EL 20 DE JULIO DE 1944
- Operación Valquiria -
- Atentado contra Adolf Hitler -
LOS HECHOS
En la mañana del 20 de julio de 1944 se encontraron el comando del ejército alemán, diferentes asistentes y consejeros militares y el „Führer“, máximo jefe del ejército alemán y del gobierno de Alemania, reunidos en la „Wolfsschanze“, lugar secreto en Prusia Oriental, cercano a la frontera de la Unión Soviética. Se había perforado numerosos túneles en aquel lugar y el centro del comando superior estuvo protegido por toneladas de hormigón y escondido en la profundidad de los bosques de pinos.
La reunión había comenzado casi al caer de la noche, según la costumbre de Hitler que se había levantado después del mediodía tras una larga noche de insomnio. Costumbres de un buho.
Asistía esta vez también el oficial de infantería Claus Graf Schenk von Stauffenberg, descendiente de familia aristocrática, donde la carrera de militar era de obigación para los segundos y terceros hijos. Era un mutilado de la guerra en el Este y sólo poseía el uso de tres dedos de una sola mano. Joven, disciplinado y enérgico representaba el prototipo del oficial prusiano de todo tiempo histórico. La reunión se efectuaba en una barraca en la superficie, contra la costumbre. Desgraciadamente se habían apagado los aires acondicionados este día de verano caliente y se trasladó el inmenso mapa con sus numerosas fichas, alfileres y líneas a la barraca de madera sobre la tierra, al aire libre.
Stauffenberg fue llamado para relatar la situación militar en el Este. Desastrosa por cierto, por el incontenible avance de las columnas de tanques soviéticos contra las fronteras del Reich. El ejército alemán, presente en tantos frentes, no tuvo ya recursos para impedirlo. Stauffenberg llevaba un maletín de documentos que no solía ser revisado por los centinelas escrupulosos que rodearon la Wolfsschanze o Guarida del Lobo, unidades especiales de la SS, fieles al régimen de Hitler hasta el fanatismo.
Este maletín estaba cargado con una bomba a tiempo que debiera detonar en un lugar cerrado para matar con seguridad a todos los presentes. Después de larga espera Stauffenberg finalmente fue llamado cuando el día amaneció. Hitler había movido ya fichas y banderines de batallones y divisiones inexistentes bajo las miradas de sus dóciles generales, escogidos por él por una virtud principal: obediencia absoluta al Führer y abstención total de manifestar opiniones contrarias a él.
La entrada de Stauffenberg ocurrió casi inadvertida. Las noticias que trajo no eran oportunas ni deseadas. Así, pronto se calló. El maletín reposaba contra la columna de cemento que formaba el centro de la mesa, delante de los pies de Hitler, y un ayudante, viendo que a este le molestaba, lo movió al otro lado de la columna.
Cuando Stauffenberg había abandonado la barraca bajo un pretexto - y se encontraba delante del último retén - la carga hizo explosión. Desde el fondo del coche el oficial pudo observar cómo estalló espectacularmente la choza y dio orden de acelerar rápido para llegar a Berlin y proceder a realizar el plano Valquiria - como irónicamente se llamaba - destinado a destruir la base del régimen de Adolf Hitler.
EL NAZISMO EN EL PODER
Desde el 30 de Enero de 1933, día de la toma de posesión del gabinete de coalición nacional bajo el canciller Adolfo Hitler, jefe del partido Nacional Socialista Obrero Alemán, progresivamente se habían corroido las bases del estado fundado en el derecho constitucional. A través del amplio uso del artículo 48 ( declaración del estado de emergencia nacional ) de la constitución de Weimar, esta transformación pudo hacerse dentro de una formal legalidad. Bajo la política de la „alineación“ se desarrollaba lo que el nazismo llamó „Gleichschaltung“, alineación de todo movimiento político, social y cultural bajo el exclusivo principio del „Führer“.
Un acto simbólico de entrega del mando a Hitler tuvo lugar en la iglesia de guarnición de Potsdam, lugar de la coronación de los reyes de Prusia. Muy astutamente el nuevo dueño del Reich trató de cerrar la brecha entre el movimiento ultraderechista popular nazi y el conservatismo monárquico tradicional. Sin duda, Hitler en frac y con un bombín sobre la cabeza, al lado del anciano presidente del Reich y mariscal de la Primera Guerra Von Hindenburg , logró impresionar la derecha de los Junker y sus afiliados. Ya que la industria había manifestado su amplio apoyo al que prometía sin cesar construcción y rearmamento, mucho rearmamento.
