jueves, 14 de marzo de 2002

Bajo la sombra de un roble

Bajo la sombra de un roble -O -Buscando la tierra de los Griegos a través del alma -Hölderlin & Heidegger - 

„How do you operationalize it?“ = Estilo anglosajón.
„Peut-on dire cela en bon français?“ = Estilo galo.
>Wie können Sie das zurückführen / ableiten?<[1] 
¿Cómo lograr a deducir / derivar esto?  = estilo teutón.

Pocos pensadores son tan identificables con su tierra natal como Heidegger y Hölderlin y pocos autores representan  tan plenamente el estilo considerado teutón en filosofía y literatura:
Friedrich Hölderlin, poeta del siglo XVIII y Martin Heidegger, filósofo del sigloXX.
Ambos proceden del sudoeste alemán.  El primero es >Alamán<como los suizos, badenses y alsacianos y >Suabo< es el segundo. Son habitantes de dos provincias vecinas: Baden y Württemberg que forman el Land >Baden-Württemberg<. 
Me limitaré a presentar una breve reflexión sobre la sombra de la encina / roble[2]  que ambos han buscado para recrearse en ella. Este árbol,característico de los bosques extensos de la región, ha sido importante para el proceso de creatividad de ambos, ya que es imagen poética, metáfora y símbolo de la existencia a la vez.

Friedrich Hölderlin publica el poema >Die Eichbäume< en 1797 en la revista Die Horen, editada por Friedrich Schiller y Federico Bermúdez - Cañete presenta la siguiente versión española:

LOS  ROBLES
Desde los huertos voy hacia vosotros, oh hijos de los montes.
Desde los huertos donde vive, doméstica y paciente la naturaleza,
cuidando y a su vez cuidada, unida a los hombres laboriosos.
Mas vosotros, magníficos, os erguís como un pueblo de titanes
en un mundo sumiso; sólo os pertenecéis a vosotros mismos y al cielo
que os dio alimento y os crió, y a la tierra, de la que habéis nacido.
Ninguno de vosotros fue a las escuelas de los hombres
y os alzáis, libres y gozosos, desde vuestras recias raíces,
en grupo y, como el águila a su presa, agarráis
el espacio con brazos poderosos y hacia las nubes
se orienta vuestra copa soleada, serena, inmensa.
Un mundo es cada uno de vosotros; vivís cual las estrellas
del cielo, como un dios cada uno, unidos en libre alianza.
Si yo pudiera soportar la servidumbre, no envidiaría
a este bosque, y gustoso me uniría a la vida en sociedad.
Y si a la sociedad no me ligase el corazón, que no renuncia
al amor, ¡qué gustoso viviría entre vosotros![3] 

Los robles de Hölderlin son más que árboles de los bosques, verdes en verano y tristes y melancólicos en el invierno. El autor del poema los llama Titanes. Así había llamado también a Fichte y a los príncipes poetas de Weimar. En vano había buscado empleo en la universidad de Jena donde existía concentrada la élite, el parnaso de la escuela del idealismo alemán. Hölderlin tenía que contentarse con su situación de ser un servidor, un lacayo, preceptor de un hijo varón en la familia del banquero Gontard en Frankfurt. Allí se enamoró de Susette, la joven esposa de su patrón, y ella de él. Ella será transformada en Diotima de su obra poética. El autor confiesa  su situación personal en el texto. Pero, el poema es más que la confesión de una pena personal.
El banquero Gontard había enviado a su familia a salir de Frankfurt en compañía del preceptor para huir de las tropas revolucionarias que amenazaron la vida tranquila y opulenta de la ciudad imperial. Hölderlin era partidario de estos jacobinos que venían cruzando el Rin a llevar la bandera de la igualdad y libertad al Sacro Imperio.
El poeta dice que no puede soportar la servidumbre y desearía unir su vida a estos Titanes, hijos de los montes y libres. El bosque de los robles es su metáfora poética del  triunfo de la libertad sobre la servidumbre que reside en la naturaleza doméstica y paciente de los huertos. Pero, hay otra limitación de este deseo de la libertad: es el amor que liga su corazón y le obliga  soportar una servidumbre que sus ideas detestan.
¿Cómo resolver este conflicto entre ideal y realidad?
El poeta se aleja de este mundo que le acosa. Se monta en la barca  de la fantasía que lo lleva a Grecia. Allí se encontrará rodeado de genios y de los dioses inmortales. Los griegos de Hölderlin son los alemanes idealizados como Hiperión y Diotima. De las contradicciones de la vida real sube a este mundo de los seres perfectos y magníficos que se elevan sobre un pueblo sumiso porque sólo pertenecen a si mismos y al cielo, como los robles. Este cielo para Hölderlin se transforma en el éter de los dioses inmortales.
Además, el joven idealista había comprendido también que los soldados de la revolución no habían venido de Francia a traer sencillamente la libertad. Sus bayonetas anunciaron intereses políticos y una voluntad imperial.
Es conocido el final trágico de la existencia del poeta: El perturbado mental que vivía tantos años recluido en la Torre de Tubinga solía contestar a las preguntas de los escasos visitantes en una mezcla de griego clásico y alemán: ¿Viviría cual una de estas estrellas del cielo?
Probablemente. Pero muy alejado de la imagen de un roble viguroso que agarra el espacio con brazos fuertes y se orienta hacia las nubes: un dios en unión con otros, en libre alianza.
¡Qué hermoso modelo para la convivencia humana! ¡Qué inmensa distancia entre el ideal y la realidad!

