Bajo la sombra de un roble -O -Buscando la tierra de los Griegos a través del alma -Hölderlin & Heidegger -
„How do you operationalize it?“ = Estilo anglosajón.
„Peut-on
dire cela en bon français?“ = Estilo galo.
>Wie
können Sie das zurückführen / ableiten?<[1]
¿Cómo
lograr a deducir / derivar esto? =
estilo teutón.
Pocos pensadores son tan identificables con su
tierra natal como Heidegger y Hölderlin y pocos autores representan tan plenamente el estilo considerado teutón
en filosofía y literatura:
Friedrich Hölderlin, poeta del siglo XVIII y
Martin Heidegger, filósofo del sigloXX.
Ambos proceden del sudoeste alemán. El primero es >Alamán<como los suizos,
badenses y alsacianos y >Suabo< es el segundo. Son habitantes de dos
provincias vecinas: Baden y Württemberg que forman el Land
>Baden-Württemberg<.
Me limitaré a presentar una breve reflexión
sobre la sombra de la encina / roble[2] que ambos han buscado para recrearse en ella.
Este árbol,característico de los bosques extensos de la región, ha sido importante
para el proceso de creatividad de ambos, ya que es imagen poética, metáfora y
símbolo de la existencia a la vez.
Friedrich Hölderlin publica el poema >Die
Eichbäume< en 1797 en la revista Die Horen, editada por Friedrich Schiller y
Federico Bermúdez - Cañete presenta la siguiente versión española:
LOS ROBLES
Desde
los huertos voy hacia vosotros, oh hijos de los montes.
Desde
los huertos donde vive, doméstica y paciente la naturaleza,
cuidando
y a su vez cuidada, unida a los hombres laboriosos.
Mas
vosotros, magníficos, os erguís como un pueblo de titanes
en
un mundo sumiso; sólo os pertenecéis a vosotros mismos y al cielo
que
os dio alimento y os crió, y a la tierra, de la que habéis nacido.
Ninguno
de vosotros fue a las escuelas de los hombres
y os
alzáis, libres y gozosos, desde vuestras recias raíces,
en
grupo y, como el águila a su presa, agarráis
el
espacio con brazos poderosos y hacia las nubes
se
orienta vuestra copa soleada, serena, inmensa.
Un
mundo es cada uno de vosotros; vivís cual las estrellas
del
cielo, como un dios cada uno, unidos en libre alianza.
Si
yo pudiera soportar la servidumbre, no envidiaría
a
este bosque, y gustoso me uniría a la vida en sociedad.
Y si
a la sociedad no me ligase el corazón, que no renuncia
al
amor, ¡qué gustoso viviría entre vosotros![3]
Los robles de Hölderlin son más que árboles de
los bosques, verdes en verano y tristes y melancólicos en el invierno. El autor
del poema los llama Titanes. Así había llamado también a Fichte y a los
príncipes poetas de Weimar. En vano había buscado empleo en la universidad de
Jena donde existía concentrada la élite, el parnaso de la escuela del idealismo
alemán. Hölderlin tenía que contentarse con su situación de ser un servidor, un
lacayo, preceptor de un hijo varón en la familia del banquero Gontard en
Frankfurt. Allí se enamoró de Susette, la joven esposa de su patrón, y ella de
él. Ella será transformada en Diotima de su obra poética. El autor
confiesa su situación personal en el
texto. Pero, el poema es más que la confesión de una pena personal.
El banquero Gontard había enviado a su familia
a salir de Frankfurt en compañía del preceptor para huir de las tropas
revolucionarias que amenazaron la vida tranquila y opulenta de la ciudad
imperial. Hölderlin era partidario de estos jacobinos que venían cruzando el
Rin a llevar la bandera de la igualdad y libertad al Sacro Imperio.
El poeta dice que no puede soportar la
servidumbre y desearía unir su vida a estos Titanes, hijos de los montes y
libres. El bosque de los robles es su metáfora poética del triunfo de la libertad sobre la servidumbre
que reside en la naturaleza doméstica y paciente de los huertos. Pero, hay otra
limitación de este deseo de la libertad: es el amor que liga su corazón y le
obliga soportar una servidumbre que sus
ideas detestan.
¿Cómo resolver este conflicto entre ideal y
realidad?
El poeta se aleja de este mundo que le acosa.
Se monta en la barca de la fantasía que
lo lleva a Grecia. Allí se encontrará rodeado de genios y de los dioses
inmortales. Los griegos de Hölderlin son los alemanes idealizados como Hiperión
y Diotima. De las contradicciones de la vida real sube a este mundo de los
seres perfectos y magníficos que se elevan sobre un pueblo sumiso porque sólo
pertenecen a si mismos y al cielo, como los robles. Este cielo para Hölderlin
se transforma en el éter de los dioses inmortales.