El disfraz de Potsdam fue un éxito. Una nueva „ley“, sin aprobación correcta del parlamento ( El parlamento - Reichstag - había sido victima de un misterioso incendio devastador),con las firmas de presidente y canciller, transfirió todo el poder legislativo al mismo poder ejecutivo( a Hitler directamente ) y marcó el principio de la era del Führer: 23 de Marzo de 1933.
De esta fecha fúnebre se acordarán las generaciones posteriores.
Los nuevos dueños empezaron inmediatamente a ordenar lo que les pareció desordenado, a prohibir lo que les era insoportable y a eliminar lo que no estuviere de acuerdo con sus principios ideológicos:
- Se destruyó el orden federal del „Reich“ eliminando los derechos autonómicos y los gobiernos regionales.
- Se centralizó la organización de la policía bajo el mando de Heinrich Himmler, jefe de la SS y de la policía.
- Se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos.
- Se eliminó en una purga sangrienta la oposición interna del partido nazi que había tomado en serio los términos Socialismo y Obrero en el nombre barroco del partido. En realidad estos términos no fueron más que palabras engañosas.
- El nuevo NSDAP se estableció como partido único.
- Después de la muerte del anciano presidente von Hindenburg, Hitler eliminó la presidencia adoptando el título „Führer und Reichskanzler“ ( caudillo y canciller ), rompiendo así definitivamente el orden constitucional.
¿En qué consistía el nuevo orden proclamado tan pomposamente?
- Combatiendo enérgicamente la emergencia económica de la gran crisis del año 1932 con programas de construcción, acelerada producción de armamento, servicio militar prolongado y sevicio de trabajo social para ambos sexos.
- Transformando rápidamente todos los sectores de difusón cultural, medios de publicación, centros docentes, actividades científicas y la cultura general en medios de una constante infusión propagandística bajo el tristemente famoso Joseph Goebbels - el más destacado „intelectual“ en comparación con los demás mediocres pequeño burgueses que representaron aquel movimiento. Si en todos los sectores hicieron los nazi lo esperado, lo extraordinario fue hecho en el campo de la publicidad política, la propaganda.
- Manejando con tacto y astucia los poderes de las iglesias, católica y protestante, logrando neutralismo e inclusive lealtad y apoyo por parte de jerarquías eclesiásticas.
- Poniendo inmediatamente en práctica la absurda ideología nazi, cuyos orígenes románticos y antirracionalistas se remontan hasta principos del siglo XIX y que había recibido influencias del Darwinismo Social de Chamberlaine y de la Teoría Racista de Gobineau.
Todo esto se sintetizó en la perversa práctica del antisemitismo. Según las Leyes de Nürnberg de 1935, la ciudadanía del Reich se limitaba a los miembros de „Raza Aria“ - sin definir que era esto- creando de esta forma una clase de ílotas, destinada a cumplir funciones de esclavos en la creciente industria de la SS. Hasta el comienzo de la Guerra, la persecución de todas las personas „no arias“ según esta ley consistió en excluirlas de la vida social. Los judíos fueron impulsados a emigrar. Durante la guerra comenzaría el asesinato en masas realizado principalmente fuera de las fronteras del Reich en las regiones conquistadas por el ejército.
LA CONQUISTA DEL LEBENSRAUM ( espacio vital )
La política exterior del nazismo se encendió polémicamente en el „Tratado de Versalles“. Como todos los grupos de la derecha y del conservatismo nacional hicieron responsables de la derrota militar del ejército alemán a todas estas fuerzas subsumibles en los términos - demócratas, internacionalistas, pacifistas y traidores socialistas y comunistas -. Esta vaga y difamatoria acusación hacia otros les permitía declararse completamente libres de toda responsabilidad por la derrota.
Según ellos, no fueron los Junker, generales y los demás grupos imperialistas que habían perdido esta guerra, sino fue la traición a la patria cometida por los apátridas demócratas que lo había causado todo.