En 1949 Martin Heidegger redacta >El Camino del Campo<, 150 años después la redacción del poema de Hölderlin y el contexto histórico es totalmente diferente.
Alemania acaba de salir de la peor de sus catástrofes históricas
¿Qué tendrá que decir el autor famoso de >El Ser y el Tiempo< y colaborador del régimen nazi?
El texto de Heidegger es de gran fuerza y densidad poética. El camino que describe se abre entre campos y bosques de la Selva Negra, patria chica del filósofo, donde vive su vida de pensador y campesino. No menciona los abetos que son los árboles que predominan en estos montes, dándoles su color oscuro, y por esto llamada >silva nigra< ya en los tiempos romanos.
A Heidegger le fascina la presencia de los robles. Es el olor de la madera, la lentitud con que el árbol crece. Su tallo robusto y fuerte, su copa ancha. Este lento crecer siginifica:
- abrirse a la inmensidad del cielo y a la vez arraigar en la oscuridad de la tierra.
 Son palabras casi idénticas a las que Hölderlin ha usado para alabar a los robles.
Sin embargo, Heidegger dirige la mirada hacia otra dirección:
-Todo lo florecido sólo florece si el hombre está igualmente disponible tanto a la llamada del cielo altísimo, como al mismo tiempo acogido bajo la protección de la tierra que lo porta y lo sostiene.[4]

El roble ( o la encina en su variante mediterránea ) se  transforma en auténtico personaje que marca la ruta del camino del campo. Es un signo de orientación para todos los que han pasado y pasan por el camino. De esta forma marca también las actividades tanto para el campesino como para el pensador. La madera del roble que ha caido bajo el hacha del leñador - el padre del autor- se transforma en los múltiples objetos para uso doméstico y labores del campo. También las casas suelen ser construidas con esta madera dura y resistente. Casas anchas y sólidas que dan protección a los animales como a los hombres durante los largos meses de invierno cuando todo lo cubre el manto de la nieve.
De la corteza de estos robles viejos los niños suelen tallar sus barcos de juguetes, dice el autor, recordándonos nuestra infancia cuando los juguetes no se compraban en tiendas especializadas.
El lector se encuentra ante un cuadro de tono nostálgico: un jardín de Eden que está en el camino de perderse. Una nostalgia que plenamente comparte y una vida cuyo sabor y valor añora.
Pero, el texto revela también el carácter de su autor, replegado y encerrado en su provincia de orígen. Se le ha acusado con frecuencia de provincianismo anacrónico y hay suficiente motivo para ello estudiando su biografía.
El texto manifiesta  cierta cercanía a la ideología nazi de >Blut und Boden< ( Sangre y Suelo). No podemos negar que elementos no racionales hayan servido para forrar el arsenal ideológico del nazismo alemán, y Martin Heidegger no ha sido inocente en este sentido, porque prestó su colaboración activa. También hay que decir claramente que no existe ningun distanciamente de parte del filósofo de este uso abusivo de elementos de su pensamiento por la ideología nazi.
En  el año 1949, cuando escribió este texto, habría tenido la oportunidad de corregir y rectificar.
No lo hizo. Un defecto, reclamado por su enemigo íntimo Theodor Adorno, otro maestro en el arte de escribir a veces en forma incomprensible: Le reprochó el uso de un lenguaje especial de rebuscada y falsa profundidad oscura ( Jargon der Eigentlichkeit).-- Heidegger no contestó.

