miércoles, 25 de noviembre de 2020

"Heimat" - ¡Reza!

“Heimat-  

        ¡Reza!”

¡Reza un Padrenuestro!-

Me dice el abuelo.

-Porque hoy somos peregrinos.-

Estamos subiendo la montaña del Kreuzberg en la Rhön alemana. Lentamente caminamos desde la aldea de Weissbach por caminos tortuosos. La vegetación se hace cada vez más escasa, los árboles, pinos prinpcipalmente, más bajos son; finalmente .

Al fin hemos llegado, la mirada pasa por una altoplanicie cubierta por una densa capa de hierbas y muzco. No se percibe actividad humana. Un viento frío en pleno verano nos saluda. Ahí lejos está ‘Die Wasserkuppe’ la segunda elevación de tierras hundidas en la soledad.

Yo se que ahí había unos beneficiados de la ‘Hitlerjugend’ aprendiendo a manejar aviones planeadores. Pero a mi me espera un pan con mantequilla y un jarrón de cerveza grande en el monasterio de franciscanos. Casi me emborracha; y aguantamos hasta que fuese capaz de iniciar el regreso al pueblito de Weissbach. Este fue el pueblo que mi abuelo siempre añoraba. La ciudad de Frankfurt era un lugar de exilio para el niño huérfano que fue. Hermanos vivieron diseminados por el mundo: Suiza y América. La región de la Rhön producía emigrantes y pueblitos con nombres tan exóticos pero dicientes insinúan una explicación: “Sterbfritz” ( -¡Muérete Fritz!) o “Sparbrot” (¡Ahorra el pan!) y dan una explicación. Pero el campesino familiar del abuelo vivió en relativa abundancia: al lado de tres vacas había un caballo y yo me acosté en una cama cubierta con sacos de plumas de gansos. Había un granero cargado de cosechas, de paja y de hierba seca, reservas para el largo invierno. Se fabricaba agua ardiente y se hizo pan en el horno público.

Y este granero se volvió lugar de refugio para refugiados de la más diferente procedencia:

 Fuera del pueblo había una pequeña fábrica de pistolas. Hacia el final de la Guerra lograron escapar presos políticos, luego llegaron prisioneros de guerra americanos y posteriormente algunos miembros de la SS Nazi. Uno de ellos ‘Arno’, un muchacho joven se quedó a trabajar y para salvar su pellejo se alistó en el cuerpo de la Legión Extranjera francesa. Combatió en Vietnam me dijeron y se quedó en Francia a vivir. 

Apreciado lector, las cosas son muy complicadas, o al menos más que los libros de colegio y las series americanas relatan.

Y llegaron días que no fuimos peregrinos, nos dedicábamos a actividades prohibidas. En Frankfurt escaseaba la alimentación y en Weissbach estaba disponible el pan y también la carne y la variada chacina. La marginación y la relativa pobreza tendrían sus ventajas, pienso yo.

Las autoridades se interesaban por el ‘progreso’. Al abuelo y a su nieto no le interesaba eso. El abuelo sabía que el tren seria revisado y requisarían lo que llevábamos; por eso nos bajábamos un una parada anterior y seguíamos en el próximo. Una revisión no se repetiría; la policía también se cansa.

Hoy confieso lo que nunca hice antes. Maestros y profesores me han ilustrado. 

 

friedichmanfred y ana noviembre 2020

 

 

  

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