Ahora, cuando aquellos habían sufrido su debido castigo, el nuevo gobierno de la salvación nacional podría proceder a reparar los daños causados por estos detestables enemigos en el exterior. Esto significaba la revisión de las fronteras alemanas y las demás condiciones del humillante Tratado de Versalles. Se abrió una intensa campaña bajo el lema de „la paz“ en la política exterior del nuevo Reich, del „Tercer Reich“ como solía llamarse de acuerdo a la nueva visión de la historia del país.
Las potencias occidentales victoriosas sobre Alemania en la Primera Guerra cumplieron casi todas las exigencias que el nuevo gobierno „nacional“ de Hitler les exigía. Habían negado toda concesión a los débiles gobiernos democráticos anteriores. Cometieron un gravísimo error porque debilitaron las fuerzas opositores a Hitler dentro de Alemania y al mismo tiempo dieron a Hitler la impresión de ser cobardes y fáciles de derrotar.
Efectivamente, paso a paso Hitler se abrió campo para lograr el gran imperio germánico, soñado por él durante los años de su juventud frustrada. Sin escrúpulos y corriendo el riesgo de un jugador, colmó triunfo sobre triunfo con máxima velocidad.
Se formó así el mito de un „político sin igual en toda la historia“. La propaganda solía compararlo con Federico II de Prusia y con Otto von Bismarck. Muchos alemanes lo vieron así que antes habían sido sus enemigos y no pocos extranjeros les acompañaron en esta absurda confusión de los valores. ¿Cómo podían venerar actividades abiertamente delectivas? Hitler debería haber sacado la conclusión que el fin - el resultado - justificaba todos los medios.
Pronto estos triunfos diplomáticos, conseguidos a través de la amenaza y del chantaje en nombre de „la paz“, ya no eran posibles y había que acudir a las armas que, durante años de „paz“, con tanto esmero habían sido preparadas. Este armamento con nueva tecnología se imponía rápido en las contiendas. Muchos militares expertos se dejaron engañar por el supuesto talento y la genialidad del gran estratega Hitler que en el fondo no era más que un antiguo cabo de la Primera Guerra europea y que después se había quedado sin profesión alguna. Los generales habían pronosticado una derrota inevitable ante la superioridad material del ejército francés. Hitler triunfó y destituyó a sus adversarios. Así, nadie se atrevió a pronosticar más nada cuando su alocada agresión se dirigió contra la Unión Soviética.
A pesar de la intensa propaganda, Alemania de 1938 no había sido la misma que en 1914. Ninguna multitud irrumpió en júbilo. Un silencio total se extendió sobre el país. El desastre de la Primera Guerra con sus millones de muertos era todavía demasiado cerca para entonar la alegría y el optimismo deseados por el ministro de propaganda.
Sin embargo, los triunfos militares aparentemente fáciles engañaron a muchos.
Pero, cuando desaparecían trescientosmil padres, hijos y hermanos en la estepa helada de Stalingrado, cuando murió toda la Sexta Armee, una profunda inquietud se extendió en todas partes. Además, se difundían más y más noticias sobre las medidas terroristas en las zonas de ocupación. Muchos eran los testigos oculares que habían presenciado actos de barbarie y crueldad contra la población civil y, sobre todo, no permaneció secreto el horrible crimen de la eliminación física de la población judía en los territorios ocupados. Muchos habían visto desaparecer a vecinos, amigos y compañeros de trabajo. Todos conocían el trato indigno hacia los trabajadores extranjeros forzados a reemplazar a los alemanes en las naves de las fábricas o en el trabajo en el campo.
El régimen comprendió que había perdido el apoyo popular y decidió crear un nuevo frente en la propia patria- die Heimatfront. Este frente contra la propia población era una obra maravillosa de propaganda, mentiras, supervigilancia, denunciación y terror.
Se creó un tribunal político, llamado „popular“, para juzgar los casos de alta traición.
Fueron sentenciados a muerte personas que habían escuchado una emisora enemiga, Radio BBC - Londres por ejemplo u otras que habían contado chistes sobre Hitler.
Mientras Hitler había buscado antes la aclamación fanática de las masas enloquecidas, ahora se encerraba cada vez más en una rara y secreta vida nocturna en cuevas subterráneas, inaccesibles para todo el mundo, para simpatizantes y para sus enemigos también.