Sin embargo, sería un polémico menosprecio reducir su importancia y entender >El Camino del Campo <  de esta manera:
¿Entonces, qué significado tiene el roble para el pensador Martin Heidegger?
Heidegger manifiesta:
- Lo Simple guarda el secreto de lo que permanece y de lo Grande.[5] 
Es obvio que para Heidegger el roble adquiere carácter de símbolo vital. Es más que una metáfora poética que encierra un mensaje filosófico y social como en el poema de Hölderlin.
El pensador  usa el  símbolo del roble para que  la filosofía sepa concentrarse en lo simple, lo sencillo, cultivando el pensar como el campesino cultiva la tierra.
Los robles de Hölderlin son metáforas de un idealismo desbordado que choca contra el mundo real.
Los robles de Heidegger son un símbolo para la labor vital de todo hombre, del catedrático y del filósofo. En su forma más pura se encuentra en la labor tradicional y milenaria del campesino.
Tanto es así, que Martin Heidegger identifica lo humano esencialmente con el carácter del campesino. En un sentido estricto personal, Heidegger no quiso ser más que un campesino de su tierra y también - pocos lo saben - profesor de esquiar - además de filósofo.
Cuenta una anécdota que durante los años cincuenta en la universidad de Viena tuvo lugar una conferencia sobre la filosofía de Martin Heidegger. Estuvo invitado el público en general con el fin de acercar a las personas no especialistas a la difícil tarea de la interpretación de un texto de Heidegger. Al final, el director encargado de la conferencia inicial quedó satisfecho y comentó a un amigo:
 -Parece que he sido comprendido por mi público. Observé a un hombrecito con cara de campesino que estaba sentado en la primera fila y me miraba sonriente y contento. Parece que lo entendió todo.
- Claro que sí, le contestó su amigo,
- Este era el mismo Martin Heidegger.

Proceder como el campesino hace, para revelar los fundamentos de nuestra existencia, así podría describirse el método heideggeriano de filosofar.
Pero, para actuar así, Heidegger tuvo que seleccionar estrictamente sus objetivos. Como de los bosques le interesaban  sólo los robles: Los mensajes relevantes de la filosofía del pasado para Heidegger eran los filósofos griegos y entre ellos los presocráticos.
De entre ellos sacó los textos claves para someterlos a análisis. Grecia para Heidegger no es el mundo maravilloso de los dioses inmortales de Hölderlin.
La lengua griega es la portadora de las palabras claves. Igual a las semillas el campesino / filósofo  las hace crecer y madurar para cosechar sus frutos maduros.
Heidegger y Hölderlin representan dos formas de deducción de la realidad compleja a sus causas y orígenes últimas. Sus obras son un manifiesto del carácter teutón en el buen sentido de esta palabra: Buscar y revelar el principio fundamental de las cosas. Ir al grano y no conformarse con medias verdades bien empaquetadas retóricamente.
El poeta y el filósofo intentan analizar su mundo. Este proceso no sólo es reflexivo sino apasionado y existencial. No admiten la indiferencia ni la pasividad. Ambos se sirven de un medio que en mismo tiempo es un contenido: la lengua alemana. Su imagen del hombre es de un ser dedicado por su naturaleza a la reflexión ( ein nachdenkendes Wesen). Pero es una reflexión apasionada que exige la entrega de cuerpo y alma. Sólo así, a través de la reflexión se mantiene abierta la mente para revelar algunos secretos de la existencia. Esta revelación no es debido a una casualidad sino producto del pensar sistemático ( Nachdenken ). Es un pensar cultivado en busca de la verdad.
Sin embargo, no borremos las diferencias entre ambos: El pensador del siglo XX cree haber encontrado la luz brillante al final del camino.
El poeta idealista en el ocaso del Antiguo Régimen en Europa no encuentra lugar seguro donde reposar: 
              Para nosotros no queda reposo
              En ninguna parte; los hombres
              Caen y desaparecen
              Llenos de dolor.
 Así canta Hiperión  y de este pensar intenso e inquietante nació una obra poética de gran belleza;  su mensaje es tan actual como el pensar del filósofo interesante, pero limitado.

F.M.Peter
14 de Marzo de 2002



[1] Christoph Helferich, Geschichte der Philosophie, Stuttgart 1985, p.308
[2] quercus - Eiche - Eichenbaum - roble ...extendido en el centro de Europa.
quercus ilex - Steineiche - encina ..... extendido por el mediterráneo.
Son árboles de especies distintas. Sin embargo, traductores han preferido usar el término encina para ambas
clases.
[3] Friedrich Hölderlin, Antología poética, Edición bilingüe de federico Bermúdez - Cañete, Madrid 2002, p.72-73.
[4] Traducción de Olegiario González de Cardedal
[5] Trad. de O.G.de C.

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