Además, el joven idealista había comprendido
también que los soldados de la revolución no habían venido de Francia a traer
sencillamente la libertad. Sus bayonetas anunciaron intereses políticos y una
voluntad imperial.
Es conocido el final trágico de la existencia
del poeta: El perturbado mental que vivía tantos años recluido en la Torre de
Tubinga solía contestar a las preguntas de los escasos visitantes en una mezcla
de griego clásico y alemán: ¿Viviría cual una de estas estrellas del cielo?
Probablemente. Pero muy alejado de la imagen de
un roble viguroso que agarra el espacio con brazos fuertes y se orienta hacia
las nubes: un dios en unión con otros, en libre alianza.
¡Qué hermoso modelo para la convivencia humana!
¡Qué inmensa distancia entre el ideal y la realidad!
En 1949 Martin Heidegger redacta >El Camino
del Campo<, 150 años después la redacción del poema de Hölderlin y el
contexto histórico es totalmente diferente.
Alemania acaba de salir de la peor de sus
catástrofes históricas
¿Qué tendrá que decir el autor famoso de >El
Ser y el Tiempo< y colaborador del régimen nazi?
El texto de Heidegger es de gran fuerza y
densidad poética. El camino que describe se abre entre campos y bosques de la
Selva Negra, patria chica del filósofo, donde vive su vida de pensador y
campesino. No menciona los abetos que son los árboles que predominan en estos
montes, dándoles su color oscuro, y por esto llamada >silva nigra< ya en
los tiempos romanos.
A Heidegger le fascina la presencia de los
robles. Es el olor de la madera, la lentitud con que el árbol crece. Su tallo
robusto y fuerte, su copa ancha. Este lento crecer siginifica:
-
abrirse a la inmensidad del cielo y a la vez arraigar en la oscuridad de la
tierra.
Son
palabras casi idénticas a las que Hölderlin ha usado para alabar a los robles.
Sin embargo, Heidegger dirige la mirada hacia
otra dirección:
-Todo
lo florecido sólo florece si el hombre está igualmente disponible tanto a la
llamada del cielo altísimo, como al mismo tiempo acogido bajo la protección de
la tierra que lo porta y lo sostiene.[4]
El roble ( o la encina en su variante
mediterránea ) se transforma en
auténtico personaje que marca la ruta del camino del campo. Es un signo de
orientación para todos los que han pasado y pasan por el camino. De esta forma
marca también las actividades tanto para el campesino como para el pensador. La
madera del roble que ha caido bajo el hacha del leñador - el padre del autor-
se transforma en los múltiples objetos para uso doméstico y labores del campo.
También las casas suelen ser construidas con esta madera dura y resistente.
Casas anchas y sólidas que dan protección a los animales como a los hombres
durante los largos meses de invierno cuando todo lo cubre el manto de la nieve.
De la corteza de estos robles viejos los niños
suelen tallar sus barcos de juguetes, dice el autor, recordándonos nuestra
infancia cuando los juguetes no se compraban en tiendas especializadas.
El lector se encuentra ante un cuadro de tono
nostálgico: un jardín de Eden que está en el camino de perderse. Una nostalgia
que plenamente comparte y una vida cuyo sabor y valor añora.
Pero, el texto revela también el carácter de su
autor, replegado y encerrado en su provincia de orígen. Se le ha acusado con
frecuencia de provincianismo anacrónico y hay suficiente motivo para ello
estudiando su biografía.
El texto manifiesta cierta cercanía a la ideología nazi de
>Blut und Boden< ( Sangre y Suelo). No podemos negar que elementos no
racionales hayan servido para forrar el arsenal ideológico del nazismo alemán,
y Martin Heidegger no ha sido inocente en este sentido, porque prestó su
colaboración activa. También hay que decir claramente que no existe ningun
distanciamente de parte del filósofo de este uso abusivo de elementos de su
pensamiento por la ideología nazi.
En el
año 1949, cuando escribió este texto, habría tenido la oportunidad de corregir
y rectificar.
No lo hizo. Un defecto, reclamado por su
enemigo íntimo Theodor Adorno, otro maestro en el arte de escribir a veces en
forma incomprensible: Le reprochó el uso de un lenguaje especial de rebuscada y
falsa profundidad oscura ( Jargon der Eigentlichkeit).-- Heidegger no contestó.
Sin embargo, sería un polémico menosprecio
reducir su importancia y entender >El Camino del Campo < de esta manera:
¿Entonces, qué significado tiene el roble para
el pensador Martin Heidegger?