SE FORMA LA RESISTENCIA
Ampliamente son conocidos los movimientos de resistencia en los paises ocupados por las tropas alemanas. Allí correpondía esto a un hecho casi natural. Todo instinto nacional se rebela contra la ocupación extranjera. Todavía más, cuando se trata de una ocupación humillante, orientada por una política voraz y de desprecio total de la individualidad cultural del país ocupado.
Sin embargo, la política de la ocupación nazi presentaba un amplio espectro de variaciones, de acuerdo con los respectivos intereses e intenciones imperiales del régimen. Creó gobiernos satélites donde quiso solamente pacificar la situación buscando colaboradores y gobernó con extrema insensata dureza tiránica, donde trataba de conquistar el deseado „espacio vital“.
De esta forma, el nazismo encontró numerosos colaboradores y admiradores en Europa Occidental. Así, la resistencia valiente y heroica de polacos, rusos y checos era el resultado directo de la desesperación, al verse físicamente amenazados por la aniquilación como naciones, como culturas, como seres humanos. El sistema nazi había previsto para ellos y declarado públicamente su transformación en esclavos del Reich. El patológico Heinrich Himmler, jefe de la SS, había hablado de ellos como „hombres inferiores“, creando este término racista en alusión equivocada al concepto filosófico del „ hombre superior“ de Friedrich Nietzsche que expresamente niega toda categoría como raza y nación.
( El hombre idealizado que Nietzsche había descrito en su famoso ensayo es un ser culturizado de sentimientos e inteligencia sublimes. El movimiento nazi solía decorarse de modo perverso de elementos de esta tradición cultural de Alemania sin definir ni profundizar esta actitud y transformándola en simple vulgaridad)
Muy conocidas también son las gestas del levantamiento de los judíos en el gueto de Varsovia y del Ejército Popular Polaco, como la victoria del jefe guerrillero jugoeslavo Tito.
En las naciones ocupadas del Occidente la situación era completamente distinta. Los movimientos de resistencia nacieron con dificultad y tuvieron que enfrentarse al ya citado fenómeno de una mayor o menor colaboración con el ocupante. Desde el „lumpen“ hasta los estratos sociales de la pequeña burguesía y los élites en industria, comercio y de la vida cultural no eran nada inmunes contra el contagio por el fascismo que demostraba, cómo se acaba fácilmente con sindicatos y partidos de la oposición.
Así, en Francia, Italia, Bélgica y Holanda, como en Escandinavia, los movimientos políticos y militares de resistencia fueron creados principalmente por los proscritos movimientos de izquierda.
Esto demuestra que el virus del fascismo no era propiamente un fenómeno alemán, sino había surgido y encontró su terreno en las condiciones sociales de la Europa de entonces. No pocos alemanes antifascistas sobrevivieron gracias a estos movimientos de resistencia y muchos colaboraron activamente con ellos. Por ejemplo, el posterior canciller alemán y jefe del Partido Socialdemócrata Alemán Willy Brandt, durante su exilio en Noruega.
Las tropas de ocupación solían reaccionar con increible brutalidad contra todo movimiento de resistencia. Especialmente de ello se encargaron dos organizaciones rivales entre sí y creadas para tal fin: La GESTAPO y los grupos de asalto de la SS.
En octubre de 1941 salen los respectivos decretos de la Cancillería acompañados de ordenanzas y declaraciones, previendo medidas de represión, vedadas por La Haya y contrarias a las reglas establecidas por la Cruz Roja Internacional, donde la Alemania Nazi siguió afiliada. Los nombres de Lidice ( Rep. Checa ) y Oradour (Francia) son conocidos. Allí actuaron grupos de la SS ejecutando la población civil de estas poblaciones en represalia por actividades guerrilleras de la resistencia.
SE ORGANIZA lA RESISTENCIA ALEMANA CONTRA HITLER
La creciente actividad de la resistencia se hizo oir también en Alemania a pesar del control casi absoluto de los medios de la comunicación por la policía política Gestapo.
Sin embargo, en Alemania la situación era diferente comparada con los paises ocupados.
