fue en los campos de concentración, los KZ nazi y los Gulag sovjéticos, donde - entre el exaltado fanatismo y la ciega obediencia – se eliminó la masa humana estorbante, operación friamente calculada y mecanizada, en el caso alemán casi automatizada. No se trataba de eliminar adversarios, potencialmente peligrosos, se les liquidaba porque no cabían en el programa, por su diferencia real o imaginada, porque habían cumplido su misión, eran inútiles, estorbaban la marcha hacia el espejismo de “un mundo diferente”, pretendido “perfecto”, el Reich del milenio, la utopía definitiva.
Mussolini y Franco u otros dictadores "autoritarios" nunca llegaron a eso, y fueron tratados con menosprecio por los nazi. Igual hizo Stalin al despreciar a sus aliados republicanos en la Guerra Civil española: "escoria que la historia dejará atrás" y que una vez "habrá que eliminarla" - comenzando con el POUM o actividades de checas como Paracuellos.
¡Qué equivocados están muchos analistas de la Guerra Civil sobre la real esencia de este conflicto! No miran más  allá de los requisitos del escenario cuando la describen como la lucha entre Libertad y Dictadura. Bajo la superficie se enfrentaron opciones totalitarias.
La derrota nazi – 1945 – y la caida del muro – 1989 – habían dejado vacío temporalmente el escenario funesto; quedaron en su propia salsa: coreanos, cubanos y en cierta medida los chinos. La noticia de la caida de sus dioses no llegó hasta allá y por eso aun viven su propia apocalipsis retrasada.
Pero, ¡preparado está el relevo!:
Ahora y para muchos años en adelante, el islamismo ocupará el lugar vacante del totalitarismo porque su teoría de combate encaja maravillosamente en el escenario mundial. Liberarse del predominio occidental, es de fácil difusión. Este mensaje está ganando terreno en todos los continentes, hasta en el aire, como demuestra el evento del 11 de Septiembre. Ya algunos huérfanos del totalitarismo comunista se pasaron a la nueva "fe" totalitaria: Garaudy, de marxista se pasó a islamista. Todo converso es un potencial yihadista, lo demuestran unos ex – neonazis alemanes.  Ya Adolfo Hitler recibió con honores al Mufti de Jerusalén, quien iba en compañía de un pequeño familiar: Yasir Arafat, el famoso "libertador" de Palestina y al que Hitler cacheteó la mejilla. ¡Qué gesto tan acertado!
Hasta ahora, todo intento de sofocar el nuevo totalitarismo ha sido inútil, tanto las medidas militares como las ofertas de diálogo y de compromiso. Muy pocos se han atrevido a llamarlo por su nombre: un nuevo fantasma recorre el mundo, ha nacido un nuevo nazismo con esencia de religión y eso parece hacerlo invulnerable porque así lo creen sus creyentes. No le alcanza ningún argumento racional, su credo es intocable , exije sumisión y obediencia, la traducción exacta de la palabra árabe “islam”. La sociedad occidental se encuentra paralizada ante el reto yihadista, la guerra en permanencia, nunca declarada que crece con cada derrota. ¿Y es por eso imposible la paz?

Manfred Peter

octubre de 2010

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