Heidegger manifiesta:
- Lo
Simple guarda el secreto de lo que permanece y de lo Grande.[5]
Es obvio que para Heidegger el roble adquiere
carácter de símbolo vital. Es más que una metáfora poética que encierra un
mensaje filosófico y social como en el poema de Hölderlin.
El pensador
usa el símbolo del roble para
que la filosofía sepa concentrarse en lo
simple, lo sencillo, cultivando el pensar como el campesino cultiva la tierra.
Los robles de Hölderlin son metáforas de un
idealismo desbordado que choca contra el mundo real.
Los robles de Heidegger son un símbolo para la
labor vital de todo hombre, del catedrático y del filósofo. En su forma más
pura se encuentra en la labor tradicional y milenaria del campesino.
Tanto es así, que Martin Heidegger identifica
lo humano esencialmente con el carácter del campesino. En un sentido estricto
personal, Heidegger no quiso ser más que un campesino de su tierra y también -
pocos lo saben - profesor de esquiar - además de filósofo.
Cuenta una anécdota que durante los años
cincuenta en la universidad de Viena tuvo lugar una conferencia sobre la filosofía
de Martin Heidegger. Estuvo invitado el público en general con el fin de
acercar a las personas no especialistas a la difícil tarea de la interpretación
de un texto de Heidegger. Al final, el director encargado de la conferencia
inicial quedó satisfecho y comentó a un amigo:
-Parece
que he sido comprendido por mi público. Observé a un hombrecito con cara de
campesino que estaba sentado en la primera fila y me miraba sonriente y
contento. Parece que lo entendió todo.
- Claro que sí, le contestó su amigo,
- Este era el mismo Martin Heidegger.
Proceder como el campesino hace, para revelar
los fundamentos de nuestra existencia, así podría describirse el método
heideggeriano de filosofar.
Pero, para actuar así, Heidegger tuvo que
seleccionar estrictamente sus objetivos. Como de los bosques le
interesaban sólo los robles: Los
mensajes relevantes de la filosofía del pasado para Heidegger eran los
filósofos griegos y entre ellos los presocráticos.
De entre ellos sacó los textos claves para
someterlos a análisis. Grecia para Heidegger no es el mundo maravilloso de los
dioses inmortales de Hölderlin.
La lengua griega es la portadora de las
palabras claves. Igual a las semillas el campesino / filósofo las hace crecer y madurar para cosechar sus
frutos maduros.
Heidegger y Hölderlin representan dos formas de
deducción de la realidad compleja a sus causas y orígenes últimas. Sus obras
son un manifiesto del carácter teutón en el buen sentido de esta palabra:
Buscar y revelar el principio fundamental de las cosas. Ir al grano y no
conformarse con medias verdades bien empaquetadas retóricamente.
El poeta y el filósofo intentan analizar su
mundo. Este proceso no sólo es reflexivo sino apasionado y existencial. No
admiten la indiferencia ni la pasividad. Ambos se sirven de un medio que en
mismo tiempo es un contenido: la lengua alemana. Su imagen del hombre es de un
ser dedicado por su naturaleza a la reflexión ( ein nachdenkendes Wesen). Pero
es una reflexión apasionada que exige la entrega de cuerpo y alma. Sólo así, a
través de la reflexión se mantiene abierta la mente para revelar algunos
secretos de la existencia. Esta revelación no es debido a una casualidad sino
producto del pensar sistemático ( Nachdenken ). Es un pensar cultivado en busca
de la verdad.
Sin embargo, no borremos las diferencias entre
ambos: El pensador del siglo XX cree haber encontrado la luz brillante al final
del camino.
El poeta idealista en el ocaso del Antiguo
Régimen en Europa no encuentra lugar seguro donde reposar:
Para nosotros no queda reposo
En ninguna parte; los hombres
Caen y desaparecen
Llenos de dolor.
Así
canta Hiperión y de este pensar intenso
e inquietante nació una obra poética de gran belleza; su mensaje es tan actual como el pensar del
filósofo interesante, pero limitado.
F.M.Peter
14 de Marzo de 2002
[1] Christoph Helferich, Geschichte der
Philosophie, Stuttgart 1985, p.308
[2] quercus - Eiche - Eichenbaum - roble
...extendido en el centro de Europa.
quercus
ilex - Steineiche - encina ..... extendido por el mediterráneo.
Son
árboles de especies distintas. Sin embargo, traductores han preferido usar el
término encina para ambas
clases.
[3] Friedrich Hölderlin, Antología poética,
Edición bilingüe de federico Bermúdez - Cañete, Madrid 2002, p.72-73.
[4] Traducción de Olegiario González de Cardedal
[5] Trad. de O.G.de C.
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