La toma del poder del nazismo había sorprendido los grupos de izquierda. No había dejado tiempo para preparar la actividad clandestina. Tampoco existía una tradición de estas características. Sin embargo, durante largos años y en colaboración con los mismos representantes gubernamentales derechistas se habían preparado listas de proscripción. Todos los enemigos del nuevo régimen nazi que no lograron refugiarse a tiempo al extranjero desaparecieron en campos de concentración, cárceles y en batallones de castigo del ejército. Además, el éxito aparente de la política nazi durante los primeros años, la visible popularidad de Hitler entre las masas desalentaban a cualquier movimiento de resistencia, ya que toda oposición había sido eliminada.
A pesar de esto se conocieron numerosos incidentes subversivos, registrados minuciosamente por la Gestapo. Varios atentados contra la vida del Führer fallaron.
Entre ellos uno muy espectacular preparado por el carpintero Elsner en solitario.
La bomba colocada por Elsner hizo explosión en una sala en Munich en el mismo lugar que Hitler había abandonado sólo diez minutos antes. El régimen aprovechó todos estos hechos para justificar las constantes medidas de emergencia y de represión.
¿Cuáles fueron los grupos de resistencia?
- Dentro de este abanico de la resistencia organizada se destacó el grupo formado por el proscrito Partido Comunista Alemán. Después de una larga paralización - debido la tolerancia mostrada por la Unión Soviética hacia el régimen de Hitler - grupos de comunistas lograron organizarse en la clandestinidad. Sin embargo, los principales representantes del partido habían desaparecido en campos de concentración nazi. Sólo algunos lograron huir al extranjero. Ahora, bajo el nombre de LA CAPILLA ROJA se organizó la labor antinazi que consistía principalmente en la publicación de hojas volantes informativas dirigida a la población embutida en la propaganda del régimen. Además, trataron de organizar a los obreros de la industria del armamento. Esta labor era bien difícil, ya que hubo una mayoría de trabajadores no alemanes en todas las industrias. Los obreros alemanes habían sido transformados casi todos en soldados y repartidos por casi toda Europa. Además, la red de supervigilancia era densa, los obreros eran miedosos o dóciles víctimas de su propia fe en la autoridad a pesar de que aquella se había vuelto perversa y criminal. La Capilla Roja fue la que con más vidas pagó por su lucha contra el sistema nazi.
- Los socialdemócratas y grupos sindicalistas eran tradicionalmente desacostumbrados a toda activiad clandestina. Ellos habían creado la República y la habían defendido hasta el final. Ahora, bajo la dictatura del régimen, no lograron organizarse. El socialismo democrático parecía condenado a muerte defintivamente. Comunistas y socialistas que tanto se habían odiado y combatido durante años de la República, ahora se encontraron encarcelados y torturados detrás de la misma alambrada de púas.
Fuera de las cárceles y campos de concentración sólo se constituyeron pequeños círculos de discusión y reflexión teórica. Uno de ellos, muy importante porque ayudó a preparar el golpe de estado de los oficiales del ejército contra Hitler, fue KREISAUER KREIS - llamado así, por el lugar de los encuentros, Kreisau en Silesia. Reunía principales representantes del socialismo alemán Julius Leber y Wilhelm Leuschner con
miembros de la élite militar como Helmuth Graf von Moltke.
-Bajo el nombre de LA ROSA BLANCA se habían organizado estudiantes y profesores de la Universidad de Munich. Su orientación principal fue la religión católica. No estuvieron de acuerdo con el papel pasivo y tolerante que adoptó la iglesia oficial con el nazismo después de un concordato complaciente y engañoso entre el Papa Pío XII y Hitler. La agitación de este grupo se dirigía principalmente hacia los demás universitarios.
Supieron del riesgo que corrieron. Hans Scholl y su hermana Sophie, jóvenes e idealistas que habían compartido en un principio ideales nacionalistas con muchos de su generación, manifestaron su repugnancia incondicional hacia el nazismo:
- ¡Es indigno de la juventud alemana, soportar la deshonra y la vergüenza de nuestra nación!-
Hans Scholl como soldado había estado en el Este. Había visto y oido lo que pasaba detrás del frente en los campos de exterminio. Su protesta era fundamental y no de carácter político. Los miembros del grupo estaban dispuestos a dar su vida a cambio de no permanecer callados. Fueron denunciados por el portero de la universidad a la Gestapo y los estudiantes y profesores murieron bajo la guillotina.
