El viajero J.W.Goethe,
cuando en el año 1775 se encontró en Suiza acompañado por su mecenas, el joven
archiduque de Sajonia- Weimar, echó una larga mirada hacia el sur, aquel sur
" wo die Zitronen blühen" y donde Winckelmann acabó de levantar
la cortina de olvido que tapaba la era clásica - romana. Y en lo sucesivo, el
peregrino pecador en busca de indulgencias fue reemplazado por el entusiasta
viajero admirando la clásica belleza grecorromana.
"Aun no estoy
maduro para ir allá", confesó el joven Goethe; tenía que aprender, leer,
estudiar y resumir experiencias más durante años. Había que viajar preparado.
Cuando finalmente llegó
la hora de partir, Goethe se escapó, sin pedir permiso, ni dejar nota alguna.
¿Sorpresa? - Pues de esa
manera espectacular se fugó el que había
sido primer ministro de este miniestado para temporalmente hacer lo que le daba
la gana.
Italia lo transformará,
porque estaba dispuesto a ello: "Das Land (der Sehnsucht) mit der Seele
suchend" -