- Quedaron finalmente todos aquellos grupos de la derecha tradicional, además de personas sin interés político ninguno. Muchos entre ellos habían observado el surgimiento del nazismo con distanciada simpatía.¿No manifestaron estos vulgares y maleducados un idealismo patriótico similar al suyo? Sin embargo, su tradicional posición apolítica y su orgullo de clase no les permitían una activa participación dentro del movimiento nazi. Habían sido ellos los aliados decisivos de Hitler en el nombramiento de este como canciller en un gobierno de coalición nacional - patriótico.
Habían confiado en el viejo presidente von Hindenburg cuando aquel, después de dudas y largos consultorios con sus hombres de confianza, había firmado finalmente aquel documento que encargó al cabo primera de Hitler salvar la nación y salvar los intereses de la derecha tradicional contra la revolución social y política que se asomaba por todas partes.
Hitler, un hombre nuevo, salido de la nada, ¿qué haría él para salvar a estos fantasmas del siglo pasado? Tanto y más que las masas populares en Alemania le siguieron las élites sociales aplaudiendo los fines imperialistas. Prefirieron no darse cuenta de las violaciones masivas de los derechos humanos.El mismo heredero de la monarquía se había afiliado al partido nazi. La industria supo aprovechar el intenso programa de rearmamento promovido por el nuevo gobierno. Rechazaron el carácter criminal, el fanatismo patológico de aquel régimen, pero no intervinieron para impedirlo a tiempo.
Sin embargo, nunca se hubieran imaginado que un desprecio tan fundamental de las normas elementales y reglas humanas serían posibles como la realidad les presentó. Sólo en el curso de la guerra en el Este llegaron a ver la verdadera extensión del desprecio por los valores de la civilización en el nazismo. Muchos comprendieron que se habían aliado con el diablo. Sobre todo los oficiales comprometidos con el código moral de la tradición prusiana, sintieron asco y desprecio hacia los cuerpos de élite nazi, la temida SS. A pesar de esto, aquellos oficiales mantuvieron una frágil solidaridad con su misión en la guerra. Les preocupaba el juramento prestado al jefe supremo Adolf Hitler y trataron de evitar la derrota militar de su tropa y de su patria.
Como expertos soldados profesionales y hombres de carrera apreciaron pronto la inmensa catástrofe que se aproximaba a Alemania.
Cuando Alemania y medio Europa quedaron admiradas por las proezas militares de la Wehrmacht, ya sabían ellos que esta guerra estaba perdida. Inutilmente, muchos trataron de convencer a Hitler para que busque una salida hacia un armisticio, un compromiso con los enemigos cada vez más numerosos y poderosos. La mente patológica del Führer era incapaz de asimilar tales insinuaciones. El resultado de estas iniciativas fue siempre el mismo, Hitler destituyó fulminantemente a todo aquel quien trajera mala noticia.
Sólo la desesperación ante el futuro cercano y la convicción que estaban implicados en una causa injusta, que el gobierno alemán había abandonado las bases más elementales de la honradez despreciando las normas de la civilización, fueron causantes de la conspiración militar contra Hitler.
Eran grandes las dificultades que tuvieron que superar:
- Fue difícil organizar reuniones en medio de las operaciones militares.
- Muchas reuniones no trataron otro tema que la justificación de la rebelión contra la máxima autoridad militar.
- La moral cristiana y luterana en particular que obligaba a obedecer y cumplir la ley del estado considerado como orden divino.
- La honra y la virtud, herencia aristocrática viva y presente en el código militar.
- Muchos eran descendientes de leales servidores de los reyes prusianos. La palabra „traición“ pesaba para ellos más que la propia muerte.
Estos señores con tan sonados apellidos como „Von der Schulenburg, Von Witzleben, Von Stülpnagel, Von Hassel y Admiral Canaris“ sólo en un momento de la mayor desesperación podían planear el asesinato del jefe de estado que representaba la máxima autoridad en este momento y significaba para ellos según su tradición de servicio la razón de ser de toda su existencia social.
Es natural que todos los demás grupos de resistencia no tuvieron que enfrentarse a tales escrúpulos.Pero ellos no dispusieron de los medios para promover una rebelión.
Todo esto pesaba para los militares más que el problema práctico,¿cómo matar el ogro y quién debería reemplazarlo?
También existía el problema de las consecuencias de la conjuración y del magnicidio:
- ¿Cómo reaccionará el ejército en su totalidad? ¿No se arriesgaría una guerra civil?
- ¿Cómo reaccionará la población alemana y las fuerzas políticas de izquierda, tradicionalmente desconfiados y hostiles hacia todo o que provenía desde la derecha conservadora?
- ¿Aceptarían los enemigos en guerra negociar con un nuevo gobierno alemán, producto de un golpe de estado militar? Aceptarían ellos la propuesta de un armisticio y negociaciones a restablecer la paz?
- ¿Cuál debería ser el orden político nuevo en Alemania después del nazismo?
Para aclarar estas dudas fueron necesarias numerosas iniciativas. Fue posible establecer una conexión con el gobierno británico. La respuesta de los aliados contra Alemania fue clara y unánime: Sólo se aceptará la rendición incondicional - „unconditional surrender“ - No habrá ninguna negociación sobre este punto con cualquier gobierno de Alemania. Alemania deberá rendirse incondicionalmente a los aliados, con Hitler o sin él.
Para el grupo de oficiales fue esto un golpe tremendo. Muchos abandonaron esta actividad. Nuevas reuniones fueron suspendidas. Una derrota total sin condiciones y una probable eliminación política del país del mapa europeo, muchos no estaban dispuestos a aceptar esto.
Sin embargo, la situación militar de los frentes se hacía insostenible. El día 15 de julio de 1944 el mariscal Rommel, uno de los conjurados comunicó a Hitler la imposibilidad de la tropa bajo su mando de resistir más a la superioridad material y numérica de los aliados en el Oeste. Hitler actuó como siempre: destituyéndolo.
En el Este, el ejército Soviético había llegado a la frontera del Reich. Mientras tanto, las ciudades alemanas se derrumbaban bajo las oleadas sin cesar de los bombardeos.
No había alternativa ni tiempo que perder. Un gobierno provisional estaba preparado a tomar el poder sobre una Alemania que se encontró en plena agonía. Este gobierno sería formado por militares y otras fuerzas democráticas. Había llegado la hora de matar a Hitler. Era el primer paso para cambiar las cosas y salvar la nación. La suerte reposó ahora en Von Stauffenberg - el único con acceso a la guarida de Hitler
y el 20 de Julio de 1944 cumplió lo que había sido programado. Sucedió en la madrugda de un nuevo día.
EL FINAL
Volvamos a Berlin, 20 de Julio de 1944. La operación Valquiria está en pleno desarrollo. En Paris y en todos los lugares principales las unidades de la SS y de la policía política
son desarmadas y recluidas en cárceles provisionales. Existe un nerviosismo increible. La gente se queda parada, nadie se explica la presencia de piquetes de la Wehrmacht en todos los puntos centrales de las ciudades.
En Berlin, tropas bajo el comando del general Ludwig Beck ocupan todos los lugares estratégicos. Se les olvida lo principal, no detienen a Goebbels y no se aseguran el control sobre todas las emisoras de radio.
Stauffenberg ha llegado a Berlin en avión, se encuentra en la „Bendlerstrasse“, ejerce el comando superior de la Wehrmacht. En este momento es el hombre más fuerte de Europa. Coordina todas las actividades. Se difunde el siguiente comunicado por todas las emisoras alemanas:
- En la madrugada del día de hoy murió Adolf Hitler, víctima de un atentado. El ejército (Wehrmacht) ha tomado el control de la situación.-
Joseph Goebbels, ministro de la propaganda, nuevamente se hizo persona clave para el régimen Nazi:
La noticia le llena de asombro. Logra comunicarse directamente con La Wolfsschanze, la guarida del lobo y pocas horas después, ante el asombro de Stauffenberg y los demás miembros de la conspiración, las emisoras no ocupadas aún por la tropa anuncian que Adolf Hitler hablará.
- ¡No es verdad! - grita Stauffenberg a todos los teléfonos. -¡Es un truco de Goebbels!-
¿Por qué no han detenido esta canalla?-
Pasan horas y la acción se paraliza. En la tarde habla Hitler con voz quebrada directamente desde la Wolfsschanze:
-Acabo de sobrevivir milagrosamente un atentado preparado por la más vil de las traiciones que jamás la historia ha visto.-
Todos los comandos quedan en suspenso. -¡No es posible! - grita Stauffenberg.
-¡La acción continúa!-
Pero, ya todo está perdido. Sólo en algunos sitios continuan la actividades previstas contra los centros del mando nazi.
Al llegar la noche, el general Beck se suicida. Durante las próximas horas serán fusiladas más de cinco mil personas. Unidades leales al régimen ocupan la Bendlerstrasse. Stauffenberg es detenido.
Durante la noche, Stauffenberg fue conducido al patio junto con otros compañeros oficiales. Murió con tantos otros junto al paredón.
Según testigos sus últimas palabras fueron: - ¡Viva la sagrada Alemania!-
Había citado a Hoelderlin, poeta filósofo idealista romántico del siglo pasado:
-¡O, sagrado corazón de los pueblos, mi patria!-
Nadie sabe si fue concientemente. Sin embargo, esta frase recuerda la trágica implicación de la tradición cultural del idealismo en esta historia .
Los oficiales, y no sólo ellos, cuando se dieron cuenta y despertaron, no habían abrazado los ideales puros de Hoelderlin sino las perversiones diabólicas del poder.
Continuaron los procesos ante el llamado „tribunal del pueblo“ contra 200 personas.
Para su presidente Roland Freisler solamente había una sentencia: -¡A Muerte , a la Horca!- Las actas se conservan y relatan impresionantes escenas de valentía personal. Sobre todo, teniendo en cuenta que todos los acusados habían sido torturados para arrancarles una confesión y pedir clemencia a cambio de entregar más nombres.
-¡Condéneme, señor presidente, la historia a usted le ha condenado ya!- dijo el general von Witzleben.
- ¡Ahórquenme, es un honor morir ahorcado para honrar a mi patria!- le contestó el Conde Matuschka.
Cuando estas penas habían sido ejecutadas, Roland Freisler, presidente del tribunal, murió por un ataque sorprendente de la aviación de los aliados en la misma sala del tribunal. La orden de Hitler de exterminar a todos los familiares de los culpables no fue cumplida. No les dio tiempo, la derrota lo impidió.
Diez meses más tarde, meses de una larga agonía que vieron morir millones de personas, los generales sobrevivientes de Hitler firmaron el acta de la capitulación, la rendición incondicional. El país estaba a la merced de los vencedores.
Los vencedores sobre Alemania nunca aclararon por qué negaron toda colaboración con la resistencia alemana contra Hitler. Solamente Stalin manifestó una posición:
Entre las ruinas de la antigua capital del Reich que había sido conquistada por el ejército soviético con el sacrificio de millones de soldados caidos aparecieron pancartas con un breve texto de Stalin escrito en alemán y en ruso:
- Los Hitler vienen y se van. El pueblo y el estado alemán se quedan.-
Largas columnas de soldados prisioneros alemanes dsfilaron al lado de estos letreros en su marcha hacia el Este, hacia los campos de prisión y trabajo rusos.
¿Leyeron el texto? -- ¿Comprendieron el mensaje? --.
Ahora se abrieron los campos de concentración nazis con sus montañas de cadáveres que los guardianes no habían logrado a eliminar hasta última hora y llegó a la luz del día y al conocimiento del mundo entero toda la terrible realidad de la persecución y exterminio de millones de seres inocentes.Lo más desconcertante: ningún argumento político o militar podía servir para entender, por qué todo esto había sucedido.
Lejos, en América, Bertold Brecht, escritor alemán exilado preparaba su regreso y escribió el verso:
“Cómo estás sucia y despreciada entre
Las naciones, mi madre!
Otros hablen de su vergüenza,
Yo hablaré de la mía!“
El autor tiene la esperanza que las generaciones futuras en Alemania se acuerden de esta vergüenza colectiva que sintió Brecht en el exilio. Pero que no olviden a
Stauffenberg y a tantos otros que merecen permanecer en el recuerdo también.
Nota: He escrito el ensayo en los años 70
y revisado en Abril de 2000
Prescindo de notas biblográficos.
F.M.Peter
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